Fluffy

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17 Fluffy - Esponjoso.



Tenia mejores cosas en la que estar prestando atención.

O al menos, debería estar prestando atención... principalmente a los entrenamientos. Y a los gritos de su maestro.

—¡Ay!

—¡Estoy hablando Hyoga! —Milo gruñó, asestando un golpe detrás de otro en la cabeza rubia. —¡Ningún enemigo tendrá piedad de ti, si te distraes en medio de una batalla!

—Lo siento maestro... perdóneme.

Hyoga oyó el bullicio que causaron las risas de sus compañeros a su alrededor, aunque tales no perduraron en el tiempo. Camus, otro de los maestros del entrenamiento de ese día, los mando a callar casi inmediatamente.

—¡Presta atención, Hyoga! Tus ojos fijos en el entrenamiento.

Era una directiva común, la experiencia según ellos, se ganaba en el campo de batalla. En el fragor de una lucha, y no solo con palabras. El éxito era ser un buen observador, saber anticipar el movimiento de tu oponente, ser más rápido, más hábil...

—Ahora prepárate, iras contra el alumno de Camus... —Milo gritó, y Hyoga sintió que su corazón era capaz de detenerse allí mismo, luego de acelerarse tanto que temía que el latido se notara bajo su camisa.

Camus tenia tres alumnos, Jabu, Ikki y Shun... y por alguna razón, su maestro nunca había hecho pelear a Shun en ningún entrenamiento, desde que estos habían empezado hacía más de medio año.

El chico se había limitado a observar los entrenamientos desde un lugar apartado, generalmente, sentado sobre una roca alta, no muy lejos de lo que ellos utilizaban como arena de combate.

Muy diferente al caso de él, Isaac y Nachi, quienes estaban bajo la tutela de Milo, y mientras durara su entrenamiento, lucharían en parejas hasta que ya no tuvieran aliento.

Pero Hyoga jamás se había enfrentado al joven de los pupilos de Camus, así que no había problema... de seguro volvería a tocarle Jabu, como la semana pasada. O quizás al fin lo enfrentarían a Ikki.

Por qué el rubio podía soportar la estupidez de Jabu, o la violencia innecesaria del chico mas grande... pero por ninguna razón, creía estar preparado para enfrentarse a alguien como Shun.

—¡Shun, al frente! —Camus gritó, y Hyoga solo pudo intentar tragar el nudo que se formo en su garganta de forma súbita. —Es tu turno de entrenar...

—¡Si maestro!

El chico descendió de donde estaba sentado, con la gracia y delicadeza que seguramente solo él poseía en todo el gigantesco Santuario. Shun no era diferente a otros aprendices, si quizás un poco mas delgado, menos musculoso... y mas bajo que el resto.

Y quizás Hyoga siempre había pensado que ese no era el mejor lugar para que alguien como él estuviera, incluso si solo era un año más joven, nada más.

Shun llegó frente a él con rapidez, a paso seguro y sin ninguna clase de titubeo. Saludó de manera escueta, antes de adoptar una posición de defensa, que según lo que Hyoga podía observar, era imposible de pasar.

El rubio desvió su visión un milímetro, para ver a su maestro de soslayo con una mirada interrogante, pero lo único que pudo rescatar de él en ese momento crucial... fue una sonrisa burlona que, para él, no auguraba nada bueno.

Y así fue que, en los primeros cinco minutos de batalla, el rubio aprendiz, estuvo de espalda al suelo, quejándose de dolor, y sin saber de dónde había venido el golpe.

Fictober2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora