5. ¿Quien te entiende Daniela?

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Si alguna vez pensaste que Daniela ya se llevaría bien conmigo, estás equivocada, y el día de hoy me he dado cuenta de eso.

Cuando paso lo del restaurante pensé que no la vería de nuevo, y ahora que me la topo, intento hacer las pases, dejar todo en el pasado e intento ser su amiga.

Pero al parecer no quiere ni eso.

Y ahora más razón tengo al enojarme, es mi alumna prácticamente y me desobedeció.

Primero, cuando les enseñaba la coreografía, tomó su celular y salió del salón a contestar, se lo pase porque su cara fue de preocupación cuando lo miro, no quise preguntar qué sucedio para no invadir su privacidad; después, me ha pedido faltar el día de mañana a la clase, le dije que si, que no había problema...
Le pregunté el motivo de porque no vendría y me dijo "mi novio me llevará a acampar al bosque chicaque".
Me enoje y le dije que su responsabilidad era venir a Misi y no ir con su novio a acampar, que eso podía esperar al fin de semana.

¿Saben que hizo? Se soltó riendo y me dijo: "si lo dices porque la coreografía es difícil de aprender no te preocupes, sé cómo aprendermelas en tan solo 3 días, es lo de menos poche" me guiño el ojo, tocó mi hombro y se fue con las demás chicas.

Me enoje, pero debía seguir con la clase, así que les enseñe unos pasos más para después explicarles a las chicas sobre el concurso.

Cuando por fin dieron las 3 de la tarde las chicas se comenzaron a ir, fue un día cansado, ensayamos mucho y aparte las puse a estirar para que se relajaran.

Me siento en un banca que está pegada a la pared del salón y miro el suelo.

—Dejame ir por favor —escucho chillar.

Levanto mi rostro y la miro, Daniela ruega con pucheros tratando de convencerme.

—No soy tu madre Daniela, haz lo que quieras —la miro irritada, me levanto y tomo mis cosas—. Qué tengas bonito día —salgo del salón y me recargo en la pared.

Doy un gran suspiro algo agotador y sigo caminando a la salida, cuando estoy por abrir la puerta de la entrada principal la escucho gritar.

—Poche, espera —volteo lentamente y viene corriendo hacia a mi—. Quisiera disculparme —se le nota en su voz la vergüenza.

Relajo mi cuerpo y me cruzó de brazos.

—¿Por qué habrias de disculparte? —Me hago la indiferente y ella frunce el ceño.

—Por haberte tratado así en el restaurante, y también por lo de hoy, a como te conteste por lo de salir mañana al bosque con mi novio —baja la mirada y noto que mira sutilmente mis piernas.

Inmediatamente siento incómodidad y mi cara comienza a sentirse caliente.

Estoy roja, que no me vea a la cara.

Bajo la mirada y me permito hablar rápidamente para que no noté mis nervios.

—Disculpas aceptadas —Digo con sinceridad, miro mis tenis para no mirarla a ella.

—Gracias poche —me abraza y suelta su cuerpo, la abrazo y me quito a los segundos.

—Recuerda que hay que poner todo de nosotras en esa competencia —la señaló con advertencia relajada.

—Lo sé —rie.

Ella no para de reír y se recarga de mi brazo.

—¿Y ahora? ¿Qué da tanta risa? —payaseo pero a la vez estoy confundida.

—Que eres la mujer más tierna que he visto en mi vida —aprieta mis cachetes, y ríe—. Me regañas y lo único que veo es a una bebé enojadita —sube su mano y la pone como si señalará la estatura de alguien que le llega a sus hombros.

—¿te burlas de mí estatura? —ruedo los ojos y pongo mis manos en mis caderas.

Baja su mirada junto con el movimiento que acabo de hacer y se queda unos segundos analizando.

—No en sí de eso, es que eres tierna, y cuando regañas te ves más tierna —dice lentamente eso último y mi corazón deja de latir.

—Pues quiero que me tomen en serio cuando estoy enojada —alzó la ceja.

—Esta bien, lo haré —me sonríe, y da la vuelta para irse.

Volteo a la puerta principal para abrirla y la escucho de nuevo.

—y poche —dice rápidamente.

—¿si? —mantengo la puerta abierta con mi pie.

—Bailas increiblemente bien —menciona pícara, me guiña un ojo y se va sin decir más.

Salgo rapidamente de ahí y suspiro cansada, Daniela calle es muy confusa.
Primero es arrogante, luego linda.

¿Quién la entiende?

Mi padre está esperandome con tranquilidad en el coche mientras lee el periódico de hoy, me subo y me sonríe.

—Hola mi amor, ¿como te fue hoy? —toma mi mano y la besa.

—Bien pa, algo cansado —lo miro y sonrió de lado.

—Es algo que ya sabías, va a ser cansado, pero valdrá la pena poche —su voz se torna delicada como si fuera un poeta, me suelto riendo y me mira juguetón.

—Eres el mejor papá —beso su mejilla.

—Lo sé mi amor, lo sé

Arranca el coche y nos vamos por Valentina a casa de una de sus amigas.
Elena se está encargando de pasarme todos los contactos de las bailarinas y yo hare un grupo de WhatsApp para que les esté avisando de todo por ahí.

Cuando miro los números los agrego por apellidos porque no me llevo con la mayoría de las bailarinas, y miro el número de Daniela Calle.

La agregaré como??? Daniela.

No, Calle.

Ó ¿Daniela calle?

Ay como sea, como si eso importará.

Cuando por fin hemos llegado a casa mi papá y Valentina vienen riéndose de algo, pero por venir en el celular no entiendo de qué es el chiste o el comentario gracioso.

—Poche... ¿tú sabes algo de la familia de Elena? —dice Valentina aún riendose.

—Nunca me cuenta de su familia, ella no es muy abierta con eso —explico algo confusa.

—Es que en mi clase entro una niña nueva y tiene sus dos apellidos, Ridgens Cañedo —comenta tranquila.

—Quién sabe, capaz que si es su hermana, porque es un raro apellido y no es de acá.

Entro a casa con rapidez porque me hago de la chi chi y cuando entro al baño me miró rápido en el espejo, tengo los ojos brillosos.

Hago chi chi, me lavo las manos y voy a la cocina, mi papá está haciendo comida.

¡Yummy!

—Me tocó ir a un bufett hoy con mis amigos —menciona mi padre—. Todo estaba delicioso, es de la familia Calle, en donde antes trabajabas amor —me mira.

Me siento en la barra y lo miro: —¿En serio? —Me hago la sorprendida—. Qué bien pa —tomo una manzana de la canasta y la muerdo.

—Si, y me topé con el Jefe, Germán Calle

Comienzo a ahogarme con la manzana y golpea mi espalda asustado.

—Poche ten más cuidado cariño —me regaña con susto.

—Si papá, no pasó nada, solo fue que trague rápido.

El apellido Calle parece que me persigue, había dejado de pensar en Daniela cuando ya veníamos hacia acá, y mi padre me la hace recordar de nuevo.


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