En este momento, me encontraba en el asiento del copiloto del Jeep de la abuela, el cual mi hermana conducía en dirección a la casa.
Su nerviosismo era notorio: sus manos apretaban el volante inquieta, de reojo me observaba por algunos instantes, además de relamer incesantemente sus labios.
—Ya te dije que sólo fue un besito—dijo como por décima vez.
—Sí, un besito con todo y lengua—burlé, ocasionando que soltara un bufido—. Sid, estabas contra la pared, con tus piernas alrededor de Gavin, comiéndose las bocas, ¿eso es un simple besito?
Abrió la boca para seguro decir algo contrario a lo que yo había dicho, pero la cerró porque seguro se dió cuenta que no tenía ni un buen argumento.
—Bueno, pero no le dirás esto a nadie más, ¿verdad?—aún se escuchaba nerviosa.
Reí a la vez que rodaba los ojos. Esta era una de las pocas veces en que sentía tener el control, que mi hermana me temía, ¿acaso soy la única que disfruta cuando pasa esto?
—Ay, Sidney, no les dije nada a mamá y papá cuando organizaste aquella fiesta en la casa mientras ellos se fueron de vacaciones, ¿crees que soltaré tu rollo con minion?
—Tienes razón—admitió encogiéndose de hombros—, además, no volverán a pasar ninguna de las dos cosas, ni nada que no se le pueda contar a un adulto, promesa de hermanita.
Al decir esto último, Sidney desvió su vista del camino para girar a verme y durante esos segundos de distracción se atravesó una señora por la calle, la cual mi hermana hubiera arrollado de no ser porque me dí cuenta a tiempo e hice que frenara.
Después de las obscenidades que la señora le gritó a la rubia mientras terminaba de cruzar la calle, ésta última siguió la marcha.
—Bien, eso tampoco hay que mencionarlo a nadie.
Luego de almorzar, que yo terminara de hacer mi maleta y despedirnos de la abuela y Lisa, Sidney y yo fuimos a la casa de los Bianchi, en donde el tío Luca y Mackenzie se encontraban peleando.
—Entiéndelo, ‹principessa›, no irá nadie que no conozca, ¡y menos si son chicos!—su tono de voz era como si le estuvieran colmando la paciencia.
—¿Qué pasa aquí?—preguntó mi hermana adentrándose en la sala, yo la seguí junto con Andrew, quien nos había dejado pasar.
Mack se encontraba en el sillón, de brazos cruzados y el ceño fruncido, mientras que el tío Luca estaba de pie frente a ella, masaejeándose la frente.
—Lo que ocurre es que el señor sobreprotector no quiere que nuestros amigos nos acompañen—bramó Kenzie.
Sidney dejó sus maletas en el suelo y se dirigió al lado del italiano mayor, el cual se giró a verla.
—Por favor, deja que vayan—hizo un puchero—, tal vez tú no los conozcas, pero puedes hacerlo durante la estancia en la cabaña, verás que son buenos chicos.
Él puso una mano en el hombro de Sid—Dulce, ninguna de ustedes puede comprender, no puedo llevar a tres extraños a compartir tiempo con nosotros, menos que duerman tan cerca de ustedes.
—Papá, ya te dije que estarán en la cabaña de al lado—respondió aún molesta Mackenzie.
—Esperen, ¿escuché mal o dijiste tres?—pregunté al tío, quien asintió—. Pero si sólo se trataba de Bradley y Gavin, ¿por qué tres?—mi pregunta ahora se dirigía a mi amiga, que inmediatamente cambió de semblante.
Todos en la sala la mirábamos esperando una respuesta, ella sólo soltó una risilla y se encogió de hombros.
En ese instante, alguien tocó el timbre y Andrew corrió a abrir la puerta, cuando escuché el chillido de emoción que emitió el italianito, rápidamente supe la respuesta.
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Sigueme La Corriente➡️Bradley Steven Perry y Tú
Fiksi Penggemar-¡Por favor! ¡No llames a la policía! ¡Te lo ruego!-me arrodillé Él se volteó y me miró confundido-¡¿Que haces?! Levántate de allí-hice lo que me dijo-No llamaré a nadie, si tu haces algo por mi -Depende de que se trate -Vas a fingir ser mi novia -¡...