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Camila no estaba loca, era diferente. Incluso, me atrevía a pensar que era más cuerda que muchos de los que están catalogados como tal.

Su problema de memoria no mejoraba, pero los días a su lado iban pasando, y yo me hacía más frecuente en sus pensamientos, como ella en los míos.

No me cansaba de escucharla pedirme que fuera su novia, o de sus constantes halagos hacia mí "perfecto trasero."

Yo era como era, no necesitaba una definición ya que no me sentía parte de ninguna al cien por ciento. Sólo me gustaba Camila.

Karla había aparecido algunas otras veces, y podía decir que mi relación con ella no estaba bien, pero tampoco estaba perdida.

Y en cuanto a Dinah, no había nada con ella, hasta que decidió que debíamos hablar "sobre Camila."

Estaba segura que sería la misma advertencia que me había dado la mesera de la cafetería en la que almorzaba con mi hermana. Así que la pospuse lo más que pude. Hasta que me encontró completamente distraída.

—Jauregui —llamó. Rodé los ojos.

—Dinah, ya lo sé. Se lo de Camila, no tienes que "advertirme". —ella suspiró.

—Seguro piensas que soy un asco de persona por abandonarla así. —negué—. No intento justificarme, pero ya no podía, sentía que me estaba enfermando también.

—Ella no está- —me interrumpió.

—Lo está, Lauren, lo está. —aparté la vista—. Pese a eso le tomé mucho cariño. Pero me estaba causando problemas, y yo no quería eso para mí. No estoy mal por quererme y saber que me estaba haciendo daño.

Asentí—. Está bien. —en ese momento no le estaba poniendo la atención debida, sólo quería salir de ahí. Necesitaba ver a Camila, o a Karla, ya que no había ido a la escuela. Razón por la que estaba más distraída de lo usual. Estaba preguntándome por el paradero de mi novia.

—Lauren en serio. —me obligó a verla—. No es su culpa. Pero tampoco es tuya. No tienes que hacerlo.

—Dinah, quiero hacerlo, es mi novia. No voy a dejarla sólo porque mañana no se va a acordar de dónde está el salón de clases —afirmé—. Me pide diario que sea su novia, pese a que se acuerda de la primera vez que lo hizo, ¿Sabes por qué? Quiere encontrar la más perfecta forma de hacerlo. Pero no se acuerda de la mayoría —lo último fue más bien un susurro de mi parte—. Nos vemos después.

—No te lastimes demasiado, ¿Sí?

—No dejaré que ella lo haga tampoco. —la observé rápido—. Gracias, pero no es necesario que te preocupes. —ella asintió con pesadez y dió la vuelta al lado contrario de dónde yo iba. La casa de Camila.

Me aprendí el camino en poco tiempo, ya que iba muy seguido. Pero, casi nunca estaba su mamá, ni su hermana ni nadie, cosa que seguía preocupándome, así que para cerciorarme de que estuviera bien, siempre que no iba a clases, o qué sabía que sus padres no estarían me dirigía hacia ella.

Su madre me había dado un juego de llaves, diciendo que podía ir cuando quisiera. Pero sentía que lo había hecho por lo mismo de que casi nunca estaba con Camila.

Al llegar, revisé la cocina, que era donde casi siempre estaba, y la encontré sentada al pie del refrigerador. Me acerqué y noté que estaba dormida, y tal vez un poco alcoholizada. Lo supe por el olor y por la botella en su mano izquierda.

Suspiré, Camila me había dicho que no tomaba, y Karla tampoco, ¿Qué significaba aquello? La moví ligeramente y luego de un rato, despertó.

—Quería beber agua, pero, olvidé como era la botella, así que bebí esto, pero no sabía a agua. —se rió. Se la quité de las manos y suspiré.

—Estábamos avanzando, ¿No? —parecía que no, había olvidado algo de vital importancia.

—Por cierto, ¿Quién eres? Jamás te había visto. —y al parecer, a mí también.

¿Quieres Ser Mi Novia? [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora