28. Guerra del sur

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–Esto es un caos, no me gusta lo que esta pasando.

–¿Cómo es posible que Alec y Jane no hayan hecho nada? –gritó Caius, completamente furioso.

–Al parecer ellos estan algo alejados de la zona afectada –Marcus trató de aligerar la tensión que estaba surgiendo pero recibió una mirada furiosa del líder rubio.

–¡Es culpa de Aro! Él los liberó y ahora andan vagando por el mundo con ese anormal de Carlisle.

–Jamás los libere, simplemente les di vacaciones para que hagan y experimenten todo lo que quieran. Ellos aún son Vulturis y es hora de que vuelvan a obedecernos, es hora de hacerles una visita.

Aro sonrió tranquilamente mientras comenzaba a preparar todo para el viaje a América, imaginando las reacciones de sus queridos gemelos al verlo.



Jane pasó toda la noche y todo el día en el arbol, tratando de tener la mente en blanco y torturandose con sus emociones. Con cada minuto que pasaba se sentía mas indiferente, como si todo a su alrededor fuera gris. La luna ya estaba iluminando todo cuando escuchó unos pasos cerca de ella, pasos firmes y delicados. Cerró los ojos y escuchó como alguien subía a su arbol, unos instantes después ella sintió una mano cariñosa acariciando su cabello dorado. Ella sabía quien era, por lo que se limitó a quedarse quieta y dejar que el la mimara.

–Jane...

–Alec –susurró con apatía.

–¿Cómo estas? Carlisle me dijo que te sentías mal y fuiste a tomar aire, me preocupe al ver que no volvías.

–Estoy bien.

–¿Quieres decirme qué pasó? Sabes que puedes contar conmigo.

–Me enamoré de un idiota y lo mate –le sonrío y vio una mueca de disgusto en su rostro al ver sus ojos rojos, ella suspiró y se encogió de hombros–. La tentación y el deseo siempre están, solo me reprimo por ustedes pero a veces el impulso me gana. No te preocupes, dentro de unas semanas volverán a ser dorados.

–Lo siento. Debería haber estado más pendiente de ti y...

–No importa –lo cortó–. No quiero que te lamentes y me recuerdes lo que paso, simplemente ignoralo.

Le sonrió durante un instante antes de bajar del arbol. En silencio comenzó a caminar a casa.

Alec se sentía culpable al ver a su hermana sufriendo, de hecho es algo que nl le gustaba. La siguió en silencio hasta casa, viendo como ella se encerraba en su habitación. Por más que le preguntara a Carlisle, seguía sin saber qué le pasaba a Jane.

Los dias pasaron y la actitud de Jane fue volviéndose más reservada. Ella había vuelto a vestir de negro, hacía las tareas del hogar en silencio y se encerraba en su habitación. Alec trataba de pasar tiempo con su hermana aunque era obvio que ella quería estar sola dado que parecía fría y distante. Era muy raro que ella saliera de su habitación, pero a veces él la convencía y trataba de entretenerla junto a Carlisle.

Un día, los tres  vampiros estaban en la sala cuando escucharon la puerta. Todos se miraron ya que no esperaban visitas. Carlisle tomó la iniciativa y fue a la puerta para ver quien estaba buscandolos. Jane abrió los ojos cuando escucharon la voz de Aro. Unos instantes después, él apareció en la sala junto a Caius y Marcus.

–Maestros –los gemelos se apresuraron a hacer una reverencia y vieron la mueca de asco de Caius al ver al gemelo castaño.

–Queridos míos, cuanto tiempo sin verlos.

–Veo que Jane sigue siendo fiel a nuestras creencias –dijo Caius con cierta maldad.

–Mantengo la misma dieta que mi hermano, es solo que recientemente tuve una recaida y bebí sangre humana.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora