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Aquella mañana en la cafetería con Camila, cambió mi forma de verla, todo el tiempo creía que no era consciente de que tenía "problemas mentales", pero ella me lo contó, dijo que probablemente no recordaría haberlo hecho, pero ese día parecía ligeramente más lista y "cuerda" de lo que usualmente.

Se podría decir que comencé a tomarla en serio apartir de ese día.

Estuve divagando mucho en los momentos que tuve con ella por toda la madrugada, así que en definitiva no dormí, más porque ella me hizo prometer que la próxima vez que hablara con ella le diría que ya lo habíamos hecho.

Y lo intenté. Pero como en todo, tenía que cagarla.

—Hola, hermosa. —ignoré el apodo espantoso sabiendo quién era la dueña de la voz, y cuando me encontré con sus ojos, noté las ojeras debajo de estos—. ¿Esos pantalones son de otro universo? —fruncí el ceño, confundida—. Porque tu culo está fuera de este mundo.

Enseguida sonreí—. No.

—Aburrida. Aún así, ¿Quieres ser mi novia?

—Hablamos el sábado. Me dijiste que te lo recordara —evadí.

Su ceño se frunció, y noté sus ojos un poco más fríos—. ¿De qué hablas?

—Me contaste de tus problemas, y me dijiste que- —me interrumpió, molesta.

—¡Jamás te he hablado! ¡No mientas! —parecía que estaba a punto de entrar en algo así como una crisis—. ¿Qué problemas? ¡Tú tienes problemas!

Suspiré—. Te lo prometí, lo siento.

—¡No! —tapó sus oídos.

—¡Sí, Camila! ¡Almorzamos juntas! ¡Yo no tengo problemas! —alcé un poco la voz, a lo que sus ojos se llenaron de agua, me observó con disgusto y salió corriendo de mi vista.

Y cuando sentí la mirada de todos sobre mí, me arrepentí por gritarle y salí corriendo a buscarla.

Estaba segura de dos cosas; la primera era que la había cagado, y la segunda era que no me había sentido bien al ver a la castaña así.

La encontré en el patio trasero, sentada con la cabeza escondida entre sus rodillas mientras se abrazaba fuerte, sabía que estaba llorando.

—Oye —llamé cuando me senté frente a ella—. Me parece que no me diste tiempo para responder a tu pregunta.

No tenía idea de que estaba haciendo, así que tragué saliva, nerviosa.

Alzó su cara y me observó—. Tu culo está fuera de este mundo.

Asentí—. ¿Qué más?

Sus ojos estaban rojos y su expresión de tristeza no se había ido, pero no importaba, porque sabía que estaría feliz de nuevo con la respuesta que le daría.

—¿Q-quieres ser mi novia?

—Sí, Camila. —finalmente me sonrió, y yo le sonreí, me puse de rodillas y besé su cabeza, esperando muy dentro de mí, que se arreglara, como cuando éramos niños y nos caíamos y nuestras mamás besaban nuestras rodillas.

—Estoy segura de que no había tenido esa respuesta antes —susurró—. Eso no podría olvidarlo, Lauren. —me abrazó, y como la primera vez, escondió su rostro en mi cuello, me volví a paralizar, sin entender porqué, pero su respiración en ese lugar parecían tener ese efecto en mí.

Reaccioné cuando sentí que quería alejarse, y le respondí el abrazo, me agradó.

Y estaba segura de que a ella también, así que en verdad, por primera vez, me importaba que, al menos no olvidara cómo se sentía estar juntas. Porque me sentiría insignificante y estúpida al no poder olvidarlo yo.

—Por favor, mañana recuérdame.

—¿De qué hablas? ¿Quién eres? —me separé rápidamente, y la morena simplemente estalló a carcajadas, la observé mal, ¿En serio bromeaba con eso?—. Oh, debiste ver tu cara —mencionó a duras penas. Siguió riendo como loca, y lo único que pude hacer fue acompañarla.

—Tonta.

Entonces se volvió a poner seria y asintió en repetidas ocasiones—. Te lo prometo, Lauren, te recordaré mañana. Siempre lo hago.

¿Quieres Ser Mi Novia? [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora