— Vamos a salir de aquí. —susurro, coloco una palma contra su mejilla y lo beso en los labios antes de tomar su mano y guiarlo por el pasillo hacia mi dormitorio. Él me sigue aun envuelto en seda negra, y joder nunca se ha visto tan bien.
Cuando entramos a mi habitación el sol da la tarde aun brilla y se filtra a través de las cortinas blancas. Dejo a Christopher cerca de la cama antes de moverme hacia las ventanas y desplegar la segunda capa de cortinas grises que inundan rápidamente la habitación en oscuridad. Este lugar es el más sutil del resto de mi departamento. La cama de roble macizo me incita a trepar junto a Christopher sobre ella y probar su resistencia. Las sábanas blancas sobre mi cama representando pureza me llaman a hacer cosas sucias sobre ella. Y el cuadro que Cristopher pinto sobre mi club está colgando sobre la pared extrema al otro lado de la habitación, recordándome el día que conocí a este hermoso hombre y todo el camino que hemos recorrido hasta hoy.
Cuando muevo mi mirada para encontrarme con Christopher, él aun esta donde lo deje, con la manta aun cubriendo su hermoso cuerpo. Me acerco a él lentamente, acortando la distancia entre nosotros.
— Vamos a deshacernos de esto, —digo en voz baja, quitando la sábana de su cuerpo y arrojándola al suelo. — Eres tan hermoso, Christopher. —susurro admirando todos esos músculos tonificados. Maldita sea, gracias futbol. Nunca pensé que estaría agradecido por ello algún día. Nunca he sido fan del futbol, o de los hombres construidos de la forma en la que Christopher está hecho. Normalmente tengo una inclinación totalmente diferente por otro tipo de hombres. Sobre todo me gustan los hombres que están fuera del armario y entrenados en el arte del BDSM. Hombres que no tengo que tratar con guantes de seda. Pero una vez más, Christopher es totalmente diferente y me encanta.
Él es todo piel blanca y músculos magros. Su rostro es casi demasiado hermoso para pertenecer a un hombre, pero él logra ser hermoso y masculino al mismo tiempo. No entiendo como lo logra, pero es hermoso.
— No puedo creer que exista un hombre como tú, —declaro y me inclino para besar la base de su cuello. Él gime suavemente y tira de su cabeza hacia atrás dándome más piel para adorar. Lo beso suavemente a lo largo de su hombro, su clavícula y subo nuevamente a su cuello, beso su mejilla y me muevo para chupar el lóbulo de su oreja en mi boca.
— Nathan... —Christopher susurra, antes de mover su rostro y encontrar sus labios con los míos en un beso. Un beso lento y gentil, mucho más lento de lo que me gustaría admitir, pero me encanta. Tomo su cabello y hundo mis dedos en las suaves hebras, inclinando su cabeza para obtener mejor acceso. Lo beso profundamente, tan profundamente que solo puedo concentrarme en su sabor dulce y ligeramente mentolado, y en como su lengua parece tener una maldita línea directa con mi pene que esta insoportablemente duro.
Cuando me separo lentamente de él, apenas y recuerdo en donde estamos. Me apoyo contra él, juntando su frente con la mía. Me siento como si estuviera borracho, hambriento de su boca. La expresión de su cara y la lujuria en sus ojos casi me envían de rodillas.
ESTÁS LEYENDO
Quarterback
Roman d'amour- No voy a ninguna jodida parte contigo, -me quejó. A la mierda si caigo en su trampa. - Bien, entonces deja que te lleve mi conductor. -él camina en dirección a la puerta, antes de detenerse, gira y vuelve a mirarme. - Ah, y ¿Christopher? Te veré...