EPÍLOGO

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—¿Qué vamos a comer hoy? —Thomas rodeaba con sus brazos a Julia que aún tenía los ojos cerrados de sueño.

—Amor... es muy temprano para pensar en la comida.

—Es que tengo ganas de comer una barbacoa... ¿Qué te parece?

—Aha... lo que quieras... —Thomas se volvió hacia ella y le levantó un párpado mientras reía. —Noooo, no seas malo... quiero dormir un poquito más.

—Vamos Don, ven a despertarla que no me hace caso... —El perro Golden Retriever se acercó a la cama, de un salto subió y acercó su hocico a la cara de Julia que frunció la nariz.

—Nooo... ¿Por qué?... Dios, no puedo dormir en esta casa con ustedes dos... confabulan en contra de mi sueño... —Thomas acarició a Don en la cabeza y detrás de las orejas sonriendo.

—Es que tenemos un regalo para darte... —Julia abrió los ojos inmediatamente y se sentó en la cama de un salto.

—¡¿Qué?! —Thomas sonrió y la besó en los labios mientras le alcanzaba una bolsita de tela.

Ella muy expectante y sonriente abrió despacio y al meter la mano dentro, sacó dos llaves.

—Ésta es la de un hermoso auto que hay estacionado afuera en este momento. —Julia lo abrazó y festejó con una sonrisa enorme...

—Amor, no hace falta... Gracias. Es un regalo increíble.

—Es que me contó un pajarito de Clarks que eres muy eficiente en tu trabajo, una de las mejores... y bueno, quería premiarte... para que puedas ir y venir sin problemas. —Ella lo besó en los labios.

—Gracias... —Se levantó rápidamente, se puso las pantuflas de gato y el sweater de Thomas y corrió hacia fuera con Don siguiéndola mientras movía su cola de un lado a otro.

El BMW la esperaba en la entrada, el azul de la pintura brillaba y resplandecía. Ella llevó sus manos a la boca cubriéndola y Thomas apareció a su lado apoyándose en el marco de la puerta y sonriendo por la felicidad de ella. Julia corrió hacia él, de un salto se abrazó con las piernas y los brazos besándolo apasionadamente.

—Gracias amor... vas a tener que enseñarme a conducir. —Thomas asintió y con la otra mano levantó la segunda llave y la puso a la altura de sus ojos. —¿Y esta?

—Para saberlo vamos a tener que hacer un viaje a una hacienda en Tennessee. —Ella lo miró incrédula.

—No puede ser... No puede ser... —Thomas asintió con la cabeza.

—Quiero que hagamos algo en ella... tal vez en algún momento podamos mudarnos allí. El lugar es precioso y me encantaría que mis hijos jueguen y crezcan felices como lo hiciste tú. —Julia lo miró no pudiendo creer todo lo que sentía por ese hombre que la amaba y le demostraba cuanto, a cada momento.

—No sé qué decirte... es más que todo lo que alguna vez soñé... y esto que me has dado tiene tanto valor para mí que no puedo expresar lo que siento.

—Guau, sí que te he sorprendido entonces... —Sonrió y ella besó sus labios, porque cada día se hacía más frecuente en su rostro.

—Me encanta que sonrías...

—Lo hago por ti...

—Bien... quiero decirte algo...

—Mmm... ¿Qué has hecho?

—¿No vas a enojarte?

—Julia...

—Por favor... no te enojes... es que hemos organizado con Martha una cena especial, y...

—¿Y...?

—Y hemos invitado a Vincent y Ann... —Dijo finalmente y Thomas se volvió dándole la espalda y apoyando el brazo en el marco de la puerta. —No te enojes amor... ya pasaron muchos meses, no es bueno estar separado de la familia. Es lo único que tienes, y Ann... te ha dado un sobrino finalmente...

—Julia...

—Quiero ser tía, quiero que disfrutes a tu sobrino, que me dijiste que amabas como si realmente fuera tu hijo...

—Julia...

—... y quiero que crezca recibiendo las atenciones del tío Thomas y la tía Julia... que venga con ganas de que lo mimemos, que le enseñes a montar...

—Julia...

—¿Qué?

—Te amo. —Ella sonrió y se aferró a su espalda abrazándolo.

—Yo también amor.

Se abrazaron allí, porque Thomas entendió que ella completaba su mundo, porque le ayudaba a ser mejor, porque Dios se la había regalado para poder al fin sentir esa felicidad que anheló toda la vida. Recibieron a Vincent y Ann y aunque la cena al principio estuvo bastante tensa, abrazar a ese pequeño no tenía precio, y Thomas aprovecho para hablar con su hermano, para ponerse de acuerdo en algunas cosas respecto a su problema con el juego que finalmente había pensado en tratar y por el dinero. Julia lo miró a través de las velas que estaban en la mesa y sonrió, mientras él replicaba inmediatamente aquella sonrisa. Tomó su mano y la apretó fuerte transmitiendo que todo lo que estaba haciendo era lo correcto.

Aquella noche en la hamaca de la galería, ella buscó un sobre y se lo extendió.

Antes de abrirlo, la miró a los ojos, la besó y le susurró.

—¿Quieres casarte conmigo Julia Chase? —ella apretó sus labios contra los de él y enredó sus pies con los suyos.

—Claro que sí Thomas Gibson.

Thomas sonrió con aquellas finas líneas en sus ojos que a ella volvían loca, porque se sentía feliz, porque se sentía libre y seguro de cada paso que estaba tomando, porque casarse con ella era lo que más anhelaba en el mundo.

Abrió el sobre y sacó dos pasajes.

—¿Qué es esto?

—Nuestras vacaciones, o nuestro viaje de bodas. Lo que quieras...

Sonrió y al poco tiempo armaron el viaje a la playa, Thomas se alejó del trabajo por veinte días dejando a Vincent a cargo, que para su sorpresa, aceptó gustoso.

FIN

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