Capítulo 30: Ella

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En voz de Leon

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En voz de Leon

18 de mayo, 2018
9:00 pm

¿La vida realmente me odia?

Es la interrogante que tengo desde lo ocurrido en Raccoon City, pues en todas las misiones es un ciclo que se repite una y otra vez: miedo, luchar, decepcionarse; sobrevivir y ver morir a la gente que te rodea sin poder hacer algo. Es muy agotador, pero ahora mismo esa pregunta no va a eso.

Mi sueño desde que era un crío era formar mi propia familia, sin mentiras ni engaños; solo cariño y respeto. Cuando conocí a la mujer que quería para formar mi familia, ella solo quería pasar el rato y seguir con sus "trabajos"; no me importaba que no fuera de confianza... la quería a ella.

Muchos años después, llegó una mujer que me entregó lo mejor de ella sin pedir nada a cambio. Con ella por fin me sentía feliz, no me faltaba nada e incluso quería casarme, pero la mujer que pensaba que era la indicada volvió a mi vida. Todo lo que había logrado con la mujer que estuvo en cada momento a mi lado, lo abandone; mande todo al diablo por la otra mujer.

Irónico, ¿no? De tener lo que tanto anhelaba a no tener nada, y todo por un capricho de juventud. Sí, fui un estúpido, tuve la oportunidad de hacer las cosas bien y como siempre lo eché a perder.

Lo más gracioso de esta trágica comedia en que se convirtió mi vida fue enterarme de que Ada estaba embarazada, y no, no estaba esperando un hijo mío. Sabrá Dios quien era el padre. La conozco y con tal de conseguir lo que quiere, es capaz de acostarse con el mismísimo satanás.

Pero eso no es lo gracioso, lo gracioso es que después de aceptar hacerme cargo de un hijo que no era mío; Ada me echara la culpa de que yo fui el causante de su aborto. No importa cuánto la apoye, para ella yo soy el culpable.

Nuestra relación -sí así se le puede llamar- cada día es peor desde ese día en que perdió a su bebé. Ya nada ha sido igual, si antes discutíamos tres veces por semana, ahora son cinco.

He llegado tarde al departamento para evitar las discusiones sin sentido, pero Ada me espera despierta; ¡lista para la acción! Y no, no es para tener un polvo, porque para lo único que compartimos la cama es para dormir.

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