Veintitrés

892 70 11
                                    


Él se fue al salón mientras Luna se duchaba, para no estar cerca cuando estuviera desnuda. Todavía le ardía la mano por haberla tocado. Había estado húmeda, caliente y dispuesta. Esa mujer era la fantasía de cualquier hombre.

Matteo Balsano se sentía como un idiota. Si sus hermanos supieran lo que estaba haciendo, se reirían de su ridícula nobleza. Aunque ellos habían dejado atrás hacía tiempo la vida de soltero y dormían cada noche con las mujeres que amaban. El quería lo que ellos tenían, pero era un cobarde. No se atrevía a saltar al ruedo emocional.

Por otra parte, Luna era todo un reto. Era impulsiva, tempestuosa y sensual. Si él la dejaba entrar en su corazón, podría hacérselo pedazos.BPodía enamorarse de ella. Esa mujer tenía algo que le hacía volver a creer en los finales felices. Pero Matteo sabía lo que era ver morir a la mujer amada sin poder hacer nada para salvarla.

Una tarde, cuando se suponía que Luna debería estar durmiendo la siesta, él la sorprendió sentada en la cama, poniendo su autógrafo en un taco de fotos.

–Pensé que ibas a dormir –dijo él, desde la puerta.  Ella lo miró con gesto de culpabilidad.

–¿Conoces a Reggie, el ayudante de cámara? Va a ser el cumpleaños de su hija. Le ofrecí enviarle estas fotos firmadas para que las repartiera entre sus amigas.

–Muy amable por tu parte.

–No me cuesta trabajo.

–Tengo buenas noticias –señaló él, sentándose a su lado en la
cama.

–Dime –pidió ella y apoyó un momento la cabeza en su hombro.

–Rod va a dar la noche libre a todo el mundo como muestra de
agradecimiento por lo bien que está saliendo todo.

–¿Quién iba a decir que un hombre de aspecto tan rudo y malhumorado podía ser tan tierno como un osito de peluche? –observó ella, firmó la última foto y metió el taco en un sobre.

–Bueno, yo no diría tanto… Lo que pasa es tú siempre ves lo mejor de las personas. Es una de las cosas que me gusta de ti.

–Gracias –dijo ella, sonrojándose–. Muy amable.

–Puedo ser amable, si me lo propongo –repuso él, rodeándola con el brazo–. ¿Qué te parece si lo celebramos? Puedo robarle el coche a Nina y llevarte a ver el atardecer.¿Qué te parece?

–¿Y qué celebramos?

–La vida, en general. Me alegro de haber venido contigo, Luna. Ponte el vestido más bonito que tengas. Volveré a por ti dentro de una hora.

Luna estaba emocionada. Tenía una cita formal para salir con Matteo Balsano. Se duchó y se secó, pensando qué podía ponerse. Aunque sabía que podía estar equivocada, tenía la sensación de que Matteo cada vez la deseaba más. Era afectuoso con ella, a veces, incluso indulgente. Pero eso no era lo que ella quería. Era una mujer adulta y tenía necesidades adultas, que solo él podía satisfacer.

Estaba enamorándose de Matteo No podía evitarlo. Matteo Balsano estaba lleno siempre de seguridad. Para un tipo que afirmaba ser feliz en soledad, apartado del mundo en su laboratorio, parecía muy contento estando rodeado de gente. Y eso era peligroso. Porque Luna empezaba a albergar sueños de futuro con un hombre así.

Después de titubear delante del armario unos diez minutos, Luna escogió un vestido plateado por encima de la rodilla, de una tela finísima que reflejaba la luz. Era uno de sus vestidos de fiesta favoritos, con el que siempre se sentía bonita y femenina. Unos tacones de aguja plateados y un bolso a juego completaban su atuendo. Se puso sus pendientes preferidos de diamante y una pulsera.

Mirándose al espejo mientras se peinaba, se preguntó si Matteo la encontraría sexy… o si solo vería en ella a una niña disfrazada. Él se negaba a reconocer que era una mujer adulta, así como negaba la atracción que había entre ellos. Era frustrante. Quizá, esa noche, sería su oportunidad de cambiar las cosas, pensó.

Luna ya estaba lista, esperándolo, cuando la puerta se abrió. Matteo la miraba con ojos ardientes. Se había vestido muy elegante, con pantalones grises de lino y zapatos de cuero sin calcetines. Llevaba una chaqueta gris también, que resaltaba sus anchos hombros, y una camisa de seda color crema. Era un hombre rebosante de carisma, de clase.

–Ya estoy lista –dijo ella, forzándose a hablar.

Cuando Matteo se acercó con una sonrisa llena de seguridad, Luna se quedó sin aliento.

–Esta noche, pareces una princesa –murmuró él y le acarició los brazos, tomándola de las muñecas para mirarla de arriba abajo. Con el corazón acelerado, ella lo miró a los ojos.

–Tú tampoco estás mal. Pareces un dios griego escapado Del Olimpo. Ya veo que has ido de compras –comentó ella, posando los ojos en su traje nuevo.

–Ha sido necesario. No quería que te avergonzaras de mí –repuso él y se sacó una cajita del bolsillo–. También te he comprado algo a ti. Se que hoy es tu cumpleaños, Luna –contestó él con unaamplia sonrisa.

–¿Cómo lo has sabido?

–Una vez, abrí tu pasaporte. Sé que no debería haberlo hecho, pero tenía curiosidad por ver cuántos países habías visitado. Bastante impresionante –indicó él–. Vamos. Ábrelo.

Despacio, Luna abrió la cajita y soltó un grito de sorpresa y emoción. Era un pequeño broche con una corona, cubierto de diamantes en la base y coronado por rubíes, esmeraldas y zafiros.

–Debe de haberte costado una fortuna –comentó ella–. No sé si debo aceptarlo. Soy yo quien debería hacerte regalos a ti por el favor que me estás haciendo.

–Ponte el broche y vámonos.

–Es un regalo precioso, Matteo –afirmó y se lo prendió en el vestido. Solo un hombre como él podía haber elegido un broche tan perfecto, pensó. Matteo la conocía bien–. Me encanta, de verdad –lo besó con suavidad.

–No te estoy haciendo ningún favor –negó él de golpe–. Soy un médico cumpliendo con mis responsabilidades.

–Pensé que eras mi amigo –replicó ella. Era cierto que, al principio, lo había buscado por su reputación profesional. Pero, en el presente, quería algo por completo diferente.

–No sé qué somos, Luna –admitió él con ojos llenos de deseo–. Ese es el problema.

Luna se enterneció al darse cuenta de que la situación lo afectaba. Eso significaba que ella le importaba. Pero Matteo Balsano no era la clase de hombre que se pudiera manipular para que hiciera algo que él no considerara correcto.

Tal vez, dependía de ella demostrarle que sí era correcto.

Feliz año nuevo mis amores. Que este año este lleno de prosperidad y bendiciones.

Imposible Resistirse [Lutteo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora