CAPÍTULO 30

4.6K 615 20
                                    


—Thomas, que agradable sorpresa verlo por aquí. ¿Qué será que lo ha traído tan lejos? ¿Olvidé dejar algo en orden? ¿Ha sucedido algo con Martha?

Él sonrió al verla tan hermosa, llevaba el cabello suelto, una camisa a rayas y una falda floreada mientras sus ojos resaltaban con el maquillaje. Escuchar su verborragia lo estremeció y puso sus manos en los bolsillos de su jean para no correr y abrazarla.

—Julia... —dijo finalmente y olvidó todo lo que había planeado decirle, no le veía a la mente ninguna palabra. Ella abrió sus ojos expectante esperando que le dijera algo. —Martha está bien, no se preocupe. —Se quería morir... su mente y su corazón no se entendían. Había conducido tantas horas, había pensado en ella sin cesar cada hora de cada día y lo primero que le dijo era eso.

—Qué bien, me había preocupado... ¿y qué lo trae por aquí? ¿Desea que salgamos al jardín? —él asintió.

Caminaron a través de la cocina y salieron a un patio pequeño con muchas plantas que le daba esa calidez y se sintió más nervioso que antes. La miró allí tan hermosa y lo único que venía a su mente era la necesidad imperiosa de dar una explicación y no tenía palabra en la boca.

Ella suspiró mirando a su alrededor sumamente nerviosa por el silencio entre ellos, por verlo después de tantos días donde había soñado sus ojos, sus brazos y esa mueca que hacía al sonreír, pero no decía nada y se estaba impacientando. Temía que supiera lo de Vincent y Ann.

Estaba por decir algo, pero él se aproximó a ella silencioso pero decidido, tomó su mano y la apoyó en su pecho apoyando las suyas sobre la misma, acariciándola con el pulgar como ya lo había hecho alguna vez y ella sintió que se desarmaba por dentro.

—Julia, no soy bueno para las palabras y quiero que me disculpes por mi manera de decirte todo esto, pero intento pensar y no me sale nada bonito, así que voy a decir lo que me dicta el corazón que desde que he llegado no ha dejado de latir desesperado por verte, por abrazarte y por besar tus labios. —Ella abrió sus ojos conmovida por sus palabras, por su mirada intensa. Por primera vez la había dejado muda, no sabía que decir. —Estoy enamorado de tí, te pienso desde que despierto en la mañana hasta el momento en que cierro mis ojos por la noche. Anhelo tus sonrisas que me alegran la vida e iluminan todo dentro de mí y quiero matarte por haberme dejado sin decirme nada, por llevarte tu presencia que es lo único que creo capaz de hacerme feliz. —Soltó su mano, y se aproximó más a ella, bien cerca de su rostro que en aquel momento estaba con los ojos azules ampliamente abiertos, una media sonrisa y el cabello rodeándolo. Thomas tomó su rostro con ambas manos y con el pulgar recorrió sus labios, levanto más su barbilla y terminó besando sus labios muy suavemente. Ella recibió aquel beso con amor y suavidad, respondiendo a él con ternura. Lo rodeó con sus brazos y se escondió en su cuello como había anhelado hacer tantas veces. Él la apretó contra su cuerpo y acarició su cabello hasta que ella se apartó de él levemente aunque apoyando su frente en la suya y temblando por aquel beso tan lleno de amor. Una lágrima rodó por su rostro y sonrió.

—¿No puedes decirme algo más?... me ha encantado. —Thomas largó una sonrisa muy espontánea y la abrazó para luego terminar besándola nuevamente.

—Va a ser un poco difícil porque ya me conoces... pero seguro que me esforzaré a decirte todas las cosas bonitas que siento.

—Será un placer escucharlas. —sonrió y volvió abrazarlo. —¿Y ahora?

—Ahora te vienes conmigo... —La acercó por la cintura y ella se enredó en su cuello abrazándolo mientras él la levantaba en el aire y la besaba nuevamente. —No puedo creer tenerte así tan cerca de mí, poder besarte, abrazarte... —acarició su rostro y acomodó su cabello mientras los dos sonreían.

—Pues entonces vas a tener que acostumbrarte porque me encanta que lo hagas. —él volvió a sonreír.

—Muy bien, hay que preparar las cosas para irnos.

—No señor... no vamos a viajar de noche, es peligroso.

—¿Y entonces?

—Saldremos mañana... Esta noche hay festejo y de seguro baile. —Le sonrió de forma pícara y él replicó instantáneamente besando sus labios de nuevo.

—¿Y qué vamos a bailar? ¿Tango?

—No... Country... —Thomas largó una carcajada que resonó a su alrededor.

—Vas a tener que enseñarme...

—Será un placer.

Caminaron hacia la casa tomados de la mano y el de un tirón la atrajo hacia él y la besó. Ella le devolvió aquel beso demostrándole cuanto lo amaba. Caroline y Alfred se pusieron muy felices de verlos juntos y que Julia se viera tan feliz después de todo lo que había vivido. Se sentían tan agradecidos por cuidar de ella y por amarla. Aquella noche cenaron riquísimo, rieron y fueron a bailar. Thomas a pesar de no frecuentar nunca lugares de esos, se sentía pleno al pensar que vivía con ella aquellos instantes en que se sentía verdaderamente feliz.

Tomaron un trago en la barra mientras Caroline y Alfred bailaban en la pista y sonreían mientras se abrazaban. Thom estaba sentado en el taburete abrazando a Julia por la espalda inspirando su perfume en su cuello mientras reían mirando a su hermana y Alfred enredados entre tantos pasos. Ella se volvió a él, lo besó en la boca y le tomó de las manos para bailar Countryline. Él se negó con la cabeza y ella asintió, finalmente lo puso de pie y caminaron hasta la pista. La música comenzó y comenzaron paso a la derecha, luego izquierda con el pie derecho y luego izquierdo; Thomas se enredaba y no dejaba de mirar el piso mientras ella lo empujaba haciendo la siguiente secuencia, cruzaba el pie izquierdo, pasó el derecho por detrás del izquierdo y volvió a chocar con él que cansado de enredarse, la atrapó por la cintura y la abrazó besándola dulcemente en la boca que no dejaba de reír. Ella lo abrazó y terminaron en medio del country bailando un lento que sólo oían ellos dos.

Volvieron al departamento cansados de tanto reírse, con su hermana y Alfred que a Thomas le resultaron de lo más simpáticos y se sentía muy bien con ellos. Le ofrecieron el sillón de la sala para que descansara pero él prefirió un hotel para no incomodarlos. Se abrazaron en la entrada y les costaba despedirse. Él avanzó hacia el coche y ella corrió tras él abrazándolo por la espalda y cuando se volvió a ella, la tomó por la cintura acercándola a él y besando la punta de su nariz.

—Te amo —le dijo ella sin pronunciar sonido, solo moviendo sus labios, y él la atrajo, la abrazó fuerte y le repitió al oído las mismas palabras. Se despidieron nuevamente y ella lo vio alejarse en el coche deseando que fuera la mañana para abrazarlo nuevamente.

Perseguir El VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora