Capítulo 55

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El departamento es precioso, funcional, y perfecto para tres jóvenes estudiantes. Cada una tiene su cuarto, ninguno tiene balcón, solo la sala, que es bastante grande, y no está muy decorada, hay dos sofás de dos cuerpos, y una mesita de café de vidrio en medio. La cocina es perfecta, está amoblada, tiene un desayunador y lámparas de aluminio colgando del techo.

Falta una semana para que comiencen las clases en Assas. Estoy emocionada, nerviosa y preocupa. También están las otras emociones que no tienen nada que ver con mi primer día en la universidad, tales como desesperación, una inmensa tristeza, ira, decepción y un dolor que me perfora los huesos.

Tara “trata” de sobreponerse al “dolor”—la perra no sabe lo que es el dolor, de verdad que no—de no estar con Pittsburg, y salimos todos los días para distraernos y acomodarnos a nuestra nueva vida. La vida que llevaremos por los siguientes cinco años.

Hoy, por ejemplo, salimos montadas en bicicletas y recorrimos gran parte del Barrio Latino. Ayer, viernes, hicimos un picnic en los Jardines Elíseos. Anoche, Finnexis trataron de llevarnos a Tara y a mí a las famosas discotecas subterráneas de París, pero nos negamos. Vimos películas y comimos hasta quedarnos dormidas.

Alexis=Voy a dormir con Finn, besos. Voy a almorzar con Finn, ¿vienen? Finn, Finn, Finn.

Tara=Dougie, Dougie, Dougie, pañuelos desechables, sollozos.

Tiffany=No hablo más que con monosílabos.

Estoy a punto de cometer una locura. Estoy estresada y triste.

Y no dejo de preguntarme por qué.

Supongo que mi verano perfecto se esfumó. Boom, se fue. Tengo que seguir adelante, sí. Pero aunque trate de olvidar, todo está dentro de mi corazón, casi puedo sentirlo. Lo peor de todo es que sé que me quiere, él también lo sabe.

Y estoy harta de llorar como una magdalena antes de dormir, y luego, a la mañana siguiente, pretender que todo está bien. Mentirme a mí misma, diciéndome que voy a acordarme de esto en unos años, y voy a reírme de lo estúpida que fui al haberme encaprichado con un hombre mayor. Hasta es probable que me den náuseas.

-¡Basta!-grita, Alexis, cuando estamos llegando al departamento. Doy un respingo-Estoy harta, no puedo más. Es suficiente-miro a mi mejor amiga con el ceño fruncido-.

-¿Qué pasa?-quiere saber, Tara-.

-¿Que qué pasa? ¡Pasa que no pueden seguir así! ¡Nadie ha muerto!-me recorre un escalofrío, y recuerdo a Nina en la camilla del hospital, en junio pasado-.

-¿De qué estás hablando?-le pregunto, Alexis me fulmina con la mirada-.

-Deja de fingir, Tiffany. Estoy hablando de ustedes dos comportándose como unas viudas. Al menos, Tara, tú no tienes derecho a estar así, verás a Dougie en Navidad. Y Tiffany, eres fuerte, hermosa y conseguirás a otro chico, de nuestra edad, y muy sexy y luego olvidarás al innombrable-dice-.

-No quiero a otro chico-hago una mueca y les doy la espalda-.

Cierro los ojos y suspiro, Alexis tiene razón, cuando los abro. Veo a alguien.

-Tienes que estar bromeando-murmuro-.

-Hola, Tiffany-dice con una sonrisa-.

-Pittsburg.

-¿Dónde es…?

-Ahí viene-contesto, en ese momento se escucha un estruendo a mis espaldas y yo me hago a un lado por mi seguridad física-.

-¡Douglas Leopold Pittsburg!-Tara salta, y Doug la atrapa, la chica enreda las piernas en las caderas del muchacho, y éste la sostiene de los muslos. Comienzan a  besarse, ella enreda los dedos en el cabello rubio de él y ew-.

Art of Seduction · Zayn Malik AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora