Capítulo 23

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— ¿Qué pasa si soy terrible dando mamadas? —le pregunto a Nathan

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— ¿Qué pasa si soy terrible dando mamadas? —le pregunto a Nathan.

Después de obtener una velada maravillosa y comida más maravillosa en el restaurante que Nathan había agendado para nosotros, nos dirigimos a un hotel en el centro de la ciudad. Ni siquiera tuve que esperar en el auto cuando Nathan reservo la habitación. No. Estuve con él. A su lado. Lo que significó una gran hazaña para mí.

— ¿Crees que puedas ser peor que yo? —me pincha, regresándome mis propias palabras. Giro los ojos dramáticamente, y lo miro con una sonrisa.

— Sabes que esa mierda que dije no es verdad, —digo, totalmente serio. —Estoy hablando en serio, Nathan. ¿Qué pasa si... si no te gusta?

— No creo que eso suceda, —me indica—. He estado pensando mucho en mi pene dentro de tu boca, no hay forma de que logres defraudarme.

— Per-...

— Ponte de rodillas, Christopher.

— ¿Disculpa?

— No me mires así. Dije que te pusieras de rodillas.

Quiero decirle que no, que esto es una locura, que no estoy listo para tenerlo en mi boca. Pero en vez de eso, me pongo de rodillas frente a él, y espero, mirando su cuerpo increíblemente perfecto, todos esos músculos tonificados y piel suave. La tinta negra en su piel que solo lo hace lucir peligrosamente sexy. Su rostro masculino con la sombra de barba oscura. Él es hermoso.

Respiro profundamente, mientras el deseo se arremolina en mi estómago.

Él camina hacia mí, sosteniendo su pene en su mano de manera intimidante, mientras se masturba. La cabeza ancha, extendiéndose obscenamente alrededor de su puño.

— Dime que lo quieres, Christopher.

De rodillas en este momento, me siento tan avergonzado por desear de forma tan desesperada el pene de otro hombre. Trato de decirme a mí mismo que está bien ser débil, porque Nathan puede ser lo suficientemente fuerte por los dos.

— Lo quiero en mi boca, —susurro, sintiéndome en una mala película porno. Totalmente ridículo.

¿De verdad acabo de decir esas palabras?

Él da un paso más cerca, y la cabeza de su pene golpea contra mis labios. Por un segundo él me deja captar su olor. Él olor por el que me he estado muriendo, y me toma cada gramo de autocontrol en mi cuerpo el no sacar mi lengua y robar un poco de su sabor. Necesito que esto comience, que él me saque de mi miseria, pero al parecer, él va a hacerme rogar por esto. Mientras yo estoy aquí, arrodillado como un mendigo, con las fibras de la alfombra clavándose en mis rodillas y la vergüenza amenazando con sofocarme.

— Te quiero a ti, Nathan. —admito, cambiando mi vergüenza por la sinceridad. — Te quiero sentir en mi lengua. Quiero que folles mi boca. Quiero que te derrames en mi garganta, ¿quieres que ruegue por ello? Voy a hac-...

Él empuja la cabeza hinchada de su pene entre mis labios, cortando mis palabras. Su dura erección se desliza en mi boca, y trato desesperadamente de tomar más de él dentro de mí. Nathan se estremece con fuerza y echa su cabeza hacia atrás con un largo gemido, disfrutando de estar enterrado en mi boca.

— No tienes que suplicar por ello, Christopher. —dice, mirándome de nuevo. Una gran mano se envuelve alrededor de la parte posterior de mi cabeza, manteniéndome en mi lugar. — Solo necesito que te des cuenta que quieres esto tanto como yo.

Luego comienza a moverse, incrementalmente.

Estiro mis labios aún más para tratar de ajustarme a su tamaño, sintiendo la cresta de la parte superior de la cabeza de su pene golpeando en la entrada de mi garganta. Su eje hace cosquillas en el techo de mi boca, y su sabor está matándome. Nunca imagine que tener el pene de otro tipo en mi boca iba a sentirse tan bien.

— Relaja tu garganta, —Nathan me ordena. Esa es la misma frase que he usado con las chicas a las que les he metido mi pene en su garganta. Y ahora él me lo está diciendo a mí.

Hago lo que él me dice y siento un leve impulso de amordazamiento, pero nada que no hubiese esperado al darle una mamada a otro hombre. Cuando mi garganta se relaja contra su pene, este se desliza más profundo en mí, y yo chupo fervientemente, dejando que él se hunda en mí.

No sé si esto se siente bien, debido a que es mi primera mamada, pero por Dios, desde donde yo me encuentro, estoy disfrutando bastante. ¿Cómo he vivido toda mi vida sin sentir el pene de Nathan en mi boca? Es como si cada momento de mi vida lo hubiese vivido en blanco y negro, y se llenara de colores hasta este momento, mostrándome una necesidad que nunca antes he experimentado.

— Joder, Christopher. Tu boca se siente tan bien. Tan malditamente bien. —sus caderas se empujan hacia adelante y hacia atrás, empujándose lentamente dentro y fuera de mi boca. — Dios, he querido follarte esta boca desde la primera noche que nos conocimos. Esta maldita boca inteligente. Eres tan sexy.

Nathan me toma fuerte de la parte de atrás de mi cabeza con sus dedos imposiblemente fuertes, manteniendo mi boca llena de su grueso pene. Él guía cada movimiento, empujando y saliendo a un ritmo lento y constante. Sacude la mitad inferior de su pene con su mano, mientras la mitad superior está siendo cubierta con mi boca. Demonios, él es tan jodidamente grande, ¿Cómo logramos acoplarnos cuando él desliza este pene grueso dentro de mí? Eso es un misterio.

Su mano no se retira de la parte posterior de mi cabeza, y puedo ver su cuerpo rígido por la tensión, como si temiera perder el control de todo esto. Me encanta saber que soy el culpable de esto.

— Joder, tu boca fue hecha para mí, Christopher. Te quiero de rodillas para mí todo el maldito tiempo.

Cada palabra susurrada es lo más sexy que nunca he escuchado. Su voz se torna más oscura a cada segundo, y tengo miedo de correrme en seco solo por escucharlo. Estoy al borde de la lujuria profunda, y estoy deseando cada gota de deseo dentro de este hombre. Mi pecho se llena de orgullo al saber que he logrado hacer que Nathan reaccioné a mi toque de esta manera.

Me encuentro hipnotizado por su voz, amando cada deslizamiento de su piel dentro de mi boca. Y ella está aprendiendo la forma de su pene de memoria: cada oleaje, cada vena. Chupándolo como si fuera mi única fuente de sustento.

— Mierda, no estoy listo para correrme, pero no puedo detenerlo, —gime—. No te retires, Christopher, quiero llenarte.

Gimo con mi boca llena de él en aprobación, eso es lo que quiero. Quiero sentir su semen cubriendo mi lengua y garganta, quiero probarlo. No podría retirarme en este momento aunque me dijesen que el mundo se está terminando allá afuera.

El pene de Nathan se expande notablemente en mis labios, y sus venas se hinchan, volviendo su pene increíblemente erecto. Sus movimientos controlados no se aceleran, no cambian, pero él deja escapar un largo y agónico gruñido cuando se corre.

Siento su semen derramarse en la parte posterior de mi garganta, arrojando cuerdas espesas de crema, llenando mi boca con espesos chorros de esperma caliente.

Cuando él deja de estremecerse, se inclina y me toma de los brazos levantándome con facilidad.

— Joder, eso ha sido increíble. —gruñe, antes de tomar mi cara entre sus manos y besarme profundamente, probando su sabor en mis labios. Gimo en su boca, y el deseo derrite todo dentro de mí. El solo pensar que él tiene su lengua en mi boca, la misma boca que acaba de tragar su esperma, es suficiente para hacer que mis rodillas se doble de deseo. — Tu turno, —susurra contra mis labios.

Cierro mis ojos y respiro con fuerza contra él, estoy a punto de desmoronarme de deseo y la noche apenas ha comenzado.

QuarterbackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora