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Me avergonzaba pensar que podría enamorarme de Camila, pero cada que estábamos cerca y cada que compartíamos nuestros cuerpos lo entendía mejor.

No era mi simple entretenimiento o lo que hacía para hacer "justicia" y sentirme mejor conmigo.

Era eso, y el que lo fuera sonaba peligroso, no porque no me gustase enamorarme o algo similar, al contrario, el amor era hermoso, cuando era correspondido, y, pese a que Camila me quería, no estaba segura de que ella pensara igual a mí. Estaba segura de que progresaba, recordaba más que antes, pero no por eso estaba segura de que estuviera enamorándose también.

Por eso mantenía mis pies en la tierra y no me permitía elevar tan alto como sólo la castaña podía hacer.

Ese día, la hermana de Camila cumplía años, fue lo único que me dijo, pero hacía mis deducciones con respecto a lo que veía cuando iba a su casa. Sofía no vivía con ellas, tal vez, lo hacía con su padre. O tal vez, no, alguna vez la señora Cabello se había referido a ambas como parte de sus gastos, así que no estaba muy segura. Tal vez Sofía sólo no estaba en los momentos en los que yo estaba. Pero deducía que no pasaban mucho tiempo las tres juntas tampoco. Y eso lo sabía porque Camila tampoco hablaba mucho de Sofía.

Estaba segura de que sería raro, ya que estaría gran parte de la familia Cabello en aquel lugar. Y, sentía que no era buena socializando. Jamás había tenido una pareja estable y me sentía un poco nerviosa.

Estar enamorada de Camila me ponía nerviosa.

Observé el regalo de Sofía ya envuelto en mi escritorio. Esperaba que le gustaran las muñecas, ya que no se me había ocurrido nada más.

[...]

Me observé en el espejo por última vez, Camila había dicho que era formal, así que llevaba un vestido negro corto, no estaba segura de si era adecuado, pero ya no tenía tiempo de cambiarme. Salí de mi casa y paré un taxi, le indiqué la dirección y en poco tiempo estaba ahí.

En el patio podía observar a montones de personas y niños corriendo por todos lados, nadie iba formal. Tomé la bolsa de regalo y salí del vehículo. Llamé a mi novia y en cuanto contestó, le conté lo sucedido y prometió ir por mí.

Camila rió al verme—. ¿Lauren? Yo te invité a una fiesta de niños. —seguía riendo.

—Tal vez no lo recuerdas, pero me dijiste que debía ir formal —acusé, ella sonrió.

—No lo recuerdo, pero mamá me dijo esta mañana que te había invitado y eso. —no abrió el portón, tomó mi mano y me guió a la puerta trasera. Entramos y me señaló el atuendo que había escogido para mí. Un pantalón negro que había dejado algún día en su casa y una camisa suya—. Espero que te quede.

—¿Me estás diciendo gorda?

Negó. Rodé los ojos y bajé el cierre de mi vestido, saqué mis brazos y el vestido cayó al suelo por sí solo, dejándome en ropa interior.

—Wow. —mi novia mordió su labio y me acerqué a ella—. Espera, es la fiesta de mi hermana.

—De acuerdo —susurré. Me coloqué los pantalones y me dió una nalgada. La observé indignada. Rió y me pasó la blusa—. Me dices que no y luego me provocas. —entrecerré los ojos, la castaña se encogió de hombros y se dirigió al patio. Me coloqué la blusa, tomé el regalo de Sofía y la seguí.

—¡Sofí, quiero presentarte a alguien! —escuché a mi novia llamarla, sonreí al ver a la niña de alrededor de ocho años correr hacia nosotras—. Ella es Lauren, mi novia.

—Hola. —me agaché a su altura y ella me observó con mucho detalle. Le tendí el regalo y lo tomó, un poco tímida, al abrirlo encontró la muñeca y pude ver su cara de decepción. Observé a mi novia confundida, ella rascó su nuca, incómoda.

—Uh, gracias —la niña susurró.

—¿No te gustó? —negó un poco apenada—. ¿Por qué?

—Es que no me gustan las muñecas porque soy una piloto de fórmula uno.

¿Quieres Ser Mi Novia? [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora