Volterra, invierno de 1278
Jane miraba aburridamente por la ventana. Durante toda la noche había nevado, por lo que ahora el exterior del palacio era de un blanco cegador. La mayoría de los guardias estaban entrenando para matar el tiempo. Los maestros estaban reunidos como siempre y su hermano estaba leyendo. Ella había pensado que sentarse frente a la ventana y mover su mano debajo del rayo de sol que se colaba en su habitación sería divertido. La realidad es que luego de cinco minutos se había aburrido.
Cansada y sin nada que hacer, Jane tomó su capa y salió de su habitación. Ella tenía la necesidad urgente de hacer algo antes de que el tedio la matara. Con el correr de los años ella empezaba a arrepentirse de su decisión. La inmortalidad era un enorme peso que empezaba a asfixiarla. La soledad comenzaba a ser su eterna compañera y veía con envidia a las humanas ya que ellas tenían pareja y una familia.
Los maestros le habían dicho que era normal que ella se sintiera así, todos los vampiros jóvenes atravesaban por esa fase de depresión, sin embargo, esa depresión sería pasajera. Ellos habían vivido mucho más tiempo, habían visto el mundo cambiar y aseguraban que su depresión era producto de la oscuridad mundial. La Europa que ellos conocieron era más interesante, las luchas en el Coliseo eran un espectáculo constantd que mantenía activa a la plebe. La llegada del cristianismo puso fin a esos espectáculos sangrientos, sumiendo al continente en un profundo letargo e ignoracia. No obstante, así como vieron al imperio romano caer, estaban seguros de que los humanos despertarían y pondrían fin a la dominación de la Iglesia.
Su hermano había sido un poco más cruel diciéndole que esto era culpa suya, dado que ella fue quién los condenó a ambos a la inmortalidad, ahora debía tolerar y asumir su destino en silencio. Lógicamente Jane protestó por eso y ambos terminaron discutiendo.
Ella miro los pasillos cuidadosamente antes de salir del palacio sin permiso. Ella creía que era injusto que solo los guardias masculinos pudieran salir cuando quisieran. Es cierto que Alec y ella eran los más poderosos, pero el poder no les garantizaba la libertad. Debían avisarle a los maestros cada vez que salian, diciéndoles hacia donde irian y cuando volverian. En caso de que ellos demoraran más de lo previsto, Aro enviaba a Demetri para que los buscara y los llevara de vuelta al palacio.
Jane estaba decidida a irse sin que nadie la seguiera, necesitaba estar sola y sentirse libre antes de que la ansiedad la matara.
Una vez fuera del castillo, ella se cubrió con la capa y comenzó a correr lejos de Volterra.
Al sur de Italia, en una de las islas del mar Mediterráneo, precisamente en Malta, vivía Renata, una joven vampiresa con un gran don. Luca, su creador, era un familiar lejano que decidió convertirla ya que era la más poderosa de sus tatara nietos. El era un hombre excéntrico, al que le gustaba el lujo italiano. Varias veces había viajado a Italia y enviaba a Renata para que aprendiera las costumbres italianas.
Ella era algo despistada, por lo que nunca le prestaba atención a lo que Luca decía sobre los italianos, ella solo quería admirar los paisajes, los edificios y estar en tierra firme, no en una isla.
Renata se encontraba en un bosque cuando escuchó unos gritos desgarradores. Al principio consideró la idea de ignorarlos, no obstante su conciencia la obligó a correr en dirección a esos gritos, ya que podrían ser de alguien a quien estuvieran atacando. La sorpresa se apoderó de ella al encontrar a una figura pequeña, envuelta en una capa negra, de rodillas en medio del bosque. Al estar cerca, descubrió que los gritos eran lamentos, a juzgar por lo agudos que sonaban, Renata supuso que debajo de la capa se encontraba una chica. Se acercó lentamente y puso una mano en su hombro.
La chica se puso de pie rápidamente, mirándola con una fría mirada carmesí. Renata se sorprendió al descubrir que la chica era una vampiresa como ella. Era la primera vez que ella veía una. Por un momento se sintió intrigada al tratar de imaginar por qué motivo ella estaría gritando. No era una neófita y tampoco estaba convirtiéndose, el tono apagado de sus ojos le indicó que la vampiresa delante de ella tenía algunos siglos de vida. Con una sonrisa, trató de acercarse y calmarla.

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Segunda oportunidad
FanfictionAlec y Jane Vulturi son conocidos por ser los vampiros más jóvenes, crueles, sádicos y fríos del mundo. Fueron convertidos a la tierna y conflictiva edad de 13 años, un momento vital en donde ocurren cambios físicos y psíquicos, los deseos y necesid...