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Después de este capítulo entraré en hiatus, leer la descripción de abajo.

—¿Entonces eres soltera?

Una voz masculina retumbó contra mis oídos, fruncí el ceño por su pregunta para voltear a verlo.

—Sí, ¿tú?.—pregunté por cortesía.

Él asintió con la cabeza para sonreír de forma maliciosa.

—También yo, mi apartamento está cerca, si quieres vamos y hablamos por privado.—alcé una ceja a su atrevimiento.

Negué su propuesta.

—No, gracias, sólo vine a distraerme un rato.

—He escuchado de ti en las noticias.—su tono fue menos coqueto.—No te hagas la difícil.

Vaya, hasta en Australia era famosa, creo que hasta los canguros me conocían y de seguro me amaban.

Y no, cariño, no porque fui una maldita fiestera en el pasado significa que andaba de cama en cama. Obviamente para dormir, no se crean.

—Lo siento, pero ya tengo que irme.—me levanté de la barra para librarme del tipo.

Sin embargo, este sujetó mi mano antes de irme y me propuso que me tomara un bebida con él antes de que marchara hacia el hotel en que estaba.

Reí con sarcasmo debido a su ofrecimiento, por mí que el tipo se atragantara con la bebida y no sé tal vez para que me dejara en paz.

—Buen intento, baboso. No nací ayer para no darme cuenta que ese cubalibre tiene droga.—crucé los brazos fijando mi mirada en ese imbécil, él se hizo el ofendido.—Tengo mucha experiencia, eso trae droga.

Él negó.

—Entonces tómatela.—el azabache tragó en seco e intentó excusarse.—Dale un sorbo y yo me lo tomo.

Sus orbes color avellana se fijaron en el vaso y lo acercó a sus labios, pude ver como su manzana de Adán se movía debido al miedo.

—Vale, si lo tiene.—dejó el vaso en la barra y yo intenté escapar.—¡No te vayas!

Me tomó sin cuidado de la cintura y yo forcejeé para que me soltara pero el tipo era demasiado fuerte para mi desgracia.

La cosa no pudo ponerse peor cuando me subió a su auto en el asiento del copiloto, arrancó con velocidad y yo ya imaginaba como escapar.

¿Dijeron que ser una fiestera era algo malo? Pues bien de algo me serviría para deshacerme de él.

—Ni te fuerces en resistirte al final te gustará todo.—mencionó con tranquilidad.

Oh claro, a cualquier mujer le gusta que la violen. Estos tipos que fuerzan a alguien para tener relaciones son una mierda, ¿tan jodida está su vida sexual para obligarlos a hacer eso? 

Sean hombres o mujeres nadie merece esa experiencia traumática.

—¡Para el auto!.—lo obligué, él se negó riendo entre dientes.—¡Que paras el auto! ¡Necesito tenerte ya!

El hombre dio un frenazo y yo me lancé hacia él en actitud depredadora, con asco besé sus labios mientras mi mano se extendía hacia mi bolso.

Si quería salvarme tenía que ser convincente.

—Eres una fiera.

Cuando cogí el aparato que necesitaba sonreí contra su boca.

—Y electrizante.—saqué el aturdidor y se lo clavé en el cuello.

Smoke Girl [Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora