Tara Lee y Alexis Rider, mis mejores amigas me miran con la boca abierta, luego de contarles sobre mi día. Estamos sentadas en uno de los bancos de los jardines de Kensington, bebiendo café y comiendo porquerías. Son casi, las únicas personas en quienes confío.
Tara pega una carcajada luego de un extraño silencio de veinte segundos. Alexis suelta su clásica risita y yo bebo mi café, sonriente.
-No te dio su número, ¿O sí? No… no… tú le diste el tuyo-dice Tara, señalándome con su níveo dedo índice, corto y regordete, le doy un golpe en el estómago y chilla-.
-¡No!-río y niego con la cabeza-.
-Entonces te besó la mano y te dijo-Alexis se acomoda la garganta-espero verte otra vez-habla con voz grave-.
-No te golpeo solo porque estás muy lejos, Alex-digo amenazante, ella ríe y Tara le sigue, involuntariamente me uno-.
-Hagamos el amor y no la guerra-dice Tara entre risas-¿Era guapo?-mueve las cejas de arriba abajo, volteo los ojos-.
-Era hermoso-suspiro, ellas me miran en espera de que diga algo más-no hay nada más que rescatar, de todos modos, nunca voy al museo, así que nunca lo volveré a ver-me encojo de hombros-.
Soplo el sorbete haciendo burbujitas en mi café, de pronto las tres hacemos burbujas hasta que el café se derrama. Un momento después nos levantamos, ya que el clima—para variar—está horrible. Caminamos rápidamente para llegar a la estación del metro, rogando que no nos llueva encima.
Tara se despide con un abrazo de nosotras al llegar a Belgrave, que es, por mucho, el barrio más caro de Londres. Su padrastro es asiático y tiene un conglomerado, su madre es inglesa y es genetista, es hija única. Odia su casa y las comodidades y el lujo que le ofrece Sean Lee, es fiel defensora del amor. Nos dice que sus padres se aman, pero que son muy consumistas.
Alex y yo vivimos en Notting Hill, otro de los barrios caros. Aunque también está en el distrito de Kensington, es no tan exclusivo, bueno sí, pero el barrio de Tara es demasiado caro. Cuando salimos de la estación, tomamos rumbos opuestos.
-¡Cuídate, Tiff!-me grita al cruzar la calle, yo le sonrío y me despido con la mano-.
Me coloco los audífonos y dejo sonar mi lista de reproducción de Arctic Monkeys mientras voy rumbo a casa. Y para mi suerte, está comenzando a llover. Clásico de Londres.
Las rejas de Lynchville se alzan frente a mí. Tradicionales jardines ingleses, y en el medio una enorme construcción de tres plantas. Paredes blancas, ventanales que van del piso al techo, balcones en todas las habitaciones. El porche adornado con flores y arbustos, césped cuidadísimo. Y el símbolo de mi familia, la gigantesca fuente, rodeada por tréboles, que me hace preguntarme seriamente sobre el estado mental de mi familia, quiero decir ¿Cuál es el punto de cuidar el jardín pero cultivar maleza? El trébol, desde mi óptica, es una maleza.
Mi mamá siempre dice: “habitado por tres generaciones, cuando Edward Lynch emigró de Irlanda, mandó construir esta villa, no lo olvides, Tiffany”. Odioso. Personalmente, me siento presa allí dentro, aunque literalmente es un palacio. A nadie parece importarle.
Abro teatralmente las puertas francesas y mi madre, baja su revista y se queda mirándome. Le sonrío y ella enarca una ceja rojiza, dice algo, pero yo estoy escuchando Crying Lightning.
Secretamente pienso que me odia, porque soy la viva imagen de mi padre, cabello y ojos chocolate, piel tostada—debido a las últimas vacaciones en Dubái—y mi rostro es ovalado. Ella es rubia, tiene el cabello rizado, ojos azules, casi lilas y es larguirucha. Mi abuela también es rubia, mi hermana menor, mis tías, todos son rubios o pelirrojos, menos yo.
No soy la clásica Lynch. En realidad ni siquiera es mi primer apellido. Soy Tiffany Gruffudd, pero como mandona que es mi madre, me lo cambió cuando ellos de divorciaron, al igual que lo hizo con Florence. Apenas deja que el pobre Tom nos visite.
-¡Quítate eso!-grita, gruño por lo bajo. En serio, grita más fuerte de lo que canta Alex Turner-.
-Ya-murmuro, al quitarme un audífono, bajo un poco el volumen-¿Qué se te ofrece, su majestad?-no puedo evitar el deje irónico de mi voz-.
-Cuida la manera en la que me hablas-reprende, volteo los ojos y suelto un suspiro-tu primo, se casa en abril-asiento con la cabeza-.
-¿Cuál de mis primos?-pregunto-.
-El menor de los hijos de Maura-sonrío, Niall Horan es idéntico a Florence, podría decirse que son hermanos-.
-Él me cae bien-digo ladeando la cabeza-.
-Lo sé, por eso te aviso con tiempo, para que vayas preparando tu atuendo-asiento de nuevo, y me muerdo el interior de la mejilla-.
-¿Pueden ir Tara y Alex?-ella me mira entrecerrando los ojos-.
-No lo sé…
-Por favor, siempre te quejas de que no disfruto de los acontecimientos familiares, y es porque son millones y no conozco a nadie, estoy segura de que si van, ellas dos, me divertiré-ruego, y le hago mi mejor cara pedigüeña-.
Ella suelta un gracioso bufido y se acerca a mí para acariciarme la mejilla.
-Hablaré con Maura-le doy una sonrisa a medias, y desvío mi rostro de su caricia-.
-Está bien-le contesto mientas subo las escaleras, dirigiéndome a mi habitación, en la tercera planta-.
Mi habitación es donde me escondo, según mi madre. Una cama matrimonial, un escritorio de vidrio frente a la misma, dos estanterías rebosantes de libros a los costados, y frente a la ventana, un viejo sofá púrpura, que le robé a mi abuela. Las paredes son blancas, adornadas con tres posters de The Beatles, Oasis y AC/DC. Tengo lo necesario.
Dejo mi bolso, me quito el abrigo, los jeans y me quedo en sweater y bragas. Libertad, me digo. Me tiendo en la cama, y mirando al techo. Suspiro, ¿Será así con todo el mundo? Claro que sí, se da cuenta de que es hermoso.
Tal vez le gusté y por eso conversó conmigo, niego con la cabeza. Sólo fue cortés, me muerdo el labio, y de inmediato siento el sabor metálico de la sangre. Tengo que dejar de auto mutilarme. Quiero volver a verlo, pero… No, no voy a volver a verlo, no quiero parecer la típica jovencita buscona. Aunque admito que sería agradable a la vista.
Me estremezco al recordar su mano en mi cadera, el calor de su pecho, y su perfume. Y me pregunto nuevamente: ¿Por qué no hay más como él?
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Art of Seduction · Zayn Malik AU
FanfictionTiffany y Zayn se conocen cuando ella visita el Museo de Londres, donde él trabaja; la atracción que sienten ambos se manifiesta al instante. Él es un hombre exitoso, y ella es joven... demasiado joven. Entre ellos se interponen trece años, pero alg...