29- Vas a quedarte

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La sala de espera era fría, estaban en silencio, Aitana había hablado con Martina de su viaje repentino a España, Sergio escuchaba con atención la conversación de madre e hija, con la voz de su propia madre retumbando en su cabeza “no debes escuchar conversaciones ajenas”, Cepeda le observaba desde el sillón de enfrente y por momentos pensaba que le estaba leyendo la mente, la situación con Bruno era difícil, pero él se sentía demasiado incómodo con la presencia de Martina en aquella sala y necesitaba fumar, aunque llevaba meses sin hacerlo.

Julia parecía más tranquila, pero sus ojos hinchados prometían seguir llorando hasta tener noticias del estado de salud de Bruno, y Sergio sentía que se ahogaba en aquella sala de espera a la que no llegaban las buenas noticias, tan deseadas por todos.

Sergio se disculpó para bajar a la puerta de aquél hospital a fumar, ante la mirada atenta de médicos y enfermeras que no recomendaban eso para la salud de ningún paciente, se apoyó en una de las barandillas y expulsó todo el humo, observaba aquel paisaje, escuchaba con atención las sirenas de las ambulancias y pensaba en la velocidad que había alcanzado la que había traído a su amigo al hospital, probablemente él inconsciente estaría maldiciendo al conductor, odiaba la velocidad, era una de las pocas cosas en común que tenía con Martina.

Siempre pensó que eran manías de Bruno, nunca fue el chico más normal cuando se conocieron, siempre obsesionado con los dibujos y esas maquetas que decoraban su habitación. Pero cuando conoció a Martina y le hizo saber su miedo a la velocidad, supo que venía de familia, pero nunca se paró a preguntarles.

Cuando conoció un poco más a Cepeda o a Luís como le llamaba desde hacía un par de meses, comprendió aún menos ese miedo de los mellizos, Luís amaba la velocidad, le había confesado las multas que recibió de joven por querer correr demasiado y las broncas que recibía por parte de Aitana cuando hacían algún viaje.

Una mano se posaba en su hombro sacándole de sus pensamientos  y pidiéndole fuego, sonrió  débilmente al ver a Luís, se mantuvieron en silencio durante unos segundos. ¿de que se habla en un momento tan delicado?  ninguno de los dos lo sabía, tampoco eran personas capaces de entablar una conversación que no tuviese que ver con música.

-es difícil tenerla cerca ¿verdad?

-Luís…….

-ya sé que es mi hija y que no és el momento de hablar de esto ¿pero de que vamos a hablar? Sé que Bruno va a salir de esta, és cabezón, como su madre, como su hermana, no se va a rendir tan fácilmente

-Bruno es especial

-lo es, pero tu no quieres hablar de Bruno

-¿cómo lo sabes?- dijo Sergio mirando a Luís por primera vez a los ojos desde que había llegado

-creo que en estos meses te conozco un poco, y sé que la niña de ojos verdes que hay en esa sala de espera pone tu vida del revés- Sergio apartó su mirada y Cepeda sonrío- no es una sorpresa, también puso mi vida del revés cuando nació…….. pero antes que ella, apareció otra mujer de ojos verdes y también se marchó……. Sergio yo no quiero dar consejos, tú tienes que vivir……. pero solo te digo que me sigo arrepintiendo de no buscarla antes- confesaba Cepeda, él que presumía de no arrepentirse de nada en su vida tenía un talón de aquiles y era su decisión de dejar escapar a Aitana una vez.

Cepeda no se termino el cigarro y subió una vez más a la sala de espera, en la que las noticias seguían siendo las mismas. Besó la frente de Aitana que se tomaba una infusión para calmar sus nervios, mientras que, Martina y Julia se abrazaban la una a la otra a la espera de recibir buenas noticias.

-¿que tal por Nueva York?- Martina miró a Julia, sus ojos seguramente lo decían todo, llevaba demasiado  tiempo sin hablar con ella, al menos no sinceramente- sé que te pasa algo

-¿desde cuándo lo sabes?

-desde que dejaste de llamar ilusionada por tus clases o por conocer la ciudad, supongo que la desaparición de David tiene algo que ver contigo……. y por favor no me mientas Martina, ahora no

-me mintieron……… la beca la pagaron sus padres, me querían fuera de Madrid, los padres de Carmen han pagado una gran cantidad de dinero por su papel protagonista, por eso despidieron al director, por eso me han pagado la beca y han mandado a David porque no aceptan que su hijo no este con una gran bailarina.

-¿porque no volviste?

-si vuelvo antes de lo previsto, mi carrera se va a la mierda, y Noe mi directora de allí coincide en que soy una gran bailarina, no quiero que acaben con mi sueño, así no- las lágrimas de Martina caían por sus mejillas, Julia secó sus lágrimas, no era el momento indicado, pero ¿Quien marcaba los tiempos de sus momentos? nadie mejor que ellas conocía su dolor, y nadie mejor que ellas sabían que tenían que solucionar los problemas de Martina en Nueva York, ella tenía que ser su salvación ahora que su hermano no estaba en el mejor momento para hacerlo.

-pueden pasar a verle, pero es mejor que sea solo una persona, de momento está estable- explicó el médico, todas las miradas se dirigieron a Aitana, ella era la que debía entrar a ver a Bruno, ella siempre supo transmitirle tranquilidad, desde que era pequeño supo cuidarlo, supo mimarlo y todos coincidían en que Bruno desearía que su madre entrara junto a él para apretar fuerte su mano y no soltarla.

Y así fue, Aitana obedeció a la enfermeras antes de entrar y se puso todo lo que le dijeron, y tras varias puertas con grandes ventanales para controlar a los pacientes, Bruno.

Tenía la cabeza vendada, un corte en la pierna tapado con una venda que le llegaba hasta la rodilla y su brazo derecho escayolado, sus ojos estaban cerrados  y sus pulsaciones estaban controladas. Las manos de Aitana cogieron la de Bruno se negaba a que la mano de su hijo estuviese fría y respiro cuando la noto caliente, estaba ahí. Su hijo estaba luchando por estar a su lado, por volver a ver su padre, a su hermana, a Julia y a Sergio.

-hable con él, muchas veces les ayuda a reaccionar y vuelven antes de lo esperado- aconsejo una de las enfermeras antes de marcharse, Aitana volvió a mirar a su hijo, quería volver a ver sus ojos verdes y esa manera suya de mirar y conseguir todo lo que quiere.

-pequeño……. ha venido la tata a verte…...dice que no te echaba de menos, pero tu y yo sabemos que es mentira- sonrió- Julia está deseando darte millones de besos, abrazarte y no soltarte, y tu padre y Sergio están deseando que vayas al estudio a contarles como te han ido tus clases o como van tus maquetas……. te necesitamos aquí…… al desordenado de la familia…….al que es un poco despistado, pero que no teme mostrar todo lo que siente…… necesitamos que te quedes…… que vuelvas con nosotros- decía Aitana sin poder contener las lágrimas, esperando una respuesta que no llegaba- Tienes que despertarte…… Bruno…… vas a dejar de ser el hermano pequeño….. y tienes que conocer a este chiquitín- dijo llevando una de sus manos a su tripa y mordiendo su labio entre lágrimas.    

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