Bed

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14 Bed - Cama.



Shun oyó la llamada por los altavoces del hospital, bastante confundido. No era su horario para estar atendiendo en los consultorios ese día, pero si lo estaban llamando seguramente sería algo serio.

Apareció por el pasillo, yendo directamente a la sala de espera, y lo primero que vieron sus ojos fue la característica cabellera rubia de su compañero.

—¿Hyoga?

—¡Shun!

Una de las enfermeras se adelanto a cualquier cosa que alguno de los dos pudiera decir, entregándole al doctor la historia clínica ya preparada.

—¿Natasha?

—Dentro del consultorio. No me permitieron buscarte. —Hyoga murmuro entre dientes. —Y cuando Sali de casa, olvide mi teléfono en el apuro.

Shun solamente asintió, dejándolo una vez más fuera del consultorio.

El Santo de Acuario bufó y aterrorizo a cualquiera que se cruzara con él en la sala de espera. Enojado por simplemente tener que esperar fuera a que alguien o el mismo Shun le dijera que pesa con su hija.

—Deja de asustar al personal, Hyoga. —Shun salió, con Natasha en sus brazos y la doctora Miyuki detrás de él. —Era mejor cuando les sonreías a todas, y eras amable.

—Jamás le sonreí a nadie Shun, a menos que quiera que te busquen para mí. —murmuro lo suficientemente bajo como para que solo Shun lo oyera. —¿Qué le sucede?

—Aun no sabemos, parece estar incubando algo... lo único que podemos hacer es esperar. —Shun intento pasar su carga a brazos de su padre, pero Natasha no parecía muy contenta con esta intención.

Y no solo en ese momento. Shun tuvo que dejar que Hyoga se encargara de guardar sus cosas y prácticamente pasar su tarjeta en el lector una vez que su horario terminó. Natasha no quería dejar su pecho, por mucho que insistieran ambos en darle lo que ella quisiera.

Hyoga fue el encargado de hacer unas compras rápidas para la cena, luego de avisar a Ranko que hoy no iría a trabajar. La cena también corrió por cuenta suya, y por lo que parecía, Shun estaría obligado a llevar a Natasha de aquí hasta que su hija se dejara de sentir tan mal.

—Es la primera vez que está enferma. Debes de tenerle un poco más de paciencia.

—El problema aquí no es mi paciencia, Shun.

—No, el problema es que estas preocupado... pero es inútil que te estreses antes de tiempo, quizás sea solo una gripe.

Hyoga se dejo convencer muy a contra gusto, y luego de la cena, comenzaron con una rutina ya aprendida pero que siempre la había hecho solo Shun, ya que él estaba trabajando.

El baño, el cuento y la cama.

El baño no fue más problemático que otros días, incluso Shun sintió que el malestar en la pequeña Natasha se notaba a simple vista al no querer quedarse mas tiempo del necesario en el ofuro.

El cuento y la cama... fueron un verdadero problema.

Natasha aun estaba empecinada en no querer despegarse de Shun y de la tranquilidad que este le brindaba, mientras Hyoga orbitaba alrededor de ellos dos como una luna brillante.

—¿No quieres acostarte en tu cama?

Natasha seguía negando, una y otra vez, en cada ocasión que Shun intentaba dejarla en su cama.

Fictober2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora