CAPITULO 15

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Gwen Stefani - 4 in the morning 

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Gwen Stefani - 4 in the morning 

Giorgio había organizado una cena para esa misma noche, no me sentía con ánimo alguno de bajar y reunirme con ellos, pero sabía que si demostraba que estaba desecha Alessandra lo notaria y haría miles de preguntas, preguntas a las que yo no tenía respuestas.

Mientras me recojo el cabello en una media cola y me hago ondas a los lados paso mis manos por mi sortija de compromiso, el sentirme de esa manera tan rota, tan traicionada, tan mal conmigo misma hace que tome la decisión de quitármela y dejarla a un lado.

- La cena está servida señorita De Santis – la voz del ama de llaves se escucha detrás de la puerta de la habitación.

Doy un largo suspiro mientras acomodo mi vestido color negro manga larga, - Bajo en un instante – respondo.

Soy una tonta, estoy llorando por algo como eso – digo para mi misma cuando paso mis manos limpiando una lagrima. Respira chica pecosa y sonríe, sonríe auqnue estes hecha mierda.

Me regalo una sonrisa fingida cuando me levanto de la silla y me doy un ultimo vistazo en el espejo.

Salgo de la habitación bajando los escalones directo hasta la mesa del comedor, encuentro a Aless sentada a un lado mientras los platos son servidos. Entones cuando estoy dispuesta a sentarme a su lado su figura alta, intimidante y varonil se cruza en mi campo de visión.

Es Zeus ¿Qué hace allí?

Disimulo mis intenciones de preguntar acerca de las fotografías y de pedirle explicaciones así que solo hago lo que siempre suelo hacer, sonreír y darle un abrazo. Sus ojos azules verdosos inmediatamente se fijan en mi dedo al ver que falta la sortija allí.

- No llevas la sortija – susurra en mi oído cuando me estrecha entre sus brazos.

- Tal vez ya no la quiera llevar – mis palabras lo dejan helado mientras avanzo hasta la mesa del comedor y me siento a un lado de Aless.

Es entonces cuando Giorgio aparece después de alrededor cinco minutos, se ha hecho a un lado de mi hermana y saca de su bolsillo una hermosa sortija en oro blanco.

Le ha pedido matrimonio delante de los dos y solo aplaude como una niña de seis al ver que entre ellos si existe la palabra a la que llaman amor.

- Estas actuando muy extraño – su voz me detiene cuando entrelaza sus manos con las mías y enseguida la suelto.

- Déjame – susurro volteando mi vista a otro punto.

- ¿Dalila dime que sucede?

- Debo irme a mi habitación – me levanto de la mesa del comedor y doy un largo trago a la copa de vino que se me ha servido.

Dejo a todos sentados en la mesa mientras avanzos a las afueras de la casa y me dirijo hasta el viñedo. La noche se hace helada, el aire frio se cuela en mis huesos congelando todo dentro de mí.

PLACER GRIEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora