Capítulo 50

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La puerta de mi habitación se abre, es Nina.

-Hola-saluda-te ves preciosa-me observa con ojos brillantes-.

-Gracias-le sonrío-.

-Ese vestido te favorece-dice enarcando las cejas, hoy está radiante-.

-Tú lo escogiste-le contesto, ella se acerca a mí y se pone detrás de mí, de manera que nos reflejamos ambas en el espejo de mi toilette-.

-Eres tan hermosa, eres lo más valioso que tengo-acaricia mis hombros-sé que durante toda tu adolescencia estuve ausente, y te daba la impresión de que no quererte-a través del espejo, veo como una lágrima cae de su cristalino ojo violeta, y rueda por su mejilla-pero la verdad es que no tengo experiencia, nunca fui muy cálida con la gente, soy fría, mandona y malhumorada, pero eso no quita que te ame, que ame a Florence, es solo que no sabía cómo manejarlo, y gracias a eso, nuestra relación es casi nula. Créeme que me arrepiento, me perdí de tantas cosas por este estúpido carácter. No confías en mí y siento que no quieres que me acerque a ti…-su voz se pierde en un sollozo, se lleva una mano a la boca-.

Ay, Dios. Nina, Nina está… ¿Está llorando? ¡¿Nina Lynch está llorando?! ¡Mierda! ¡Sí, sí está llorando!

Me levanto y la llevo hasta mi cama, para que se siente, me arrodillo delante de ella. Tiene los risos dorados cayéndole sobre el rostro, se pasa el dorso de la mano derecha debajo de los párpados y me mira.

-Lo siento, es que mientras hablaba estaba recordando cuando naciste-dice, acaricia mi rostro con ambas manos-eres una mujer ahora, una mujer hermosa, Tiffany-su voz suena ronca, carraspea-estoy siendo ridícula.

-No lo estás, mamá. Solo necesitabas sacar todo lo que tenías dentro-le sonrío levemente, ella me imita, yo recuesto, vacilante mi cabeza sobre su regazo-.

-Siento no haber estado cuando me necesitabas-susurra-lo peor para mí era no saber cómo acercarme a ti, hacerte saber que te quería, me sentía culpable por divorciarme de Tom, y haberles quitado a su padre, pero no funcionábamos, quiero decir, éramos totalmente opuestos, y en un principio yo pensaba que él podría complementarme, pero a la larga lo único que teníamos era un matrimonio porque sí. Él intentaba, pero yo siempre estaba cansada, y… y admito que fue mi culpa.

-Mamá…-comienzo-.

-Déjame terminar, quiero que esto sea una lección para ti. No te estoy diciendo que te cierres, y empujes a los muchachos lejos de ti, solo quiero que pienses bien las cosas, nunca te apresures-me levanta cuidadosamente la cabeza-¿Está bien?

Bueno, ya tengo novio, y apresurarme no es mi estilo, al menos no con él. Hasta siento que me da miedo el compromiso, aunque eso no quiere decir que no lo ame con todo mi corazón. Esto me golpea… vaya regalo de cumpleaños.

-Sí, mamá.

No puedo creer que Nina tenga un ataque de honestidad conmigo ahora mismo.

Estoy casi en shock, pero me siento… me siento feliz porque sé que me quiere.

Ahora lo sé.

-Bueno, ya es suficiente-se soba la nariz, y hace que me ponga de pie, su maquillaje está corrido y parece un payaso con piel de porcelana-¿Tengo el maquillaje corrido, verdad?

-Sí-contesto, riendo-.

-Voy a ir arreglármelo, tú mientras ve con Ernest, te llevará al restaurant-dice, y acaricia mi rostro-.

-¿A qué restaurant?-inquiero-pensé que celebraríamos aquí mi cumpleaños.

-No compramos ese vestido hermoso para quedarte en casa-se ríe-es uno de esos que tanto les gustan a tus amigas y a ti, parecido a Mc Donald’s, pero más trendy. Qué se yo, fue idea de Alexis y Tara-inmediatamente frunzo el ceño-.

-¿Alexis y tara?

-Sí. Vamos, vete ya. No sé tú, pero yo me muero de hambre-dice, saliendo de mi habitación, nos encontramos ahí-me lanza besos y sale. Qué impropio de ella, pienso-.

Al parecer, mi madre y mis amigas se aliaron para organizarme una cena. Encogiéndome de hombros, agarro mi bolso y me miro por última vez al espejo. Mi vestido es verde jade, y el diseño es vintage—me tomé muy en serio vestirme como mi abuela Rachel—, largo hasta por encima de las rodillas, y llevo mocasines. Mi cabello casi rubio ahora, está sujeto en una cola de caballo.

Inspiro.

Ya tengo dieciocho.

Bajo las escaleras rápidamente. Ernest y Meredith están en la puerta esperándome, sonrientes.

-Feliz cumpleaños-dicen ambos, les sonrío, y le doy un abrazo a cada uno-.

-Gracias, a los dos-sujeto sus manos en las mías-pero pronto ya me voy, y no tendrán que estar encima de mí todo el tiempo.

-No digas eso, tú y tu hermana son como las hijas que siempre quisimos, adoré cuidarte-dice Meredith-.

-Y te lo agradezco, Mere-beso su mejilla-.

-Bien, basta-habla con voz firme, ella-no queremos ponerte triste, hoy es tu día. Además hay sol, querida-asiento-.

-¿Lista?-pregunta, colocándose su gorra azul marino-.

-Sí, vámonos-digo-.

Hace un día hermoso, caluroso. Eso me encanta de mi cumpleaños, oscurece tarde, es un día con mucho sol y es en vacaciones. Mis últimas vacaciones de verano. Suspiro al entrar al Volvo, este es el final de una era, estoy dejando mi infancia atrás, mis sueños de niña y estoy zarpando hacia la realidad. Una realidad que de seguro incluye un departamento en el Quartier Latin en el cual viviré con mis dos mejores amigas por los próximos cuatro años, cerca de L'université Panthéon-Assas, la facultad de derecho más grande de Francia, una realidad que incluye a Zayn, porque ni siquiera puedo imaginar una vida sin él estando a mi lado.

Una realidad, un futuro, en el que yo cambiaré el mundo, un futuro en el que trabajaré para las Naciones Unidas, haré felices a millones de personas, me casaré y formaré una familia, obviamente, cuando el matrimonio y los hijos no me asusten, cuando haya madurado todo lo que tengo que madurar.

-¿Y Florence?-inquiero, Ernest arranca el auto-.

-Ella ya está en el Cinnamon Club-dice-están todos ahí.

-Oh-sale de mi boca. Es cerca de la casa de Zayn. Es una pena que no vaya a estar allí-.

Zayn. No puedo dejar de pensar en él, ¿Qué vamos a hacer? Quisiera quedarme, pero ya es tarde, mi solicitud a Assas fue aprobada mucho antes de conocerlo, y es mi sueño desde que tengo uso de razón. Tengo todo el verano para pensar en qué hacer, para pasarlo con Zayn, para idear algo.

Uno de los dos tendrá que sacrificarse, o tal vez tendríamos que sacrificar nuestra relación.

Sacudo la cabeza, tengo que dejar de pensar en eso, para todo hay una solución.

De camino, la ciudad sigue bañada de sol, y en el horizonte se ve el cian casi rosado, señal de que de un momento a otro se va a ocultar el astro rey. Ernest comienza a conducir más rápido de repente.

-¿Ernest?-lo llamo, él me dirige una mirada preocupada a través el retrovisor-.

-No se preocupe señorita, todo está bien-habla tenso, una vena de su cuello salta-abróchese bien el cinturón-ordena, le hago caso, extrañada, mi corazón comienza a latir desenfrenado-.

-¡Ernest!-exclamo-¿Qué ocurre?

-nos están siguiendo, señorita Tiffany.

Apenas al terminar él de hablar, todo pasa en cámara lenta: escucho un estallido, el vidrio del parabrisas se rompe, me cubro con los brazos. Un gemido sale de la boca de Ernest. Pierde el control del auto, que impacta por otro, mi cabeza choca contra el asiento de enfrente, los airbags salen de todos lados.

Un hombre con un pasamontañas abre la puerta de atrás, desabrocha mi cinturón y grito, grito hasta que me duele la garganta.

Un pinchazo en el cuello, siento como un líquido frío y extraño recorre mis arterias.

Luego todo se ve borroso, quiero llamar a Ernest, pero no puedo, mi cuerpo no responde. Siento que floto.

Y después el mundo se vuelve negro.

Art of Seduction · Zayn Malik AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora