CAPÍTULO 17

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Aquella tarde, se encerró en su cuarto y pasó las fotografías a su laptop para revisarlas, se detuvo en cada hoja pero todo se veía normal, papeles de compra venta de caballos, ingresos y egresos de dinero, nada de allí le llamaba la atención. Necesitaría más que esa carpeta para entender qué podría ser lo que estuvieran haciendo con Thomas para sacarle dinero. Se tiró en la cama y suspiró, miró el reloj y se dio un baño para prepararse para la salida con Vincent, era un hombre agradable y de carácter afable, pero no quería hacerle pensar otro interés que no existía en ella y tampoco quería herirle. Se cambió lamentando haber aceptado aquella salida, en la casa ya habían cenado y  se dispuso a salir a esperarlo en la galería como habían quedado de acuerdo, pero cuando llegó a la puerta principal, Thomas estaba apoyado en el marco obstruyendo el paso.

—Buenas noches... —él se volvió hacia ella y la miró intensamente, supo que diría algo, pero se hizo un breve silencio. —Permiso, si me permite necesito salir... —esperó que él se corriera para poder pasar, pero sólo se puso levemente de costado obligándola a pasar por ese pequeño espacio y al hacerlo, quedó muy cerca de él.

—Julia... —sonó casi como un susurro que ahogaba las muchas palabras que deseaba decir y no se atrevía, los sentimientos que se agolpaban por aflorar y mostrarse libremente. Estaba tan hermosa que apenas si podía respirar, su aroma lo invadía y lo atormentaba, no sabía que sucedía, pero aquella necesidad de ella y los celos por su lejanía lo atormentaban. Ella se detuvo para escucharlo y se miraron allí tan cerca uno del otro sin decir nada. Estaba dispuesta a contestar cualquier insulto que él le propinara y se concentraría en ser lo suficientemente hiriente para que no volviera a lastimarla como lo había hecho esa tarde, pero en su mirada no vio aquellas intenciones sino otras que no alcanzaba a entender, tal vez necesidad de algo.

Vincent aparecía por el pasillo.

—¿Ya estás lista? —los interrumpió en aquel momento en que sin decir nada, sus miradas decían tanto.

—Sí, ya estaba saliendo.

—Muy bien, vamos. —Thomas se corrió y pasaron por allí hacia el coche.

Se sintió atorado de celos cuando su hermano le abría la puerta y ella sonreía. Deseó con todas sus fuerzas que no se enamorara de él y ese pensamiento sobre aquella posibilidad lo enloqueció más. Caminó de un lado a otro de la galería, se apoyó nervioso contra una columna, fue a las caballerizas, acarició a su caballo y sólo habían pasado 15 minutos, lo que hizo su frustración y desesperación aún mayor por lo larga que sería esa noche.

Llegaron al restaurante y pidieron algo de cenar.

—Thomas es un tipo muy difícil Julia, es tan duro que es capaz de pisotear a alguien para conseguir lo que quiere...

—¿Cómo puedes decir eso?... es tu hermano.

—Sí, lo es, pero no por eso dejo de ser objetivo. Lo amo, es mi hermano y es mi familia, lo que me queda, pero sí afirmo que a veces se extralimita en sus palabras y es cruel. Lo vivo en carne propia... —Julia lo miró frunciendo el ceño ante aquella afirmación. —imagínate que cada mes, debo rogarle y pasarle un listado de los gastos que tengo para que autorice el depósito en mi cuenta.

—Pero ¿por qué? ¿No puedes disponer de lo tuyo?

—Exacto... Mis padres dejaron a Thomas encargado de la administración de todo, inclusive de mí. —Julia lo miraba extrañada, él no era un niño, y no entendía por qué los padres debían hacer esa diferencia con ellos. —Él aprovecha esa posición muchas veces... entenderás que le encanta controlar todo a su alrededor y esa actitud nos ha creado problemas bastante serios. Irme a Argentina, es un descanso para mi vida y mis ánimos. Detesto rendirle cuentas y sobretodo, que haga lo que hizo esta mañana, controlar mi tiempo, mis horarios... es detestable.

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