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—Ho-la —Camila me saludó apareciendo animada. Sonreí.

—Ho-la —la imité, ella rió.

—Eres Lauren. —asentí—. Y a mí me gusta Lauren. —tomó mi mano—. ¿Lauren quiere ser mi novia?

Mi sonrisa se desvaneció levemente, ella no había cumplido su promesa—. Ya me has preguntado eso.

Negó—. Hice una tarjeta de amor para ti. —buscó en el bolsillo de su pantalón y sacó un papel doblado sin cuidado—. Toma.

La tomé, la leí. Pero no podía prestarle mucha atención, porque estaba decepcionada, creí que no olvidaría que ya había aceptado ser su novia, pero al parecer no era tan importante como para recordarme.

Elevé mi mirada, sus ojos esperaban, impacientes por mi respuesta, pero a la vez, los veía perdidos, como si fueran de otra persona. Y luego de observarlos un largo rato, ví a Camila, solitaria.

Recordé mis pensamientos, yo tenía que ser su amiga, no podía cansarme. No podía abandonarla al igual que todos. Yo no me iba a rendir, iba a hacer que Camila me recordara—. Quiero ser tu novia. —le sonreí.

Sus ojos brillaron—. ¿En verdad?

Asentí—. Vamos a clases. —probablemente a ella se le había olvidado, pero yo no podía dejar de pensar en que íbamos un poco tarde. La llevé por los pasillos mientras hablaba de las cosas que le gustaban, como los plátanos, el chocolate caliente y los lazos en su cabello. Eso me llamó la atención ya que jamás la había visto con uno, su ropa solía ser poco colorida también, pese a que dijo que sus colores favoritos eran todos los del arcoiris.

—Cabello y... ¿Jauregui? —presté atención al maestro, me observaba extrañado—. Usted nunca llega tarde.

Sentí las miradas de todos en el salón de clases, incluso de Normani, quién sólo suspiró al ver a Camila a mi lado—. Lo lamento. —el profesor asintió y nos dejó entrar. Me senté atrás de mi amiga y la castaña se sentó a mi lado. Luego la clase siguió como si nada.

—Perdón —escuché la voz de la chica—. Te hice llegar tarde y todos te vieron feo.

Negué—. Está bien. —al salir de las clases, estaba acompañando a Camila a preguntarle a la secretaria la dirección de su casa cuando observé a Ty, mi gran amigo, acercarse a nosotros—. Mierda.

—¡Lauren! ¡Bebé! —gritó. Apreté la mano de Camila, no soportaba ese tipo de apodos.

—¿Qué?

—¿No me presentarás a tu amiga? —observó a la castaña, quién me observó a mí.

—Soy su novia —corrigió, cerré los ojos y maldije internamente. Supuse que en realidad no tenía derecho a enojarme porque era verdad.

—¿Ah, sí? —preguntó, sabía que estaba molesto, pero yo también lo estaba, ¿Quién demonios se sentía? Yo no tenía la culpa de que él no me agradara. Él simplemente se me había declarado y ya por eso se sentía con derechos sobre mí. Yo le dejé muy claro que no quería nada, así que ¿Cómo por qué sentía que podía prohibirme algo?

—Sí, ¿Y? Descubrí que soy lesbiana, así que lo siento, no puedo ser tu novia. Nunca. —el moreno frunció el ceño. Me señaló repetidamente con su dedo índice.

—Ya veremos. Nos vemos, enfermas. —y nos dejó.

Camila me observó—. ¿Está dolido o algo así?

Reí y me relajé un poco—. Sí, lo he rechazado varias veces, así que lo está.

Ella rió—. Pobre tipo. —tocó levemente la puerta de la dirección y entramos—. Hola, soy Cam- —la recepcionista la interrumpió.

—Sé quién eres. Toma. —le entregó un pedazo de papel, el cuál decía su dirección.

Lo tomé y le sonreí falsamente—. Debería ser más amable, no es su culpa que no le guste su vida.

Tomé de nuevo la mano de Camila y la saqué del lugar antes de que la señora pudiera reclamarme.

—¿Por qué le dijiste eso? —me preguntó.

—No debería tratarte mal. Es todo.

¿Quieres Ser Mi Novia? [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora