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Comenten, please.

No sé cuánto tiempo pasó después de haber pasado tanto tiempo con Adrien echados en la cama pero en el momento en que el de mirada verdosa se levantó, mis ojos se abrieron de forma lenta.

Él se levantó para dirigirse hacia en el marco de la ventana observando a través del vidrio los rascacielos, por deducción pensé que aún extrañaba a sus padres, una despedida no era fácil de aceptar.

Imité su acción para acompañarlo, lucía nostálgico y hablaba para sí mismo porque no se había dado cuenta que estaba despierta. Mientras más me acercaba oí cada palabra con más claridad.

—Te extraño demasiado, mamá.—musitó abrazando sus rodillas, ocultando su rostro entre ellas. —Gracias por todo lo que me diste, di todo de mí para ser un buen hijo pero te fallé. Lamento por los problemas que te causé.

Iba a tocar su hombro, sin embargo, sus palabras me detuvieron.

La frase que salió de su boca me heló la sangre.    

—Marinette, perdóname tu también. Algún día tendré que decírtelo, no puedo ni imaginar cuando te des cuenta que  tu no fuiste la primera.

Apreté los puños, indignada. Tomé mi abrigo para salir del departamento, giré la perilla y miré a Agreste.

—Pues así es como reaccionaré.—exclamé serena.—Me largo de aquí, y sabes que no me expliques nada, ni me busques. Tu padre tiene razón, buscas chicas malas que te entretengan pero cuando quieren cambiar por ti las descartas y buscas a otras.

Abrí la puerta por completo pero él intentó detenerme.

—Eso no es cierto, déjame explicarte.

Cuando estuvo a punto de coger mi mano le di un portazo en la cara, bajé las escaleras con rapidez, de dos en dos antes que él pudiera atraparme.

En el instante que salí del edificio dejé que el frío me envolviera para acostumbrarme al clima.

Por suerte llamé a un taxi en el instante en que estuvo a punto de alcanzarme, me metí en el vehículo cuando estaba a sólo cinco metros de mí. Le dije que me llevara al aeropuerto, el taxi arrancó cuando Adrien estuvo a punto de detenerme. 

Suspiré con lastima observando de lejos su silueta, que cada vez más se perdía conforme avanzaba.


Traté de llamar a mi mejor amiga pero ella aún no me contestaba ni llegaba, todas las llamadas fueron mandadas a su buzón de voz.

Gruñí molesta al observar que habíamos llegado a aquel sitio, miré de reojo a la empleada que lucía preocupada.

"Señorita este lugar no me gusta" fue lo que me dijo la mujer pelirroja. Rodé los ojos con molesta.

¿A mí que me importaba lo que me dijera Tikki? Era una molestia personificada diciendo lo que tenía que hacer, era peor que el grillo de Pinocho, siempre se dignaba a arruinarme la diversión con sus regaños.

La mandé a callar y nos adentramos en aquel lugar disparatado, le di una copa de licor y la ojizarca la aceptó con desconfianza. Bebió un trago como una tortuga a contrario de mí que parecía que en lugar de vodka era agua lo que estaba bebiendo.

En otras palabras, tomé aquella bebida alcoholizada en menos de un minuto. 

—No estoy segura de esto, no creo que al señor Tom le parezca bien lo que estamos haciendo. —balbuceó la mayor.

—Te traje de compañía, no de consciencia.—le ladré, estaba molesta con su actitud tan aniñada.—Cállate de una vez.

Empecé a tomar como una loca que podía mencionar que el alcohol salía por mis poros, tenía gran resistencia pero esta vez la sobrepasé. Los recuerdos de Adrien vinieron a mi mente, quién diría que acabaría en una disco con una de mis empleadas completamente borrachas.

Smoke Girl [Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora