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Miré las facciones masculinas de Adrien a través de la pantalla, no era lo mismo al verlo en personas pero aún así me sentí rara, no sabía que emociones tenía. Tal vez felicidad, ansiedad de abrazarlo. ¡No lo sé!

Agitó su mano en señal de saludo, imité su acción y esbocé una sonrisa.

—Directora.—susurré entre risas, Agreste sólo negó con la cabeza mencionando que algún día ocuparía el puesto de su madre.—¿Algún día serás el director ahí?

Él asintió, hice una mueca de asco eso era un espanto.

—Te ves preciosa, princesa.—me halagó, sentí como mi corazón latió rápido por unos instantes.

—Tú te verías mejor sin ropa.—le guiñé un ojo con coquetería.

Alzó una de sus rubias cejas, dirigió sus manos a su camisa y comenzó a desabrocharla con una mirada sexy. Relamí mis labios un poco al ver una parte del formado torso de ese Dios griego pero me di cuenta de algo.

—Sexo virtual, no sé lo que está a punto de ocurrir pero me está gustando.—solté una pequeña risita.—Por desgracia no podemos hacerlo yo estoy encerrada en mi habitación, tú en la oficina de tu madre. Sería una negligencia por parte de ambos.—él recapacitó.—¿Cómo te va con tu madre?

—Mejor, creo que gané su confianza de nuevo.—confesó con una pequeña sonrisa, inmediatamente le pregunté del internado de Irlanda.—¿Dónde está Alya? he ido un montón de veces allí.

—La extraño tanto, sin ella nada es lo mismo.—confesé con franqueza.—Adrien, ¿tú puedes hacer que tu madre le dé de alta?.—él asintió.—¿Enserio?

 —Sí, pero ella tiene que mostrar una mejora en su comportamiento.

—Eso no sucederá.—hice una mueca de tristeza y un puchero.—Es que enserio, la necesio.

—Princesa no pongas esa cara, no quiero que estés triste.—al oírme fingir sollozar algo en él se quebró.—Está bien, haré que puedas estar con tu mejor amiga otra vez. Te lo prometo.

—Gracias.—agradecí con felicidad.

Por un momento la sonrisa de Agreste se ensanchó y un pequeño hoyuelo se presentó en su pómulo izquierdo.

—Sabes no sé pero yo noto tu cambio.—alcé una ceja azabache en busca de su respuesta.—Puede que sea inconsciente, no te das cuenta que estás cambiando, y eso me gusta mucho. Te lo agradezco.

Chasqueé la lengua con enojo y dejé salir a la luz toda mi arrogancia.

—No estoy cambiando, ni sueñes. Te dije que lo que sentía no cambiaba nada. Buenas noches, minou.—corté la llamada hecha una furia.

Sentía como mi corazón se encogió, definitivamente era una estúpida por tratarlo así. Si tal vez estuviéramos saliendo nuestra relación sería tóxica, y yo no quería eso para Adrien.

Pasaron los días hasta convertirse en semanas y meses que el blondo no me llamaba, estaba fuera de lugar así que al principio comencé a beber como loca, festejaba a diario con diferentes chicos en el sentido de coquetear no hacer aquello.

El primer meses sin contacto con el de miraba verdosa empecé a desesperarme, su número salía como desconocido porque no podía ser registrado por mi teléfono, intentaba llamarlo pero aquello me lo impedía conforme pasaba el tiempo dejé mis manías, ya no bebía alcohol ni siquiera salía de mi habitación.

A mis padres no les importaba así que era normal, pasaba todo el día frente el celular hasta madrugaba esperando su llamada, pero nada. Tal vez él estaba harto de mi actitud de mil demonios.

Smoke Girl [Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora