Acompañante de Biblioteca

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El camino para ir de vuelta a casa fue silencioso y parecía que era eterno. Lo bueno es que por fin pude quitarme un peso de encima al decirle a mi ex-director todo lo que pensaba sobre el y como me sentía al dejarme sin ayuda.

-¿Qué tal tu día Billy?-dijo mi madre

-Nada interesante, solamente vimos unos cuantos temas, y tenemos que traer un libro la próxima semana para leerlo todo el curso. Pero aún no se que libro elegir-dice mi hermano algo preocupado

-No te preocupes. Tienes la semana entera para elegir uno, no hay de que preocuparse-dijo mi madre

-Oye mamá por cierto, vi a mi hermana hablando con mi director-gracias Billy, me acabas de hundir. Pero me las vas a pagar pequeño mandril

-¿Y que le dijiste Lauren?-me dijo mi madre

-Nada mamá, solamente le comenté que me parecía algo duro que traté a sus alumnos de la forma en la que lo hace, y debería de hacerlo más sutil y de una manera menos estricta-mentí, aunque a mi madre le daría gusto que le conteste al viejo barrigón

-Bueno es algo bueno de tu parte, aunque no creo que te haga mucho caso sabiendo que no hizo mucho por ayudarte el viejo salivón ese-Le dice así porque cada que habla escupe saliva. Una vez en mi primer año de secundaria una fina tira de saliva salió de su boca y cayó al suelo. Fue tan asqueroso de ver.

Llegamos a casa, después de unos 15 minutos. Nuestra casa no era tan grande pero tampoco era tan pequeña. Era ideal para las tres personas que vivíamos ahí. Mi madre, mi hermano y yo. Ah, y mis tres pequeños perritos. Puppy, Lizzie y Fluffy. Eran de raza chihuahueña. A muchas personas no les gusta esta raza de perros pero la verdad son una de la razas más fieles y más cariñosas.

Mi madre abre la reja automática de seguridad y mete el auto en el garaje. Salimos del auto con las cosas del colegio. Nos adentramos en nuestra casa y Billy y yo dejamos nuestras mochila en el sofá dorado que estaba en la sala que conecta con la cocina, las cuales estaban divididas por un solo muro color crema.

-Me voy a poner a hacer la comida. Si quieren distráiganse en lo que termino de cocinar-Dicho esto subo las escaleras cubiertas de una alfombra café. Hasta llegar al pequeño y estrecho pasillo que divide la habitación de mi madre, el cuarto donde hacíamos nuestros deberes, donde se encontraba la computadora.

El baño del pasillo que estaba a la derecha, los cuartos estaban a las izquierda y Justo en el centro estaba mi cuarto. El cual por cierto no tenía puerta, así que la privacidad en ese lugar era prácticamente nula. Me adentre recto hacia el pasillo hasta llegar a mi cuarto con paredes en color lila y verde menta. Sí, amaba los colores pastel.

Agarre mi laptop, la cual fue mi regalo de cumpleaños número 15 y empecé a checar en ella las redes sociales. La verdad no había nada interesante que ver así que decidí jugar uno de mis videojuegos favoritos, el cual era Cuphead.

Era uno de los juegos mejor elaborados con una trama excelente, los niveles eran difíciles pero eso lo hacia aún más emocionante. Estaba en el nivel de la flor, el cual es uno de los jefes más difíciles de vencer, cuando de un momento a otro mi celular empieza a sonar.

Decido ponerle pausa al juego, tomar mi celular, y me doy cuenta que me esta llamado mi mejor amiga Kaitlyn por videollamada, obviamente como soy una buena amiga y la quiero mucho decidí contestarle.

-Hola amiga-digo una vez que la cámara está activada

-Lauren, ahora me dices que fue lo qué pasó ¿Te expulsaron? ¿Te suspendieron? ¿Te dieron detención? ¡Ya dime qué pasó estupida!-me dijo. Ay Kaitlyn, aún con tu locura te adoro

-En primer lugar, déjame hablar, todavía no he te dicho nada. Y en segundo, no me pasó nada de lo que acabas de mencionar anteriormente. Simplemente me pusieron un reporte por ser la primera vez que doy de que hablar-dije despreocupada

-Bueno, ¿y tú madre que dijo?-me dijo Kaitlyn

-La verdad es que salió en defensa mía. Dijo que ese monstruo se lo merecía-dije riéndome

-Tú mamá si que me agrada, envíale saludos de mi parte-dijo

-Todo iba bien hasta que leyó el diario, y en el carro empezó a decir que me encanta llamar la atención, que pongo esas cosas para que alguien les lea y me haga la victima, pero tú perfectamente sabes que no es así-le dije, las lagrimas estaban a punto de salir, pero me contuve

-Lo entiendo amiga. Oye ¿podría pedirte un favor?-me dijo

-Adelante-le dije. Ella sabe que haría todo por ella y ella todo por mi

-Mira, lo qué pasa es que, tú sabes que el internet en mi casa está fallando, y no sabemos cuando lo tengan listo y me dejaron un trabajo para dentro de dos dias que requiere de internet y necesito ir a la biblioteca para coger internet y poder hacer el trabajo, pero no me dejaran ir sola. ¿Podrías venir conmigo?-me dice poniendo carita de perrito triste

-¿Y porque no mejor vas a un cyber?-le digo a Kaitlyn-Es la opción más viable y la más lógica

-Porque el cyber más cercano a mi casa es dueño de los padres del ex de mi hermana. El que te había contado el otro día. Y obviamente con el pleito que se armó mi mamá me prohibió ir a ese lugar. Y dice que si piso ese lugar otra vez, me dará el peor castigo de toda mi vida; el cual es quitarme el celular y prohibirme ir a clases de ballet por 1 mes-Kaitlyn y yo no somos solamente mejores amigas, nos volvimos hermanas del alma y prácticamente me considera de su familia.

El otro día me había contado que su hermana había cortado con su novio. Según esto porque lo encontró en la cama con otra chica. Y según esto que esa chica era su peor enemiga. Drama y más drama. Aunque no tengo de que quejarme si soy una persona histriónica. Y además ella es una increíble bailarina de ballet, así como una increíble pianista.

-Ya entiendo todo entonces. Está bien. Haré lo posible para acompañarte. Pero esta me la debes amiga-le dije con tono pícaro y soltando algunas risas

-Te prometo te la pago, amiga-dijo-Me tengo que ir, mi mamá hizo unas deliciosas pechugas a la plancha-

-Está bien amiga, yo igual tengo que irme, la comida de seguro está lista-le digo

-Bye estupida-Sonrió inocentemente al oírla decirme de esa manera. Obvio no lo dice con intención de ofenderme, se perfectamente que me quiere

-Bye-digo y la llamada se corta. Duramos 15 minutos hablando. Vaya, nuestro récord una vez fue 1 hora y media.

Bajo hacia la cocina, y tengo que prepararme para pedirle el bendito permiso a mi madre para poder ir a la biblioteca con Kaitlyn. Se que será un poco difícil, pero no imposible. Y más si consideramos el encuentro no tan amigable que tuvimos en el auto. Pero nadie pierdo con intentar. Bien dicen el que no arriesga no gana

-¿Mamá?-dice y voltea hacia mi. Está con las pinzas en la mano sosteniendo el mango del sartén, si las miradas mataran, de seguro yo ya estaría muerta-Quiero hablar contigo

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