XXI

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La aldea de los cerezos se encontraba a las faldas del Monte Kurama, fue ahí donde se detuvieron a descansar los cinco viajeros, había un pequeño local de té donde Itachi pidió que descansaran y así poder comer unos cuantos dangos, quizás Obito lo habría mandado al carajo de no ser porque Hinata le dedicó una mirada de cachorro, era obvio que ella estaba agotada del viaje y también compartía el antojo de Itachi.

Para Kioko era interesante ver cómo preparaban un festival, claro que en la aldea de los exterminadores también los celebraban, pero las fechas en las que lo hacían eran especiales para complacer al Dios del cual pedían su protección, la gente iba de un lado a otro colocando adornos y preparando algunas comidas especiales, comió un dango de un sólo bocado mientras observaba a los del poblado hacer sus tareas con tanto fervor, una joven se acercó a ella para recoger su vaso de té vacío, la exterminadora aprovechó para preguntar.

— Disculpa.- La interrumpió antes de dejar que aquella chica se marchara.- ¿Qué celebrarán?

— Ah, el festival es para agradecer la cosecha, pero también para ofrecer una ofrenda a la diosa del amor.

— ¿La diosa del amor?- Kioko adoraba las historias de las aldeas, en sus ojos se reflejaba la completa curiosidad.

— Claro, la diosa del amor es aquella que bendice nuestros cultivos y a las jóvenes parejas, muchas mujeres del lugar dejarán una ofrenda en el templo para agradecer y pedir por su amor.- Sonrió la chica.- Dicen que si la diosa acepta tu ofrenda tu amor será correspondido o si ya mantienes una relación será larga y llena de amor gracias a la diosa.

— Larga y llena de amor...- Murmuró Kioko, al notar la mirada de Kakashi que parecía divertido por su interés en la historia se sonrojó y prefirió ver a la chica que la atendía.- Bueno. Gracias.- Dijo intentado disimular su vergüenza.

— Claro.- Dijo ella encaminándose al interior del lugar, sin embargo se detuvo y habló nuevamente.- Se ofrecen flores, en el altar del templo que está en el centro de la aldea, una sacerdotisa recién llegada hará una danza Kagura para agradecer la cosecha, espero la disfruten.

Bueno. Sí. Ahora estaba muchísimo más roja, porque ahora en realidad quería dejar una ofrenda a la diosa del amor, apretó los labios meditando en la excusa que pondría para ir a comprar algo de flores, quizás, si convencía a Hinata podría tener más posibilidades de disfrutar de aquella tradición.

— Parece que las tradiciones no han cambiado ¿No crees, Itachi?- Dijo Obito después de dar un sorbito a su té.

Itachi no respondió, sólo se concentró en disfrutar mejor su dango, masticaba lentamente mientras miraba discretamente al camino central que llevaba al templo de la aldea.

— Hinata.- Kioko habló mientras se ponía de pie.- ¿No te gustaría pasear un poco en la aldea?- Pudo ver que la sacerdotisa dudó un poco, por lo que le lanzó una mirada suplicante.

Hinata parpadeó un par de veces, sabía que Kioko quería que respondiera que sí, pero se preguntaba si eso no molestaría a los del grupo, volteó a mirar a Kakashi que sonreía muy divertido, por su parte, Itachi parecía perdido en sus pensamientos y Obito, bueno, estaba cruzado de brazos esperando su respuesta, la mirada severa en sus ojos negros la hizo estremecer, parecía reprocharle que estuviera por decir que sí, pero finalmente Obito suspiró rendido y se encogió de hombros.

— Vamos.- Pronunció con voz suave mientras sonreía para agradecerle a Obito.

Kioko quiso saltar de alegría en ese momento como si fuese una niña pequeña y aunque sí se movió un poco y ahogó un gritito, se contuvo al escuchar la risotada de Kakashi y sólo tomó a Hinata del brazo para llevarla con ella, apenas pudo decir la sacerdotisa que regresarían tan pronto como pudieran. 

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