16-Chocolate

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El sábado Martina se había levantado algo más tarde,pero por primera vez descansada, Cepeda había dejado una nota en el nevera que estaría en el estudio por si alguien se dignaba a acompañar su mañana de sábado, Aitana y Martina rieron al ver la nota, con lo fácil que sería poner un WhatsApp.
Aitana decidió que saldría a buscar inspiración para sus nuevos cuadros y tras la negativa de Martina a acompañarla, la dejo sola entre libros que Martina leía e investigaba.
Bruno bajaba en pijama y con una chaqueta de chándal a modo de batín, su pelo despeinado y su cara de cansado daban una ligera idea de la gran noche que se formo en aquella discoteca del centro de Madrid

-¿Resaca?

-una poca, deberías de haber venido

-están cansada, ¿Julia ha dormido aquí?- Bruno negaba mientras se tomaba su Colacao-hacéis muy buena pareja

-me gusta volver a veros juntas- Martina sonrió a su hermano tímidamente- Martina.....me lo ha contado........ Lo de las pastillas...... No quiero que te enfades con ella....... Siempre he sabido que te pasaba algo y solo queremos ayudarte

-no tienes de que preocuparte...... Hace tiempo que no las tomo

-quiero que me des las que te queden

-Bruno......

-no quiero que vuelvas a ser la Martina de los últimos meses

Martina ni dijo nada , se levantó de la silla y tomó camino a su habitación estaba mucho más ordenada, la ropa del día anterior sobre la silla del escritorio, tomo su jersey rojo y se lo llevó a su nariz tenía el olor de Sergio impregnado en él y no sabía muy bien porque pero llevaba pensando en él desde que se despidieron en la puerta de casa. Busco en el fondo de su mochila aquel bote lleno de pastillas, y al bajarse lo tendió a Bruno, que asintió agradeciéndole aquel gesto.

-yo tampoco quiero volver, me lo pasé muy bien con tus amigos

-ahora también son los tuyos- dijo sonriendole- todos quieren que vuelvas

-gracias...... Por todo

- no las des- Bruno abrazo a Martina- ¿Qué tal ayer con Sergio?

-bien, es muy majo

-no suele serlo con todo el mundo

-yo creo que le molesta que os riáis de que trabaja- dijo Martina

-es un gran camarero- río Bruno, escribiendo en un papel la dirección del bar en la que trabajaba el joven y dándoselo a Martina

-eres muy tonto- dijo riendo

Bruno paso la mañana estudiando y Martina observaba aquel jersey rojo y la nota en su mesita con una dirección,¿Debía ir? La pregunta volvía a sonar en su cabeza, su hermano no le daría una dirección por nada, podía ir a tomar un café o una Coca-Cola,sin necesidad de ir solo por Sergio, el chico misterioso que la había dejado la noche anterior en la puerta de casa.
Se recogió el pelo en una coleta con su pelo ligeramente ondulado, su jersey de cuello alto azul y unos vaqueros con sus inseparables Vans,aquella chaqueta vaquera que su madre se empeñaba en decir que no abrigaba nada,la cartera, el móvil, las llaves y una despedida rápida a Bruno les bastaron para llegar hasta el bus que la llevaría a conocer el bar de los padres de Sergio y por primera vez en su vida Martina está nerviosa, no sabe porque pero siente un leve cosquilleo en la tripa y en sus manos, un escalofrío le recorre la médula espinal cuando se ve reflejada en la puerta del bar, no tenía pinta de ser el bar más moderno de la capital, pero estaba medianamente lleno y la comida se veía muy apetecible.
Martina divisó el lugar y lo vio en la barra, sonrió sin darse cuenta y se sentó en una de las mesas más alejadas y espero a que Sergio se acercara a tomarle nota.

-¿Qué haces aquí?-dijo frunciendo su ceño

-pasaba por aquí y hace frío, me apetecía algo caliente- Sergio río al escuchar como una Martina nerviosa intentaba parecer tranquila

-¿Y qué vas a tomar?

-una Coca-Cola- Sergio río mucho más y rasco su nariz

-eso no tiene nada de caliente, ¿No prefieres un chocolate? O las bailarinas no tomáis chocolate

-como de todo aunque sea bailarina- los ojos de Sergio se abrieron mientras reia- eres muy tonto

-¿Entonces te traigo un chocolate?- Martina asintió con las mejillas sonrojadas

Cando Sergio regreso con dos tazas de chocolate y galletas caseras Martina sonrió al ver cómo aquel chico de jersey negro se sentaba junto a ella

-no creo que pueda con dos tazas de chocolate

-por eso me voy a sentar a ayudarte y para ver si te gustan las galletas que ha hecho mi madre

Martina mordió una de aquellas galletas que anunciaban la llegada de la Navidad, Sergio daba vueltas a su chocolate mientras la observaba, quería saber muchas cosas de ella, quería saber qué se escondía detrás de aquella imagen de bailarina perfecta, conocer sus defectos y todas sus virtudes.

-¿Puedes dejar de mirarme?

-¿Te pongo nerviosa?

-para nada,mi hermano dice que no eres simpático con todo el mundo ¿Porque conmigo si?

-solo soy reservado, y creo que tú también guardas muchas cosas- sus ojos clavados en los de ella le transmitían tranquilidad

-los secretos no se cuentan

-hay que saber a quién contárselo, no puedes guardar todo dentro-explico Sergio

-¿Has encontrado a quien contar los tuyos?- Sergio volvió a mirarla, sus ojos esperaban una respuesta

-puede ser que sí- Martina se conformó con aquella respuesta aunque quería saber mucho más, Sergio seguía siendo un chico misterioso pero era el chico que la estaba haciendo temblar, dudar y sonreír, y quizás ella también era un poco misteriosa.
Durante el resto de la conversación ella se intereso por el trabajo en el bar y porque no había estudiado, la razón era simple, el sueño de Sergio era ser un gran músico, formarse para ello, sus padres no lo aceptaban y cuando acabó la enseñanza obligatoria empezó a trabajar en el bar para alejarlo de aquellas ideas, una historia parecida a la de su padre, dos personas muy similares. Cuando Sergio pregunto a Martina ella callo, su historia era totalmente contraria, sus padres lo habían dejado todo para que ella cumpliera sus sueños y quizás ella había sido un poco injusta con ellos, y su familia no se lo merecía.

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