7. Ya no lo niegues

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Se tiene un estudio donde se dice que si manipulas a tu cerebro afirmando que descansaste lo suficiente, el se lo creerá y te sentirás más activa.

Conmigo eso no sirve... O simplemente no sé convencerme de que "dormí bien".

Son las 7 de la tarde y muero de sueño.
Me quedé dormida en cuanto llegue de la academia.

A las 9 iremos al antro como se lo prometí a las chicas. Estoy nerviosa no lo niego, nunca había ido a un antro, no soy mucho de salir.

¿Qué me pongo? Jesuscristo superestrella.

Después de estarlo pensando por mucho tiempo mirando al clóset pero aún sentada en mi cama, decido caminar a mi clóset y busco un pantalón a la cintura que nunca he usado, pero es muy lindo, me lo regaló mi papá hace meses.
Tomo una blusa metalizada color azul de manga corta, ropa interior y de mi mesita de noche mi jabón corporal de esencias.

Tengo la costumbre de dejarlo ahí, ya que cuando salgo de bañarme lo traigo a mi cuarto, Valentina también tiene uno y ya nos hemos confundido con ellos.

Suelo usar mucho ese jabon (en cantidades extremas) y por equivocación me acabe el suyo la semana pasada, se molestó y decidimos tener el de cada una por separado.

Me tomo la delicadeza de acomodar la ropa en un estante que tenemos en el baño y abro la llave de la regadera, me quito la ropa y me suelto el cabello.

Ya traigo el cabello muy largo, casi a la cintura, y pienso dejarlo crecer más.

—es más, me lo voy a pintar —digo frente al espejo que se encuentra sobre el lava manos.

Miro mi rostro y sonrió porque pienso en mamá cuando ella me sonreia, tenía la sonrisa más hermosa de este mundo.

Me meto a bañar y comienzo a tararear una canción de fifth harmony.

Cuando salgo, empiezo a secarme y escucho que tocan la puerta.

—Poche, ¿vas a salir? —cuestiona vale.

—Si, ya le pedí permiso a mi papá

—¿puedo ir? —chilla.

—Es un antro vale, aún no puedes entrar —digo ansiosa y algo triste por ella.

Valentina suele salir a pijamadas con sus amigas y así, pero tampoco es como que papá siempre la dejé, le da pendiente que salga mucho, apenas tiene 15 años.

La escucho alejarse y termino de secarme el cuerpo, me pongo crema humectante por todo el cuerpo y me pongo la ropa.

Lavo mis dientes y sonrió en el espejo para ver si están impecables.
Es hora de maquillarme, pero que rayos me haré? ¿Natural? ¿De noche?

Ni siquiera me maquillo mucho, no sé que hacer.

Escucho el timbre de la casa y hago una mueca, nadie nos visita, a menos que sea un amigo de mi papá.

Valentina abre y la escucho gritarme:— Poche, es Elena —repite una y otra vez.

Salgo del baño y dejó mi ropa sucia en el canasto dentro de mi cuarto, y el jabón en la mesita de noche, corro a la entrada y Elena está parada en la entrada con una gran sonrisa y un vestido guinda de lentejuelas que acentúa sus pequeñas caderas.

—llego tu salvación —levanta una cosmetiquera y yo suelto un gran suspiro.

—Gracias, no sabía que hacerme —Rio nerviosa.

Valentina se va a su cuarto y paso a Elena al mio.

—te verás hermosa y sexy para ella —dice mientras acomoda su maquillaje en mi pequeño tocador.

La miro fulminante y siento mi cara arder de pena.

—Por favor Elena, deja de decir tonterias —digo con los ojos pelados y sin despegar los dientes.

—¿Por que no dejas que te maquille y así te das cuenta que quieres verte sexy para ella? —me guiña un ojo, me empuja a la cama y de lo rapido que lo hace caigo acostada y cierro mis ojos, ella ríe y saca más maquillaje.

Me siento en la orilla de la cama con lentitud y acomoda mi cabello hacia atrás:—Bien, vamos a empezar —toma el hidratante y me lo pone en el rostro.

Después de media hora yo ya estaba maquillada, Elena es buena, me puso sombra gris de transición y sombra brillosa de color azul en el parpado.

Me hizo pintarme los labios Nude y me puso highlight por último.

Ella cuando llegó ya estaba lista, solo le faltaba peinarse, ahí mismo en 30 minutos se plancho su hermoso cabello.

Son las 8:30 y ya estamos listas para irnos. Me despedí de Valentina y de mi papá, obviamente me dijeron que mucho cuidado y papá dijo que ira por mi cuando yo le avisé.

Pedimos un Uber y Elena recordó que pasaríamos por Liz, una de las chicas. Llegamos por ella y de ahí nos llevaron al antro.

El lugar es inmenso y muy bien estructurado, tiene muchos lugares donde sentarse y aún así el lugar para bailar es muy amplio.
Elena, Liz y yo buscamos la mesa que las chicas apartaron y cuando las veo 5 ya estan ahí, una de ellas es Daniela.

—Hola —grita Renata.

Todas nos saludamos, y cuando saludo a Daniela noto que me mira con un brillo. Miro de reojo a elena, quién alza una ceja con cara de malvada.

—Que bueno que viniste —dice Daniela contenta, le sonrió y cuando estoy por hablar interrumpe alguien detrás de nosotras.

Todas dirigimos la mirada a quién está tratando de hablarnos y es un chico alto, musculoso pero no exagerado, muy guapo y con los ojos muy oscuros.

Siento por un momento un escalofrío porque no me da buena espina, pero veo como nos sonríe y me siento confusa.

¿Quien es el?... Y ¿Que hace acá?

—Bebe —dice Daniela, lo abraza y le da un pico.

Trago duro y siento mi cara cambiar de facciones super rápido, siento mi quijada endurecer por tensión y nervios. Trato de no hacer movimientos o caras que hagan que Elena se de cuenta de lo que acabo de sentir, pero no logro moverme tampoco, estoy totalmente estupefacta.

—presentame a tus amigas —dice el chico sonriente mientras nos mira a todas.

—claro bebé —Exclama Daniela muy emocionada—. Chicas el es Antonio.

Todas lo saludamos y le decimos nuestros nombres.
El tipo se ve buena onda, pero no entiendo que hace acá, está noche era de chicas.

"No te hagas tonta María José, no es por eso que no quieres que el esté acá"

Ignoro que se vuelven a abrazar y a besar y comienzo a platicar con las chicas.

Puedo notar como Elena pone su mano en mi espalda y se acerca a mi oído.

—Ya no lo niegues poche, también te gustan las mujeres —dice sin problemas— y no tiene nada de malo, a mi también me gustan.

Pelo los ojos como rana y la miro, su rostro de seriedad con sonrisa pícara en ella no dura nada y comienza a reír.

—Es broma pochesita, solo estoy jugando, si fuera cierto, créeme, ya te hubiera dicho —me guiña un ojo.

—No tengo ni siquiera idea de si a ella le gustan las mujeres, y si le gustan no me tengo que meter en su relación —digo rápidamente— aparte no sé si sólo es admiracion a lo bonita que es y por eso la miro y la pienso o si es porque me gusta —le digo al oído.

—Averigualo, y ¿Quieres jugar sucio? Coqueteale a alguien más! —da dos pequeñas palmadas en mi espalda y me sonríe—. Solo, ya no lo niegues poche, ella es tu atracción, y tienes que experimentar si quieres saber qué rollo con tu sexualidad.

Con Solo Un Baile Donde viven las historias. Descúbrelo ahora