Capítulo 34: Alucinaciones

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En voz de Leon

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En voz de Leon

La felicidad es tan pasajera que el transcurso de un día es más largo.

30 de septiembre, 2018
Sinaloa, México.

- ¡Eh, gringo! ¿No qué muy invencibles?

-Déjalo en paz, este cabrón ni ha de saber lo que dices.

Escuchó las voces de los hombres que se encuentran en la celda de enfrente, no sé lo que dicen, pero ya me hartaron. Estoy tan cansado de seguir luchando por mantenerme despierto, calculó que lo he estado por dos días. Sé que, si me quedo dormido me llevaran para volverme a torturar.

Es curioso que no intente salir de este sitio, es más, no muevo ni un solo dedo para impedir que me golpeen. Ya no importa lo que hagan conmigo, no tengo quien me llore, ni a quien dejar desprotegido... no tengo nada mío por el cual deba luchar.

Esta misión es la primera que me dieron después de lo sucedido con Blair. Ingrid intercedía por mí para que no me dejarán salir, algo que me molesto demasiado. En estos momentos es cuando me doy cuenta de que ella lo hacía porque yo no estaba bien, me hace falta la concentración que me distinguía.

Mi misión consistía en investigar a una empresa fantasma, sin embargo, la misión fracaso gracias mi problema con el alcohol y la ira. Me sorprendieron cuando entre al lugar, tenía prohibido hacerlo, pero no me importo las advertencias que Ingrid me dio.

Al cuarto día de estar aquí encerrado dejé de poner resistencia, me rendí como un cobarde, o, talvez vi en este lugar; un sitio para pagar por las malas decisiones que he tomado a lo largo de mi vida.

Me habían torturado de varias maneras: golpeándome hasta quedar inconsciente, sumergiendo mi cabeza bajo el agua una y otra vez, haciéndome cortes en el abdomen. Pero la peor tortura que he recibido aquí ha sido la mental. Las alucinaciones que tengo cada vez se sienten más reales, por eso no puedo dormir.

-Leon... Leon... Leon.

De nuevo esa voz que no me deja descansar, paso ambas manos por mi rostro y me repito una y otra vez que no es verdadero. Decido ignorarla, no quiero voltear, sin embargo, su voz no me da tregua.

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