Tengu

XXVI

— ¿Entrenar a los hijos de Minato-sama? ¿Por qué debería hacer eso?- Obito sostenía una escoba hecha con ramas entre sus manos, recargó con aburrimiento sus palmas en la punta de la escoba y ladeó la cabeza mientras su ceja estaba arqueada a modo de interrogación.

— Bueno, yo ya les he enseñado todo lo teórico y son buenos en la práctica, incluso su meditación es excelente, pero creo que al tener relación con ellos me contengo un poco al enfrentarlos en combate.- Kakashi se recargó en una banca de manera casual, casi despreocupado.- Creo que sería conveniente que ellos se enfrentaran a una amenaza casi real.

— ¿Casi?- Frunció el ceño, incrédulo.

— Claro, no pensarás desplegar tu energía como si se tratara de un enemigo real... ¿O si?

Obito suspiró.

— Por supuesto que sí. No me lo tomes a mal.- Obito comenzó a caminar para acercarse a uno de los árboles y recargar la escoba, de ese modo tendría las manos libres.- Pero ustedes los Kitsune son unos blandengues. A cada uno de nosotros nos enfrentan a la energía de nuestros maestros y cuando se cree que el entrenamiento ha cumplido su objetivo, nos enfrentamos a la energía de mi padre.

Kakashi observó a Obito acercarse hasta quedar frente a él con los brazos cruzados.

— Esa energía podría matarlos desde un principio.- Kakashi sonaba un poco alarmado.

— O fortalecer la propia energía del discípulo. Ustedes aprenden a defenderse y debo decir que sus defensas son muy buenas, pero sus ataques pueden ser... Un poco flojos, no importa si lo compensan con la velocidad de ataque.- Hizo una breve pausa mientras meditaba con un toque de aburrimiento.- Es por eso que todos ustedes entrenan con diferentes Tengu de los cuales, por cierto, podrías echar mano para entrenarlos.

— Nadie tiene un amplio conocimiento de armas como tú... Excepto, claro, por mí, pero yo tengo una obvia preferencia por la katana, además de mi ya mencionada contención.- Comenzó a apelar a su ego.- En cambio tú, eres más versátil.

— Adular no te va a servir de nada.- Estrechó los ojos.- O quizás sí, continúa.- Sonrió burlón.

Kakashi resopló y rodó los ojos mientras echaba la cabeza para atrás en clara señal de fastidio, inevitablemente una sonrisa se instaló en sus labios.

— ¿Si sabes que uno de ellos será tu compañero para servir a Tsuki-sama, no? Te convendría tener a alguien competente.

— Tonterías.- Sacudió la mano lentamente para restarle importancia.- El mocoso puede dedicarse a hacer sake sagrado o a arreglar las flores, la seguridad de Tsuki me corresponde únicamente a mi.

El Kitsune suspiró.

— Le dije que no sería fácil.- Kakashi miró más allá de donde estaba Obito, justo detrás de aquel Tengu.- Tsuki-sama.

Inmediatamente Obito dio la media vuelta y encontró a Tsuki sonriendo con ese gesto sereno tan habitual en ella. Había sido un año bastante bueno, las agonías de Kurama habían sido tan escasas que Tsuki tenía tiempo suficiente para atender sus obligaciones con el templo y sus fieles, además de conseguir tiempo libre para sí misma.

Su mirada amable se centró en los ojos negros de aquel espectro. Inmediatamente se inclinó ante ella y se apoyó en su rodilla derecha manteniendo su cabeza agachada en una pose servicial. Tsuki se acercó tranquilamente y Obito levantó la cabeza, sus ojos llenos de ternura y devoción. La diosa acarició su rostro de manera lenta y entonces habló.