2. Daniela Calle

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Solo a mí me pasan estas cosas, estoy rogándole a los grandes dioses que no sea ella de quien Elena hablaba.

—Poche qué pasa? —su expresión solo provoca que me altere más; volteo de nuevo a ver a la chica.

Busco una manera de que no me vea y me llevo casi arrastrando a Elena afuera de los camerinos.

—¡Poche! ¿Dime qué pasa? —se exalta un poco y me ve con desesperación.

—¡Ya!, ya te digo, espera —respiro hondo y pongo mi mano en su hombro—. Esa chica, ¿Como se llama?

—Daniela —antes de que diga su apellido yo ya lo estoy diciendo.

—Calle... ¡Daniela Calle! ¡Agh! —grito.

—Si, soy yo, ¿Qué pasó? —dice alguien detrás de mí, meto mis manos a mí saco (hace demasiado frío) y volteo con lentitud—. ¿Tú? —Reacciona alarmante cuando me ve y Elena suelta un quejido.

La nueva bailarina es Daniela.
Quizás estés leyendo esto y estés... Yaa dime ¿porque no quieres que Daniela esté aquí?

—No entiendo qué pasa, ¿De dónde se conocen? —se cruza de brazos y me mira aún con confusión.

Daniela me mira y alza una ceja, para cuándo va a abrir su boca para hablar interrumpo.

—Ella y yo no nos llevamos tan bien —sonrio forzosa con una pequeña risa molesta, Daniela rueda los ojos y mira a Elena.

—Ocurrieron malos entendidos cuando nos conocimos —pronuncia lentamente y con la mirada puesta en mi después como si quisiera que se me quedará grabada la oración.

No puedo negar que la veo con cierta curiosidad. Se ve muy linda hoy, tiene el cabello con pequeños rulos y dos chonguitos como los de Puka. Trae un pantalón guinda alto a la cintura y una blusa suelta rosa que dice F•R•I•E•N•D•S.
Su maquillaje es natural y tiene un labial rojo mate.

—La conocí hace meses cuando trabaje en un restaurante, ¿recuerdas que te conté? —le digo a Elena con los ojos abiertos de más, para que recuerde lo que le conté sobre Daniela.

Daniela es hija de Germán Calle, dueño de un restaurante muy elegante aquí en Bogota. Cuando entré a trabajar ahí por un tiempo durante las vacaciones de verano, supuse que sería bueno aprovechar el tiempo que no viniera a la academia (ya que también al igual que la escuela dan vacaciones). Aparte del sueldo tendria propinas y solo seria mesera así que no habia problema alguno.
Todo iba bien hasta que un día llego Daniela a ayudar a su papá siendo mesera por varios días en lo que conseguía a alguien más para que trabajara.

Yo no la había visto hasta que tome una orden y la lleve a una mesa, de la cual siempre tenía que estar atenta porque eran una pareja de señores mayores que todas las tardes iban a comer y a tomar juntos una copa de champagne.
Claro, personas de la alta sociedad y muy exigentes a la hora de pedir y recibir su comida.

Entonces Daniela se me acercó y me dijo:

"Hola, soy Daniela, ayudaré unos días aquí en el restaurante como mesera, si quieres yo llevo este pedido" Su tono fue bueno, pero se notaba que casi no sabía qué hacer aquí.

Al cabo de una hora y media después le lleve la cuenta total a los señores. No se veían muy contentos, dijeron que la mesera que los había atendido mal, que les dejo las cosas con flojera, que tenía una cara de enojó y que no fue nada cortez. Les pedí disculpas y les dije que le diría al encargado para que no volviera a pasar.

Entré a la cocina y miré a Daniela comiendo de un plato con galletas.
Me le acerque molesta y le dije que eso no se hacía con los clientes y que tenía que decirle al encargado sobre lo que había pasado.
Comenzó a reírse y no hice más que odiarla, no paraba de reírse y yo me quedé en shock intentando procesar que ocurría con ella, porque se estaba comportando asi.

—¡Ahh!  —dice Elena mientras mira a Daniela y ella frunce el ceño como intentando saber que fue lo que le conté a Elena—. ¡Ohh! —dice de nuevo creando su cara de impresión.

—Maria José no tiene sentido del humor —rie Daniela con sarcasmo.

—Como sea —menciono molesta.

—Bueno, amm... Tendrán que llevarse bien niñas —Elena nos mirá por segundos a cada una y cuando intentamos hablar nos interrumpe—. Poche, tú eres la maestra ahora y tú calle eres bailarina, así que pongamos las cosas como son.

Miro a Daniela y sonrio en son de paz, ella solo me mira tranquila como si quisiera reparar el desastre que creo.
Siento mi celular vibrar en mi bolsillo del pantalón y lo miro rápido.

Es mi papá, ya debo irme.

—Elena, necesito ir con mi papá y con vale a  comer para celebrar, las dejo —beso su mejilla y miro a Daniela—. Hasta luego, hago un ademan despidiéndome y hace lo mismo.

Les doy la espalda y me voy a con vale y con mi papa.
Creo que no me llevaré tan mal con Daniela cómo pensé, estuvo tranquila ya que me fui, no lo sé.

Quizás solo mi cabeza quiere pensar que ella es una persona enfadosa cuando no lo es tanto.

Superalo poche. Daniela estuvo mal en hacer eso con los clientes, y obvio se enojó conmigo porque le dije a su papá, pero pues después de ese día no la volví a ver, así que quién sabe, quizás ese día no era un buen día para ella.

Quizás no se sentia con ganas de trabajar, quizás andaba de mal humor.

Quizás...

Pero bueno, le doy la vuelta a ese tema, papá y vale me esperan.

Llegué a dónde estaban ellos y me abrazaron.

—¿listo hermosa? —pregunta mi padre tranquilamente.

—si papi, vámonos.

—yo quiero buffet —dice vale emocionada cómo niño chiquito.

—Yo también —miro a papá y le sonrió para que nos lleve a un buffet.

Valentina también lo ve, y creo que las dos hicimos ojitos de perrito regañado porque el empezo a reír.

—esta bien niñas, vamos —papa Murmura con risa.

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Con Solo Un Baile Donde viven las historias. Descúbrelo ahora