— ¿Se me permite decir que creo que esta es una mala idea? —Vance me mira con ojos teñidos de preocupación desde el otro lado de la habitación.
— Eres el único hombre al que le puedo confiar esto. —respondo con sinceridad. Él mira el vaso de whisky en su mano antes de beber el contenido completo. Por su lenguaje corporal cualquiera podría pensar que le he pedido que mate a un hombre o algo parecido.
— Sí, pero insisto que esto es una mala idea. Terrible en realidad. Sus padres y abuelos son abogados. No solo eso, son las personas más influyentes de este jodido lugar, y tú te estas follando al heredero del imperio Lowell, vas a conseguir que demanden tu culo. Tus hijos tendrán demandas. —Me apunta con un dedo—. Los hijos de tus hijos tendrán demandas. —gruñe antes de acercarse a la barra de licores y servirse un trago doble del alcohol ámbar.
— Él vale la pena correr el riesgo, —confieso mirando el contenido en mi vaso intacto. No estoy de humor para disfrutar del licor caro. No cuando he venido hasta aquí para compartir voluntariamente a Christopher.
Las cosas no deberían ser así. Él es mío. Solo yo debería tocarlo. Solo yo debería de tener el placer de ver ese hermoso cuerpo desnudo. Solo yo debería de saber los sonidos que hace cuando esta excitado y cerca del límite. Solo yo.
Sin embargo, no hay nada que no le daría si me lo pidiese, le daría el mundo y más. Pero si lo que él quiere en este momento es un trío, joder que el señor me perdone, pero se lo voy a dar aunque una parte de mi corazón se rompa ante el pensamiento de compartir a mi quarterback con otro hombre.
— Joder, —Vance gruñe en voz baja acercándose a mí y tomando asiento a mi lado en su sofá de piel sintética—. ¿Estás enamorado de él? —me pregunta en voz baja, como si fuese un maldito secreto que debe mantener, a pesar de que somos las únicas personas en este lugar.
— Sí. —respondo sin vacilar, porque; joder sí, estoy enamorado de ese chico. Estoy enamorado de sus grandes y expresivos ojos azules. Y de la forma en la que sonríe cuando está feliz. Demonios, incluso estoy enamorado de su sonrisa perezosa después del sexo. Me encanta esa lengua viperina que me contradice y hace comentarios listillos en momentos que no debería. Me gusta la forma en la que gime mi nombre cuando el orgasmo lo desgarra. Pero sobre todo me encanta el hombre que soy cuando estoy alrededor de él. Es como si hubiese estado toda mi vida viviendo en blanco y negro y Christopher la hubiera coloreado cuando entro en ella. Así es como se siente. Volvió algo simple en arte. Así es como me siento cuando estoy con él.
— ¿Él lo sabe? —pregunta, parece muy interesado en mi respuesta.
— Joder, no. No lo sabe, y no debe enterarse de eso.
Vance me mira como si hubiese perdido completamente la cabeza.
— ¿Por qué mierda no? ¿Piensas decírselo en algún momento, cierto?
Niego rotundamente, porque si de algo estoy seguro es que en cuanto le diga a Christopher lo que estoy sintiendo por él, se marchara de mi lado tan pronto como pueda. No vale la pena tomar el riesgo. Si no fuera un puto cobarde, arriesgaría mi corazón en la línea y lo rompería yo mismo. Pero sé que en algún momento Christopher se marchara de mi lado y me romperá el corazón de igual forma. Así que tomare todo el tiempo que él quiera darme. Y me resignare a el placer de que Christopher Lowell, el único hombre que alguna vez amare, me rompa el corazón.
— Eso no importa, Vance. Lo único que importa en este momento es que te necesito. ¿Vas a ayudarme o no?
Vence mira a través del cristal de sus ventanas. Las cortinas blancas se mecen por el aire del puerto de Baltimore. Él tiene una vista de la cuidad y parte del puerto. Es una vista increíble, pero en lo personal no me gustaría vivir tan cerca del agua.
Afuera el sol brilla en su esplendor y aunque es un día hermoso, no puedo dejar de sentir que es un día lúgubre. Porque nunca imagine que estaría aquí buscando a otro hombre para compartir a mi hombre.
— Es una mala idea, Nathan. —responde al fin, Vance dando otro largo trago al licor. — Pero sí, voy a hacerlo. No puedo decirte que estoy completamente entusiasmado por la idea de armar un trió contigo.
— No es la primera vez. —refunfuño, porque aun no puedo entender esta negativa de su parte. Antes, cuando le pregunte si quería hacer una escena conmigo y otro sumiso, parecía bastante entusiasmado. Entonces un pensamiento nace en mi cerebro. — ¿Estás viendo a alguien? ¿Es por eso que no quieres hacer esto? Sabes que no tienes que hacerlo si no quie-...
— No estoy viendo a nadie, Nathan. Sabes bien que tener un sumiso establecido no es lo mío. —responde frunciendo el ceño a la mesa de café.
— ¿Entonces porque no quieres hacer esto? ¿Tienes miedo de tener tu culo demandado?
— No, no es eso. Es solo que tú mejor que nadie sabe que el BDSM se basa en confianza y acuerdo total, —asiento rápidamente, porque entiendo totalmente eso—. Y sé que estas aquí porque quieres cumplir la fantasía del chico. Pero es bastante obvio que no estás abordo con esto.
— ¿Qué quieres decir? —pregunto, frunciendo el ceño. Claro que estoy a bordo con esto. Si no fuera así no habría venido a buscarlo en primer lugar.
— Estas haciendo realidad la fantasía del chico, pero no quieres compartirlo con otro hombre. Te está matando hacerlo. Ni siquiera lo ves como a un sumiso normal. En todo este tiempo no te has referido a él como ello. Él es Christopher para ti, dentro y fuera de la escena.
Mierda, él tiene razón. Christopher es mucho más para mí que cualquier sumiso. Mierda, él ni siquiera me llama señor la mayoría de las veces. Sería un desastre de sumiso para cualquier Dom con mano dura. «Tu eres un Dom de mano dura. O lo eras... antes de él» susurra una voz en mi cabeza. Mierda.
— Mi mente estará en la escena. Voy a mentalizarme para ello. —prometo, tomando completamente el contenido de mi vaso.
Estoy dispuesto a darle a Christopher lo que sea que él me pida incluso si tengo que romper mi corazón para ello.
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Quarterback
Romance- No voy a ninguna jodida parte contigo, -me quejó. A la mierda si caigo en su trampa. - Bien, entonces deja que te lleve mi conductor. -él camina en dirección a la puerta, antes de detenerse, gira y vuelve a mirarme. - Ah, y ¿Christopher? Te veré...