Mis pasos resuenan en el suelo de mármol del aeropuerto de Georgia mientras arrastro mi maleta junto a mí. A mi lado, Leo está hablando con uno de sus contactos tratando de encontrarnos buenos lugares para el partido de mañana.
En nuestro vuelo, Leo me ha explicado que no puedo ver a Christopher hoy. Quizá tampoco pueda verlo mañana después del partido. Y es muy probable que su equipo parta de nuevo a Baltimore por la mañana después del juego. Lo que significa que no voy a ver a mi hombre en las próximas setenta y dos horas, y ese hecho me está carcomiendo por dentro. He venido hasta aquí porque él me lo pidió. He venido hasta aquí porque mis brazos hormiguean cuando pienso en que voy a poder volver a abrazarlo. Y mi pecho se aprieta cuando recuerdo que no vamos a escondernos más. Que él ha dado un paso enfrente y me ha reclamado como suyo a nivel nacional a una audiencia homofóbica en su mayoría.
Mi cabeza no puede dejar pensar en cual fue el detonante para que Christopher decidiera salir tan públicamente. Claro, las malditas fotos lo acorralaron, pero en esa entrevista el parecía realmente feliz. No sé veía obligado o forzado a decir las palabras. Él estaba fuera y orgulloso y yo no puedo estar más feliz por él.
Camino a través del aeropuerto como si fuera el dueño del mundo. Nunca me he sentido más feliz en mi vida y sé, sin lugar a dudas que soy dueño del mundo. Christopher es el mundo para mí, y él es mío. Joder, soy tan afortunado.
Cuando salimos de las puertas de embarque, veo una cara conocida al otro lado del pasillo. Mierda. El padre de Christopher está al otro lado y comienza a caminar hacia nosotros con las manos en sus bolsillos y una expresión neutral en su rostro. He intentado odiar a este hombre desde el día que estuve en su oficina, pero no puedo. Algo dentro de mi cabeza lo ha impendido todo este tiempo. Quizás es por todas esas fotos que tiene de Christopher a través de su oficina. O quizá es por la forma en la que sus ojos se iluminan con orgullo cuando habla de su hijo, no estoy seguro. De lo único que estoy seguro ahora mismo es que sí él está aquí para hacerme retroceder, y así evitar ensuciar el apellido Lowell con mi presencia, voy a patear su culo adinerado. Nada ni nadie va a lograr que me pierda de ver a Christopher en este juego.
Él se detiene frente a mí y ambos nos miramos fijamente. No estoy dispuesto a dar un paso atrás frente a este hombre.
- Así que nos volvemos a ver, señor Holden. -dice finalmente-. Dime, ¿Por qué fuiste a mi oficina realmente ese día? -sus brazos se cruzan sobre su pecho. Supongo que está tratando de intimidarme. Es una pena que ningún hombre sobre la tierra pueda llevar a cabo ese estúpido acto. Aunque si lo pienso por un segundo este es el padre de mi amante. El hombre que admitió frente a todo el país que yo era su novio. Joder, quizá y solo quizá su acto de intimidación funciona solo un poco.
- Solo estaba tratando de buscar respuestas para tratar de entender qué clase de padre empuja a su hijo a hacer algo que claramente no quiere. -respondo-. Estaba muy enojado con usted, señor Lowell. Aun lo estoy. Hay cicatrices en Christopher que podrían ser imborrables y todas ellas son gracias a su estúpida familia. -Escupo con desdén-. Manipulaste a Christopher para aceptar una vida que no quería, o permitiste ceder el poder a alguien más para que lo hiciera. Eres su padre, se supone que es tu puto deber protegerlo. -digo, con más furia de la que puedo acumular en solo cinco segundos. Estoy molesto con el padre de Christopher, pero sé que hay algo de mis propios sentimientos involucrados. Porque sé que no solo estoy hablando del patético papel como padre de este hombre, sino también por mi propio padre. Él tampoco me protegió, en cambio me hecho a la calle y me repudio solo por mi sexualidad.
- Eso es... impresionante. Eres muy perceptivo, ¿he? Chris ha sabido ocultar muy bien sus sentimientos todo este tiempo. Pero me alegro que te haya encontrado. -él me da una larga mirada. - Es posible que hayas salvado su vida. Demonios, es posible que hayas salvado nuestras vidas. -Declara extendiendo su mano-. Bienvenido a la familia.
Miro su mano con desconfianza, como si fuese una serpiente a punto de morderme.
- ¿Me estas tomando el pelo? -pregunto molesto, mucho más molesto de lo que debería sentirme por esta bandera blanca. - ¿Estas tratando de convertir mi relación con Christopher en algo positivo para el clan Lowell? ¿De qué se trata esto?
- Me agradas. -responde él padre de Christopher, evaluándome largamente-. Y esto no se trata sobre el clan Lowell. Se trata sobre Chris y como está intentando hacerlo mejor a pesar de sus miedos. Apreciaría si nos apoyas en esto. Lo único jodido en esta historia es que la intimidad de ambos fue violada. Pero no te preocupes, he encontrado al culpable de esto y va a pagar por todo, te lo aseguro.
- ¿Quién libero las fotos? -pregunto, porque esta es nueva información.
- Samantha Sherwin. -responde Leo, a mi lado. - ¿Quieres que me deshaga de ella?
Frente a mí, el padre de Christopher jadea sorprendido por el comentario de Leo.
- No tome las palabras de Leo en serio, señor Lowell. -le digo rápidamente antes de que haga suposiciones equivocadas-. No matamos personas, -le doy a Leo una mirada irritada-. Sin embargo vamos a destruir la carrera de la chica.
- No sí yo la hundo en prisión antes. -afirma. - Por cierto, llámame Chris.
- Uhg, no sé si pueda hacer eso. -digo rápidamente. Él se ríe.
- ¿Eso podría ser un poco raro para ti? Pensaremos en algo, no te preocupes. Entonces, ¿estás listo para ir al hotel? Mireya se muere por conocerte. Tiene planes para la cena de esta noche. No te sientas obligado a venir, pero me matara si se entera que no te pase el recado. -él sonríe-. Oh, Chris te mando estos. -dice, deslizando su mano en su bolsillo y sacando un par de tickets. Sus mejillas se tornan de un rosa rápidamente. Ustedes estarán sentados en el lugar de los familiares. Otra sonrisa estalla en sus labios. - Se suponía que eran las entradas de sus abuelos, pero resulta que no fueron invitados.
- ¿Cómo sabía él que vendría? -pregunto mirando los tickets como si fueran un tesoro demasiado preciado. Y es que joder, lo son. Estos simples trozos de papel me acercan a Christopher.
- No lo sabía. Él solo tenía la esperanza de que vinieras. Yo, por otro lado, debo confesar que te he estado monitoreando y supe desde el segundo en que saliste de tu departamento y fuiste al aeropuerto de Baltimore hasta que llegaste aquí. -él me mira con el rostro serio. Todo rastro de amabilidad se esfuma en un segundo-. Él está enamorado de ti. Date la vuelta y vete ahora mismo si no te sientes de la misma manera.
- No voy a ninguna parte.
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Quarterback
Romance- No voy a ninguna jodida parte contigo, -me quejó. A la mierda si caigo en su trampa. - Bien, entonces deja que te lleve mi conductor. -él camina en dirección a la puerta, antes de detenerse, gira y vuelve a mirarme. - Ah, y ¿Christopher? Te veré...