Bradley aparcó el auto frente a la casa de mi abuela y posteriormente que nuestras miradas se cruzaran de manera fugaz, salimos del vehículo para encaminarnos a la puerta.
—Sólo quería decirte gracias, pues a pesar que pasamos juntos apenas un poco más de una hora, has hecho de este el mejor cumpleaños que he tenido—mencionaba mientras caminabamos a la puerta.
—Y yo te agradezco a tí por compartir un día tal especial como este conmigo—se detuvo, haciendo que yo también me detenga—. ________, en serio discúlpame por venir tarde, pero te prometo que cuando tú digas, pasaré todo el día contigo recuperando el tiempo perdido.
—Ya te dije que no te sientas culpable, comprendo—tomé su mano—, pero sin duda no rechazaré esa oferta, ya veré cuando la reclamo—él rió.
Debo admitir que su risa es un sonido que jamás podría pensar sería tan agradable y tranquilizante.
«Que cursi sonó eso»—se burló mi subconsciente.
Sólo digo la verdad, podría pasar escuchándolo reír por horas.
—Trato hecho—sonrió.
—Una vez más, gracias por la velada—me acerqué a su rostro para depositar un beso en su mejilla. Al darme cuenta de mi atrevimiento, retrocedí dos pasos apenada—. Lo siento, no debí...
—Te apena eso, ¿pero no haberme besado en la colina?—argumentó arqueando una ceja.
Seré estúpida.
—Yo... Pues...—miraba hacia todos lados, nerviosa.
El castaño soltó una risilla, tomó mi mejilla delicadamente con su mano mientras se inclinaba lentamente hacia mi rostro, dispuesto a besarme.
«¿Dónde está tu nerviosismo ahora, Lachey?»
Cuando nuestros labios estaban a punto de juntarse, la puerta se abrió sorpresivamente, ocasionando que nos separaramos casi al instante.
Gavin salió corriendo de la casa como alma que se lleva el diablo, y al notar que Bradley estaba ahí, comenzó a tirarle del brazo en dirección contraria a la puerta. El chico, al no entender el comportamiento de su amigo, se rehusaba a seguirle pisando firme, de esa manera el ojiazul no podía moverlo.
—¿Estás loco? ¿Qué ocurre?—cuestionaba extrañado.
—No es momento de preguntas, gordis, sólo vámonos en tu auto antes que venga a por mí—seguía jalando de él sin éxito, jadeante.
—¿Quién vendrá a por ti?—pregunté igual de extrañada.
En ese preciso instante, se plantó en el marco de la puerta la mismísima Loretta Hernández acompañada de su vieja confiable para espantar a la gente: Adriana, la escopeta sin balas.
—¿Pensaste que escaparías de mí, niño bonito?—dijo en un tono que hasta a mí me aterró.
El chico dió un gritito de niña, para seguidamente correr hasta el auto de Perry y meterse en él. Bradley, influenciado por el miedo que al parecer le causó ver que mi abuela manipulaba una escopeta, imitó la acción de su amigo, encendiendo el vehículo y largándose de ahí en tiempo récord.
Sidney apareció detrás de la señora, abriéndose paso para salir de la casa y dirigirse al borde de la acera. Al ver que el carro—que segundos antes había estado aquí—desaparecía a lo largo de la calle, se giró hacia nosotras con su ojo izquierdo tembloroso y sus puños a cada lado.
Oh oh, eso no es bueno, luce más loca de lo normal.
Regresó a la casa a paso fuerte, y al estar frente a la abuela, finalmente habló.
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Sigueme La Corriente➡️Bradley Steven Perry y Tú
Fanfiction-¡Por favor! ¡No llames a la policía! ¡Te lo ruego!-me arrodillé Él se volteó y me miró confundido-¡¿Que haces?! Levántate de allí-hice lo que me dijo-No llamaré a nadie, si tu haces algo por mi -Depende de que se trate -Vas a fingir ser mi novia -¡...