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Kakashi tomó en brazos a Kioko y se adentró a la casa para buscar a Obito que, hasta dónde el Kitsune tenía conocimiento, estaba con Hinata, sin embargo, al llegar a la habitación de Kioko ellos ya no se encontraban ahí.    

— ¿Tienen a dónde evacuar?- Preguntó ronco el Kitsune, sus orejas estaban inusualmente levantadas pues estaba alerta.

— Sí.- Kioko bajó de sus brazos para comenzar a buscar su traje de exterminadora.- La cueva sagrada tiene la capacidad de albergar a todos los exterminadores y repeler a cualquier criatura.

— Bien, necesito que...- Su voz se vio interrumpida pues Kioko se metió a su baño para desvestirse y cambiarse.- ¿Qué crees que haces?- Preguntó curioso, la puerta no estaba del todo cerrada por lo cual intentó mirar un poco por aquella pequeña abertura.

— ¿No es obvio? Tengo que prepararme para detenerlo, si no lo hago...- La yukata cayó pesadamente al piso haciendo a Kakashi tragar duro.- muchas personas morirán.

El zorro negó y se recompuso, no era el momento, quería verla, pero ya sería en otra ocasión y porque ella lo deseara.

— Necesito que los alejes, no me malentiendas, no dudo de sus capacidades, pero Juugo no es alguien quién deban subestimar, lo mejor será que nos dejen a cargo.

— ¿Estás loco?- La puerta se abrió abruptamente, Kioko estaba amarrando su cabello en una coleta alta mientras caminaba a su mesa de noche, la rosa la colocó en un pequeño cofre que cerró con mucho cuidado y se giró a ver a Kakashi.- No puedo dejar esto solamente en sus manos, tú mismo estás diciendo que no es alguien a quién debamos subestimar y si me permites decirlo, creo que van a necesitar toda la ayuda posible, sobre todo con Hinata-san herida... Por cierto... ¿Dónde están?- La exterminadora giró su cabeza en varias direcciones buscando alguna señal de ellos.

— Obito debió ir a ocultarla... Pronto nos alcanzará en el frente, tenlo por seguro, Juugo jamás le agradó y si puede aprovechar para patearle el trasero sin que Tsuki-sama lo evite entonces lo hará.

— ¿Tsuki-sama?- Kakashi asintió.- Como sea, no es momento de charlas... No aceptaré que no me dejes ayudarte.

— De acuerdo, pero tengo dos condiciones.- Kioko prestó atención a lo que estaba por decirle.- Primero, evitarás que tu gente se entrometa con el fin de no ver morir a más gente; Segundo, debes obedecer cada orden que te dé.

— ¿Qué? ¿A qué te refieres con ello?- La exterminadora colocó su espada a su costado izquierdo.

— Si te digo que corras, corres, si te digo que te escondas, te escondes...- Hizo una pausa breve al ver el gesto de molestia en ella.- Si te digo que me abandones y huyas para salvarte lo harás sin cuestionarme, de otra forma no pienso permitir que vengas conmigo.

— Pero ¿Qué rayos estás diciendo? Yo no puedo...

— ¡No soportaría verte morir!- Exclamó irritado Kakashi por la terquedad de esa mujer.

Aquellas palabras la desconcertaron completamente, podía notar que estaba siendo sincero, por lo cual asintió.

— De acuerdo, acepto... Pero, por favor...- Su voz mostraba un tono de suplica.- Evita que lleguemos a esas peticiones.

— No te preocupes, querida Kioko.- El Kitsune se acercó hasta ella y aprovechando la diferencia de estaturas besó su frente con mucha delicadeza.- Te prometo que haré lo posible para que no lleguemos a ello, sólo porque has aceptado el acuerdo...- Guiñó su ojo de color negro mientras le regalaba una sonrisa a Kioko.

Los ojos del espectro y la exterminadora se unieron en una sola mirada, Kioko tenía mucho miedo, sin embargo verlo a los ojos le producía una calidez, querían quedarse así, por temor a lo que pudiera pasar, por un instante, lentamente se acercaron y comenzaron a cerrar los ojos, quedaron a escasos centímetros sintiendo sus respiraciones cuando un segundo crujido proveniente de la barrera les recordó la situación. Kakashi dejó caer con suavidad su frente en la de ella y se negó a abrir los ojos, con voz ronca y profunda habló para ella.

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