Condenada
20
Primera Transformación—Veo que le hicieron remodelaciones al atuendo de la moza. —comentó Corsac nada más las tres siluetas estuvieron lo bastante cerca.
El campamento había sido recogido para poder partir en cuanto la líder del reducido comité de traficantes estuviese de regreso, los soldados, sin embargo, pensaron que tendrían que volver a armarlo conforme el amanecer se aproximaba y no veían rastros de la misma entre la frondosidad desnuda y teñida de blanco.
Tanto Corsac como los otros dos veían con mala cara que procuraban disimular lo mejor que pudiesen el cuello expuesto de la joven loba, conteniendo el instinto aprendido de cortar cada cuello Lycan que estuviese desnudo; y disimulaban, precisamente, porque se notaba a leguas que la persona que venía caminando firmemente dos pasos por delante de ella no estaba para tolerar ningún tipo estupideces.
Adara se limitó a pasar de largo, sin prestar la más mínima atención a las palabras del soldado que parecía no comprender que sus reclamos mal disfrazados de comentarios no tenían lugar.
Liah, por su parte, tuvo que sujetarse con fuerza las manos entre ellas para no llevárselas al cuello, conteniendo el estremecimiento que le causaba pensar que, ahora mismo, estaba completamente desprotegida de las espadas de los Vampiros.
Estando con Noam y la comisión de Kanclaws aprendió a ignorarlo en poco tiempo, seguramente por las palabras que le dedicó el joven moreno: nadie iba a castigarle por no tener el collar, pues lo señores no se encontraban allí.
Ahora, estaba de regreso con su ama y los señores, y por supuesto que a todos les estaban cosquilleando las ganas de abrirle el cuello allí, justo donde el collar que solía amenazar su vida también lo protegía. Se sentía atragantarse con su propia respiración, pero procuraba no acercarse más de lo correcto a su ama.
Después de todo, no podía confiarse de que realmente fuese a protegerle de nada.
—Si no queréis decepcionar a las doncellas, Corsac, es mejor que cerréis la boca. —advirtió West, a un par de metros detrás de la Lycan, en aras conservar tantos hombres como fuesen posibles para regresar a la fortaleza.
—Un perro sin collar es muy peligroso para un traficante. —Corentine apoyó el punto de vista del traficante imprudente, pero procurando hacer su voz sonar más como un consejo interesado en la integridad de la princesa.
La forma en que el hombre infló el pecho, a la esclava, le pareció el ofrecimiento para ser él quien resolviese ese problema y estuvo a punto de retroceder cuando la princesa habló.
—Liah no tomará acción contra nosotros. —sentenció Adara sin dejar de caminar.
Nadie se atrevió a contradecirla, pese a que los hombres conservaban sus dudas. La joven loba, sin embargo, no se sentía más segura. Tener tantas auras hostiles a su alrededor luego de haber pasado dos noches con un grupo de personas que la acogieron como si hubiese nacido dentro de su manada era desolador.
Porque sabía que pertenecía más aquí, con los traficantes que se contenían de no matarla, que allá, con los hombres que la sabían una Alfa. Era extraño, pues a pesar de que Kanclaws se sentía más hogar que cualquier sitio donde hubiese Vampiros, se sentía mejor estando ahí, con su ama, aun con el riesgo tan grande de ser ultimada por ella.
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Condenada
Kurt AdamPRIMER LIBRO A mediados del siglo XV, los Licántropos estaban al borde de la extinción. La campaña de cacería contra las bestias era muy exitosa. Los Vampiros eran señores de casi todas las tierras y los humanos debían pagar con plata u hombres...