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Me sentí bien cuando ví llegar a Camila, pensé que tal vez podía abrazarla y estar con ella después de lo sucedido. Cruzamos miradas y ella agachó la cabeza, pasó a mi lado y tomé su brazo.

—¿Ho-la? —pregunté, la castaña me observó y sonrió débil.

—Lauren —susurró. Acaricié su mejilla con mi mano libre y la solté lentamente—. Estoy nerviosa.

—¿Por qué? —pregunté.

—Por ti, no puedo no pensar en... —sus mejillas se colorearon y sonreí.

—Ni yo.

—Tal vez deberíamos hablar después, estás muy cerca. —se alejó un poco de mí y suspiré. Quería tenerla cerca siempre.

—Bien. Pero te recuerdo que ese día no estabas nada tímida —me dió un beso en la mejilla y se perdió entre los pasillos.

Oculté mi emoción, pero sentía que el mundo estaba siendo justo conmigo por primera vez. Pese a que Camila se hubiera ido, me hacía sentir bien el simple hecho de que recordara lo sucedido y que se sintiese igual que yo.

El día anterior me había olvidado de todo y me dejé llevar por mi mente, pensando en situaciones que no debía. Todo gracias a Karla, se podría decir que entré en un pequeño lapso de depresión.

Había olvidado preguntarle a Camila por qué Karla sabía lo del otro día.

Sentí que alguien quería asustarme y volteé encontrándome con Dinah.

—¿Qué sucede entre tú y Mila? —fue directa luego de hacer una cara triste por no lograr asustarme.

—¿Qué debería de suceder? —comencé a caminar hacia el salón de clases al notar la hora. La rubia me siguió.

—Ayer era Karla, pero ¿Y hoy?

—¿Qué hay con hoy?

—¡Oh vamos! Estaba toda tímida y ella es todo lo contrario, ¿En serio no lo notaste? Creo que te estaba esquivando. —rodé los ojos.

—Como sea, ¿Qué tal con Normani? —me observó y noté como se puso un tanto nerviosa.

—No cambies el tema, Jauregui.

Entramos al salón y Camila se nos quedó viendo. Le sonreí y ella dirigió su mirada a Dinah, quién se dió cuenta de la situación y se alejó de mí.

Me acerqué a mi novia—. ¿En serio?

—¿Qué?

—No te pongas celosa de Dinah. —me senté a su lado y observé en dirección a la rubia, se había sentado en la otra esquina del salón.

—No estoy celosa. —me sonrió.

—Estás rara hoy —mencioné en un intento de sacar el tema de Karla. Frunció el ceño, luego negó—. Bueno, ayer...

—¿Ayer qué? —estaba por preguntarle por Karla cuando el profesor entró con un papel en la mano.

—Señorita Cabello, la solicitan en dirección —informó. Mi novia volteó a verme confundida.

—¿Puedo acompañarla? —lo pregunté sin pensar. El hombre sonrió de lado y asintió. Me caía bien ese profesor—. Gracias.

Nos levantamos ante la mirada de todos, y al salir del salón tomé la mano de Camila.

—Gracias, pero no era necesario que me acompañaras. —apretó mi mano.

—Es a lo que me refiero cuando te digo que estás rara. —se detuvo—. Por ejemplo, ayer, eras Karla.

—¿Y eso es raro?

Ella elevó una ceja, yo suspiré—. No, pero, ella sabía lo que pasó el otro día.

Se encogió de hombros, tomó mi mano de nuevo, y siguió caminando, obligándome a hacerlo también. Rodé los ojos, estaba extraña, no era de esa forma, siempre estaba sonriendo o haciendo algo divertido. Y en ese momento parecía distraída, triste o de algún modo diferente.

Llegamos a la oficina del director y tocó la puerta, cuando se escuchó el permiso para entrar, entró sola.

Me senté en la sala de espera y suspiré. Había creído que lo que habíamos hecho mejoraría nuestra relación, o qué simplemente me confirmaría con saber que lo recordaba, pero sólo parecía que todo estaba de algún modo forzado, y para mí no había sido nada de eso. Tal vez sólo yo había sentido que esa noche había sido especial, y ella lo sabía y por eso se incomodaba.

Después de todo, ella siempre decía que amaba mi físico. Tal vez sólo era eso.

¿Quieres Ser Mi Novia? [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora