Cuando Nadie Mira

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—¿Otra vez perdida?—Su voz resonó en toda la habitación y eso que lo había dicho de una manera muy apaciguada

—Todavía está casa es un jodido laberinto. Es tres veces el tamaño de mi casa—Lo dije en el sentido más literal

—Créeme, una vez que conoces bien el camino ya no conseguirás perderte. Así pasa en la vida. Conoce bien el camino por donde vas y no te perderás en la bruma—Dijo. Todas sus palabras tenían sentido en todos los aspectos

—Lo se. Y se perfectamente a donde voy y lo que quiero—Me fui acercando más a él y cuando estaba en frente de el enrollé mis brazos en su cuello—Y te quiero a ti junto a mi por muchísimo tiempo—No lo dejé responder porque yo inicié el beso.

Fue delicado como otras veces pero a medida que íbamos avanzando iba aumentando la intensidad. Empezamos a jugar con las lenguas y de un momento a otro empezó a acariciar mi espalda hasta llegar a mi trasero. Lo apretó mientras me dejaba ver lo excitado que estaba y decidí enrollarme con las piernas en sus caderas. Me respondió y me sostuvo para evitar caerme. De repente sentí la fría pared en mi espalda. Nunca me había tocado hacer algo como esto, algo tan caliente, algo tan sensual. Sus labios empezaron a bajar hasta mi cuello y Dios sentía su prominente erección tan pegada a mi que hacía que mis bragas que mojaran inmediatamente.

Empezó a meter sus manos por debajo de mi falda de cuadros rojos y empezó a masajear las mejillas del trasero y solo podían salir gemidos de mi boca. Me encantaba esto. Necesitaba más. De repente sentí que bajaba mis mallas negras hasta donde iniciaban mis tobillos. Y sentí su mano rozándome el entrepierna. Gracias a Dios escogí las bragas de encaje negro. Cuando senti su mordida en mi cuello y su mano acariciando mi punto más delicado no pude evitar seguir gimiendo como loca. Dios, este hombre iba a hacer que perdiera el autocontrol. Empecé a mover mis caderas y cuando sintió eso se movió para la cama.

Estuve esperando a que hiciera eso. Se que llego el momento y no me puedo retractar. De hecho, no quiero ni retractarme. Porque se que esto es lo que quiero

Andrew's POV

Demonios, era como ver a un ángel caído del cielo. Tenía una cara muy inocente pero yo sabía que el fondo se encontraba una chica atrevida y sensual. Muy sensual. Y es que desde el día en que la vi por primera vez quedé cegado por su belleza. Aunque sabía que había una inseguridad tremenda en sus ojos, notaba lo mucho que se ponía nerviosa cuando estuve cerca de ella. Por eso iba a la librería un tanto más seguido con la esperanza de ver esos ojos caoba de nuevo, aunque siempre iba ahí porque era el lugar que más me gustaba de esta ciudad y el que me brindaba una enorme seguridad

Observe de nuevo su rostro. Sus pequeñas mejillas enrojecidas por todo el placer que le acabo de brindar, su pequeña nariz respingada, sus labios pequeños, dulces y rojos que sin dudas quiero volver a probar y sus hermosos ojos dilatados por la excitacion. Volví a besarla con fiereza pero esta vez quitándole la falda que me estaba provocando desde que entro por esa puerta, seguido por esas mallas que cubrían sus cortas pero bien marcadas piernas junto con sus botines de tacón. Me separé para abarcar su cuello y me dediqué a sacarle la blusa para que se quedara en ropa interior para mi.

Demonios, ahora que la veía en su conjunto negro de encaje era mucho más sexi de lo que recordaba. Siempre admire sus pechos porque eran enormes, pero me daba cuenta que los ocultaba debajo de toda la ropa holgada que solía usar constantemente. Pero cuando usaba blusas que se pegaban a su bella y marcada silueta siempre los veía disimuladamente. Eran enormes y siempre me daban ganas de tomarla y apretárselos. Creo que hoy podré hacer eso.

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