Capítulo 41 - La invitación.

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________'s POV

¿Dónde carajos puede esconderse un traje de baño?

Llevo al menos quince minutos buscando por toda la habitación dicha prenda y no la encuentro por ningún lado.

Sidney apareció en la puerta y apoyándose en el marco de la misma, vió con una mueca el desorden que había ocasionado.

—Parece que un tornado pasó por aquí—negó con la cabeza lanzándome una mirada seria—¿Ya vas a terminar de empacar? Tenemos que almorzar y luego ir a la casa del tío Luca con las maletas.

Tal como están pensando, vamos a ir de viaje, pero no a cualquier lugar, sino a la cabaña de los Bianchi en el bosque. Cada año, unos cuantos días antes que nosotras regresemos a casa, nos quedamos en dicho lugar para acampar al menos unos tres o cuatro días. La verdad, es muy divertido y a la vez tranquilizante darse un respiro de la ciudad y estar en contacto con la naturaleza.

—Lo sé, lo sé, pero no encuentro mi traje de baño por ningún lado—dije con frustración.

—Espera, ¿el de una pieza, celeste con puntos blancos?—asentí—, ¿el mismo que usaste cuando fuí por primera vez a la casa de Bradley y nos metimos al jacuzzi?—arqueó una ceja.

—Sí, ese mis...—caí en cuenta a lo que se refería y me dí un golpe en la frente.

Demonios, ahora me retrasaré aún más de lo que ya estoy, pero no tengo opción, o es irlo a traer a la casa de Perry o no entrar al río, y sin dudar me rehuso a la segunda.

Salí de la habitación seguida de mi hermana, para bajar las escaleras y dirigirme al sofá, donde se encontraba mi abuela viendo los adelantos de su telenovela por medio de su celular.

—Abue, ¿me prestas tu jeep? Tengo que salir un momento.

—No hay licencia, no hay auto—dijo sin apartar la vista del aparato electrónico.

Claro, lo que me faltaba.

—Iré con Sidney, ella conducirá—la mencionada se giró a verme con cara de "¿en qué momento dije que te acompañaría?"—¿No es verdad?—la miré, susurrando un "ayúdame" audible sólo para ella.

—Sí, es cierto, Lory—le sonrió a la señora.

—Bien, tengan—sacó las llaves del bolsillo de su buso y me las extendió.

—Gracias abue, volveremos en un rato—las tomé, le dí un beso en la mejilla y salí de la casa junto con mi hermana.

[...]

—Me debes una—refunfuñó, estacionando el jeep frente a la casa de Perry.

—¿Disculpa?—arrugué las cejas—, ¿quién accedió a acompañarte a comienzos del verano a esta misma casa?

—Y gracias a eso es que tú y el gordis se conocieron y ahora se gustan—dijo, provocando una sonrisita en mi rostro—. Debo admitir que también me benefició a mí, ahora estoy saliendo con el chico más lindo, tierno y loco de todo Los Ángeles—noté que ella también soltó una sonrisa como la mía.

Dios, estamos mal.

De pronto se giró a verme con un brillo en sus ojos, ese brillo que me indica tiene una idea. Una loca idea muy probablemente.

—¿Qué dices si invitamos a los chicos a la cabaña?—me miraba atentamente, esperando una respuesta.

No lo había pensado.

Sin duda sería divertido, pero no sé qué piense el tío Luca al respecto. Sí hay lugar para ellos en la cabaña de al lado, pues las tres amigas de Kenzie con las que siempre íbamos no están en la ciudad; pero no creo que considere apropiado que dos chicos que él no conoce nos acompañen. Además, ya saben cómo son los adultos, creen que los chicos y las chicas se relacionan nada más para llegar a otras bases.

Sigueme La Corriente➡️Bradley Steven Perry y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora