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—Ya se durmió —comenté bajando de la habitación de Camila. Su madre me sonrió.

—¿Quieres café? —asentí y ella procedió a servir de la olla a la taza el líquido café—. ¿Qué tal estuvo su primera borrachera?

Me encogí de hombros mientras me acercaba a la mesa—. No era muy diferente a otras veces. —Sinuh todo el tiempo parecía cansada, pero esa vez, la notaba cansada y un tanto nostálgica, supuse que después de todo, era difícil como madre que tu hija no recordara muchas cosas.

—No sabes lo agradecida que estoy contigo —afirmó—. La has ayudado. —sonreí leve—. La primera vez que Camila me habló de ti, pensé que sería como las otras veces, me decía que tenía un crush y al día siguiente no lo recordaba.

Bebí un poco de la taza, en un intento por disimular mi incomodidad con el tema de los amoríos de mi novia.

Sinuh también tomó de la suya—. Pero a ti te recordaba. Llegaba emocionada a contarme lo que habías dicho en clase, y que le parecías cada vez más perfecta. Me dijo que se enamoró de tu mente.

Aquello provocó indudablemente una sonrisa en mí, pensábamos lo mismo, según su madre. Y es que yo podría decir que más allá del físico de Camila, me encantaba lo auténtica que era, y esa autenticidad se debía, a su pensamiento—. ¿Sabe por qué empecé a gustarle?

Asintió—. Una clase, no recuerdo si era ética, pero tú habías participado, y habías dicho cosas que a ella simplemente le encantaron. —sonrió también—. Hablabas de justicia e igualdad. Cosas que Camila sentía faltantes en su vida.

No supe si mis ojos brillaron tanto como lo hizo mi corazón, pero joder, sentí lo que tanto había esperado, sentí que, dónde quiera que mi padre estuviese, estaría orgulloso de mí.

—Es increíble.

La señora suspiró observando su taza—. Me encantaría estar con ella más tiempo, pero no podría mantenerlas.

Fruncí el ceño—. Disculpe si sueno muy directa, pero, ¿Y su padre?

Se encogió de hombros—. Nos dejó. Y esta casa, me la dejó mi madre. No creas que fue gracias a algo que haya hecho él. —bebió de su taza, y pude saber que lo hizo porque no quería seguir hablando de más.

—Lo siento. —justo en ese momento, mi celular comenzó a sonar con el tono de mi hermana, rechacé la llamada y suspiré—. Debo irme. Gracias por todo.

Se levantó para acompañarme a la puerta—. Gracias a ti, sabes que siempre eres bienvenida.

[...]

Llegué al salón de clases empapada, pero no me dió el tiempo suficiente de quejarme por la lluvia ya que el salón F-3, se encontraba lleno de globos verdes, y había un cartel en el pizarrón, en el, un hermoso dibujo de unos ojos verdes y abajo, con la caligrafía de Camila, mi pregunta favorita.

Sonreí cuando la ví levantarse de su asiento para correr hacia mí.

Casi me pongo a llorar, pues había pensado toda la madrugada en qué pasaría aquel día. Pues creía que la chica de ojos cafés, no me recordaba más.

—Ho-la, guapa Jauregui. —sentía las miradas de todos los presentes sobre nosotras, incluso, parecía que el profesor había llegado, pero al estar bloqueando la puerta, se había quedado detrás mío.

—Ho-la. —ella rió.

—Bueno, ya viste el cartel antes de que me acercara, y ese no era el plan inicial, pero que importa, igual te lo preguntaré. —tomó aire y reunió valor, cosa que yo creía jamás le faltaba y tomó mis manos—. ¿Quieres ser mi novia?

Asentí—. Claro, pero permíteme decirle a mi antigua novia que terminamos —bromeé.

—¡Sí, la dejó por mí! —se acercó a abrazarme, pero los presentes -también el profesor-, empezaron a gritar "¡beso, beso, beso!" Cómo si estuviéramos en la secundaria. Aún así, la besé. Y hasta ese momento, entraba en mi top personal de los mejores "primer beso", con Camila.

¿Quieres Ser Mi Novia? [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora