Capítulo 19

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Toda la semana pasa igual que siempre. Al menos para mí, porque Tara y Alexis están con sus novios… o lo que sea. Tara ahora, muy en contra de lo que yo pensaba, está logrando transformar a Douglas Pittsburg en alguien no tan idiota, y para mi sorpresa, se sentó en el almuerzo, tres veces con nosotras. Al igual que Finn.

Estoy un poco celosa, siempre fuimos nosotras tres, riendo y hablando en esa una hora libre que tenemos. Y ahora, ellas dos están con sus galanes de toda la vida. Digo, estoy feliz por ellas, pero me siento abandonada. El jueves, deseé que Finn y Douglas hayan cogido un resfriado. Qué mala.

Son las nueve y cuarenta y siete de la mañana, el museo abre a las once. Me levanto, me aseo y selecciono mi ropa: camiseta blanca de mangas largas, con escote redondo, camisa a cuadros verdes, azules y marrones, jeans entubados azules, converse One Star negras. Me hago una cola de caballo y bajo. Hoy no hace tanto frío. Es un día primaveral en Londres, señoras y señores.

Desayuno, en soledad, café con leche y crema batida, con un muffin. Voy a la mitad del café, cuando mi tía, Janis, baja, en bata y con su largo cabello pelirrojo, sujeto un moño desordenado. Sus ojos azules, están adormilados. Me da una sonrisa y se sienta frente a mí, en su lugar correspondiente.

-Hola, cariño-saluda, yo asiento con la cabeza-.

Ella es amable, pero odia a mi padre. Aunque siempre fue buena con Florence, y conmigo, cuando era más pequeña.

-Hola, Janis-digo-.

-¿Qué haces despierta a estas horas de la madrugada?-bromea, yo río-.

No oculta su curiosidad, y yo no oculto la verdad.

-Tengo que ir a hablar con un experto en el museo, ya sabes, trabajo de la escuela-contesto, y me encojo de hombros-.

-Oh-ella bebe un poco de zumo de naranja-¿Quieres que te lleve o se lo pedirás a Ernest?-inquiere-.

-Uh, creo que iré sola, me gusta caminar por Londres-sonrío-.

-Creo que está bien, pero cuídate, ¿Sí?-dice, asiento-.

El desayuno con Janis, transcurre en silencio después. Cuando baja mi otra tía, Caroline, baja, el ambiente se pone denso. Deja a su paso, el espeso hedor del alcohol. Caroline Lynch es la menor de las hermanas, odia a los niños, las mascotas y cualquier cosa que no produzca alcohol. Mi hermana y yo le damos igual. Es mala, peor que mi madre, quien tiene solo el carácter fuerte, en comparación.

De mala gana estira la silla y se sienta. Me fijo en la hora, ya tengo que irme, así que es hora de molestar a la fiera. Río.

-De donde yo vengo se dice buenos días-murmuro-.

-Calla, niña, no estoy para escucharte-gruñe-.

-Caroline-dice, con tono de advertencia, Janis-.

Y es hora.

-Tía Janis-digo, me levanto y voy a su lado, ella sonríe-.

-¿Sí?-pregunta, su carita de ángel está llena de hoyuelos-.

-Una de mis canciones favoritas es ésta-reproduzco en mi celular, al máximo volumen I Saw Her Standing There de The Beatles-.

-¡Apaga eso!-me gruñe, Caroline-.

-When she was just seventeen, you know what I mean!-canto, más bien grito-.

-Tiffany, esa es una de las mías también-dice, ignorando a su hermana, sus ojos me miran divertidos-.

-Adiós, Janis, tengo que irme, te quiero-beso su mejilla, agarro mi bolso-tomate algo para esa resaca-grito, y salgo corriendo del comedor, antes de que alguien juegue tiro al blanco conmigo y el cuchillo de mantequilla-.

-Algún día voy a matar a esa plaga-escucho que gime, Caroline. Misión cumplida, me digo-.

Bajo del metro quince minutos antes de que abra el museo, mis piernas tiemblan como gelatina, y mis manos sudan. Qué patética eres, Tiffany. Camino lentamente hacia el lugar donde se encuentra mi aperitivo prohibido. Como había decidido anteriormente, no lo miraré a los ojos, no me fijaré en su boca, y no me acercaré mucho.

Sacudo la cabeza, si alguien echara un vistazo a mi cerebro, se asustaría y me enviarían a un hospital psiquiátrico. Definitivamente, tengo que madurar. Debo evitar caer en la tentación. Ew, sueno a sermón de iglesia.

Cuando llego al segundo piso, el puesto de su asistente está vacío. Me quedo parada frente a su oficina. Zayn Malik, en una placa plateada, y letras negras, con estilo times roman. Tomando aire, golpeo la puerta con los nudillos.

Silencio.

Supongo que llegué demasiado temprano, saco mi celular, para ver la hora. Son las once y tres. Que falta de seriedad. Cuando yo trabaje, no me demoraré ni tres minutos. Ya debería estar aquí. Una parte de se siente celosa, es un hombre mayor, que puede hacer lo que quiera. Tal vez anoche tuvo su hangover. Con muchas mujeres hermosas como su prima, tal vez mi tía Caroline y su cabeza rubia conocen a Zayn. El mundo es pequeño. Río en mi fuero interno, ¿Soy así de incoherente o lo soy desde que conocí a Zayn?

Estoy desperdiciando mi vida.

Bien, no hay nadie. Así que es mejor marcharme, al fin y al cabo, no quiero ver a un hermoso hombre con dorados ojos y una boca que invita a ser besada… Claro que no. Mejor para mí, así no me meteré en problemas. Pero necesito entrevistarlo, de eso depende entrar a Assas.

Doy la vuelta para salir de este lugar y no volver nunca más. De repente, choco con algo duro como el mármol. Huele a sándalo, canela y madera.

Art of Seduction · Zayn Malik AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora