Capítulo 7

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Alba

viernes

- Que estaba esperando a que yo se lo pidiera dice. Pero será desgraciada. Después de la mierda que me soltó. Ni qui mi guistiris...

- Alba cariño ¿te quieres tranquilizar un poco? Me alteras los chakras.

- ¿Qué chakras Marilia? No me hables ahora de mierdas de esas e.

- A ver, tranquilízate y vamos a pensar el lado positivo – dice Marta – Ella estaba esperando a que tú le pidieras seguir con la canción ¿no?

- Si.

- ¿Y eso no te dice nada?

Esta está fatal de la cabeza - ¿No?

- Que le gustas Alba, por favor. Que está clarísimo. Que si no le gustas no espera a que seas tú quien le hable y esas chorradas.

- La verdad es que eso es bastante de novias. – aporta Marilia.

Me quedo pensativa unos segundos. – no sé si le gusto o no pero tampoco me importa.

- ¿Y entonces por qué te raya tanto lo que te diga? – pregunta Marta.

- No me rayo, solo me da rabia.

- Te da rabia porque te mueres por ella.

- Pues sí. – hago un minisilencio dramático – me da rabia por eso. Pero me da igual. Paso del tema, no quiero que me guste.

Marilia, que estaba de pie, se sienta entre Marta y yo en el sofá y me coge la mano.

- Cariño... las personas te gustan o no te gustan. Lo que tú quieras es lo de menos. – dice con intención de ser lo menos dura posible.

- Alba, ha pasado un año desde lo de Marcos. Tienes que darte una oportunidad. De verdad que no siempre tiene porqué ser así. – Me da miedo lo mucho que me conoce Marta.

- Pues sí, además Natalia parece una buena chica. A mí me cae muy bien. – añade Marilia, a lo que Marta responde asintiendo.

Me quedo callada. No sé qué pensar. Por una parte estas dos tienen razón pero por otra, me puede el miedo, y más después de que Natalia me diese a entender que no le gusto. Ahora además de miedo siento inseguridad. Necesito salir a tomar el aire. Mis pensamientos se interrumpen con el sonido del timbre y Marta va a abrir la puerta.

- Hola Marta ¿Está Alba?

- Sí, estamos aquí las tres ¡Pasa, mujer! – veo como Natalia entra en el salón de mi casa con su guitarra a la espalda, seguida de Marta que sube y baja las cejas repetidas veces sacando la cabeza por detrás de ella. Natalia saluda a Marilia y se sienta en el sofá.

- Hola Albi – creo que ha notado que estoy algo seria.

- Hola Nat.

- Esto... he venido porque bueno... he quedado para tocar con unos amigos y me pillaba de paso. Y pues... me he acordado de ti. Si no quieres venir no pasa nada, pero bueno que a mí me gustaría que vinieras porque creo que les gustaría muchísimo como cantas y ellos son unos músicos que flipas asique te podrían acompañar con sus instrumentos y yo también traigo la guitarra asique... - dios no va a parar nunca de hablar, ¿qué la pasa? Marta y Marilia hablan entre ellas mirándonos y riendo. En los labios de Marilia leo "Está nerviosísima, que mona".

- Nat, no me apetece. – suelto. Ella por fin para de hablar y me mira con una cara que no podría causarme más ternura. Su frente se arruga y puedo notar la pena en sus ojos. – hoy toco en el Grafit y no debería forzar la voz antes del concierto.

- Ya... bueno, no pasa nada.

- Venga Alba no seas exagerada que muchas veces estamos aquí la tres berrendo y luego cantas como si nada. – odio a Marta. Parece que su comentario hace cambiar de opinión a Natalia, que lejos de resignarse, intenta convencerme.

- No tienes porqué cantar mucho. De hecho no tienes ni porqué cantar. Puedes venir a oírme a mí. – joder, si es que es la oferta más tentadora que me han hecho en mucho tiempo.

- No se...

- Venga – se levanta del sofá, se acerca a mí y me ofrece la mano – anímate enana.

Miro su mano y dudo. Después la miro a ella, que sonríe de medio lado. Joder, no puedo decirla que no. Cojo su mano y me levanta.

- Siiiiiiiii – dice feliz, y me abraza levantándome y dándome vueltas en el aire.

Me preparo y bajamos a la calle. Al salir del portal oigo el ruido de un coche abriéndose y veo que las luces del coche que está aparcado en la acera parpadean. Natalia se me adelanta y abre la puerta del copiloto.

- ¿Es tuyo?

- No, lo he robado – dice irónica – pues claro que es mío.

- No sabía que conducías.

- Me gusta sorprenderte – dice con una sonrisa.

Yo me subo al coche y ella cierra mi puerta y se monta también. No sé ni siquiera a dónde vamos. Espero no arrepentirme de haber aceptado. Es camino lo pasamos escuchando canciones. Al principio las dos estamos calladas y parece que el ambiente se puede cortar. Pero todo cambia cuando empieza a sonar Crazy in love de Beyoncé. No puedo evitar desenfrenarme con esta canción, ya que siempre la bailo como una loca con mis amigas. Cuando ve que me animo, me sigue y acabamos las dos cantando a gritos y bailando como podemos en los asientos del coche. Nos divertimos y nos reímos mucho. Me encantan estos momentos. Tras un rato conduciendo, entramos en una nave industrial donde solo parece haber edificios abandonados. Se está haciendo de noche y me da un poco de mal rollo ¿A dónde me ha traído esta loca?

- ¿Es aquí? – pregunto con el ceño fruncido. Natalia me mira y ríe brevemente.

- Sí, es aquí.

- ¿Seguro que no quieres secuestrarme? – bromeo, realmente este sitio da miedo. Ella se queda unos segundos en silencio después de mi pregunta y sonríe.

- No voy a secuestrarte. –Y se baja del coche. Le he preguntado que si no QUIERE secuestrarme y va y me responde que no VA A secuestrarme. ¿Eso quiere decir, que si quiere hacerlo? En fin, voy a ignorarla.

Bajamos del coche y nos dirigimos a uno de los grandes pabellones. Entro detrás de ella. Cuando estoy dentro flipo con lo que veo. Este sitio es el paraíso. Aquí hay de todo. Hay gente de todo tipo. Las paredes están pintadas con grafitis curradísimos y hay exposiciones de cuadros y obras de arte por todos los lados. Natalia me coge de la mano y me dirige por el lugar. Cada rincón que recorremos me gusta más que el anterior. Pasamos por una pista de skate dónde parece que están haciendo una competición. Después por una sala enorme donde hay varias personas ensayando una coreografía. Lo siguiente es lo que parece un estudio de fotografía. Al cruzarlo Natalia abre una puerta y accedemos a un pasillo con habitaciones insonorizadas a los dos lados, en las que hay músicos ensayando, tocando, grabando... Nat abre una de esas puertas.

Nuestra canción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora