Cage

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13 Cage - Jaula.



El hombre siempre había significado un peligro, Shun lo sabía, muchas veces se lo habían repetido. Su hermano había intentado sacarle de la cabeza la idea de acercarse más... Ojalá él le hubiera hecho caso.

Ikki debía de estar loco, buscándolo por lugares que sabia recorrer, pero Shun no estaría por ahí... incluso, él no sabía dónde estaba ahora.

El lenguaje era tosco, Shun entendía ciertas palabras, pero lo demás sonaba demasiado rudimentario para él.

Además, de que lo único que había recibido hasta ahora eran golpes y gritos.

La primera vez que se abrió el telón, Shun apenas pudo mantener sus ojos abiertos, las luces segándolo se lo impedían. Pero lo importante fueron las voces, los murmullos y los jadeos de asombro que rápidamente lo rodearon.

Inclusos esas manos maliciosas que se estiraban hacia él con intención de lastimarlo.

Shun lo había entendido rápido. Ahora no era nada mas que un producto que exhibir, una simple propiedad del hombre que pago prácticamente su peso en oro para tenerlo encadenado... y en una jaula.

Una atracción y una rareza. Por eso es que lo mantenían encerrado.

Como un pájaro...

—Eres hermoso. —la voz suave atravesó la negrura de su tristeza. Los ojos claros, rápidamente lo hicieron pensar en la inmensidad del cielo abierto. —No has comido nada, no estarás saludable para el fin de semana si no comes.

Sus palabras eran un susurro, lento y cadencioso que Shun entendía, era para que no se perdiese nada de sus intenciones.

Hyoga.

Shun había oído esa palabra, y no tardo en asociarla al chico que desde el segundo día de su cautiverio se acercó a él sin intención de herirlo.

Pero a pesar de sus buenos tratos, y de la amabilidad en sus palabras. Shun no podía alimentarse de eso, no estaba acostumbrado. Y si lo hacía, quien sabe si podía soportar caer enfermo en las condiciones en las que estaba.

Volvió a negarse, ante una nueva ola de insistencia por parte del chico, alejándose de él.

Hyoga suspiró, llevándose el plato de carne y patatas que le había dado para que le llevase. Si el chico, alado –o mágico como lo querían vender– o no, no ingería algo de alimento, estaría muerto antes de que Gustav quisiera sacarlo de Sergiev Posad, al mundo. Según sus propias palabras.

—No te preocupes, como están las cosas... y con todo el dinero que Gustav gasto en él, aun muerto le sacara provecho. —Isaac, a su lado hablo con la pura verdad, conociendo al hombre que era su jefe.

Hyoga pudo ver como el chico dentro de la jaula se estremecía, ante la mención de un futuro tan oscuro como ese.

—¡No digas eso! ¡Y menos frente a él!

—¿Por qué? No es como si pudiera entender lo que digo... no habla. Y si no habla tampoco entiende nuestro idioma.

Sabía que Isaac había pensado eso desde un principio, burlándose del chico dentro de la gran jaula que Gustav le mando a construir. Su compañero pensaba que era tonto, o atrasado para la humanidad.

Hyoga aún seguía pensando que era completamente al revés.

—Sé lo que piensas, Hyoga. Pero eso, como ya deberías saber no son mas que cuentos románticos. —El rubio suspiró desganado, sabia muy bien a lo que Isaac se refería. —Por lo que a mi respecta, no dejo de creer que Gustav encontró un huérfano perdido y deficiente y le cosió un par de alas a la espalda.

—Eso que estas diciendo es completamente una locura...

—¡Sí, como creer que eso es un ángel caído del cielo! —arremetió su compañero y amigo, arrojando la comida no deseada al tacho de basura. —Y si no quiere comer, déjalo. Ya lo he dicho, si se muere, Gustav aun podrá embalsamar su cuerpo y sacarlo de gira.

Isaac dejo que el silenció llenara la gran habitación, antes de alejarse de allí murmurando entre dientes. Hyoga podía entenderlo, había crecido al igual que él con la creencia arraigada en la venganza de Dios por todos los pecados cometidos. Y por mucho que intentara decir lo contrario, todo lo que Gustav estaba haciendo con ese chico –ángel o no–, le ponía de los nervios. Y obligarse a creer que solo era un embuste de Gustav para conseguir dinero, era lo único que lo mantenía cuerdo.

—Sí dependiera de mi... estarías libre antes de que el sol se ocultara. —murmuró con tristeza. Los barrotes de la jaula apenas le daban espacio suficiente para pasar sus manos.

Pero, de todos modos, ¿para que querría pasarlas? No es como si pudiera tocarlo.

Gracias, Hyoga.

El rubio no pudo evitar saltar hacia atrás, con su corazón galopando dentro de su pecho.

—Has hablado... y has dicho mi nombre.

Shun intentó dibujar una sonrisa ante la contrariedad en la cara del joven frente a él, pero incluso algo tan simple como eso parecía imposible.

—No, no has abierto siquiera los labios. ¿Cómo puede ser eso posible?

Hyoga sentía que su cabeza estaba a punto de estallar. Y muy probablemente lo estuviera.

Él había sentido su voz, directamente dentro de ella.

Dentro de su mente.

Quizás, después de todo, si era un ser mágico.

—¿Eres un ángel? —preguntó, con el recuerdo de su madre contándole historias y pasajes de la biblia en la cabeza.

Pero no hubo respuesta alguna. No hubo voz melodiosa cantándole directamente en la cabeza, ni sensación de calor, como cuando aquel ser, aquel chico dijo su nombre.

Se alejo de la jaula con renuencia, un paso a la vez, hasta que la pared del lugar choco contra su espalda.

—Si de mi dependiera... —dijo, antes de salir de allí.


Final del día 13.



Notas Finales: Tarde, y complicado el fic... Es que había querido escribir otra cosa completamente distinta. Pero, aquí entre nos, hace mucho que no escribo nada Kinky... y mejor no complicar mas el reto, que así viene bastante bien.

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