Capítulo 23

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Estoy cansada de que Alba me trate como si no me conociera. Soy consciente de lo que firmé, pero joder, ponía trato laboral y amistoso, no trato nulo. Supongo que intentar darle celos aquella noche no ayudó, pero empezó ella y además han pasado casi dos semanas en las que entre turismo, fiestas y conciertos no se ha separado del culo de Vanesa ni un solo día. Vanesa, que por cierto es extremadamente desagradable conmigo. Con la excusa de que es la organizadora se cree con derecho a darme órdenes y no lo soporto. No entiendo cómo Alba puede tontear con ella de esa forma. Sí, es guapa, pero también es una imbécil prepotente que cree que puede tenerlo todo. Hemos terminado el concierto de hoy en una ciudad costera de chile y estamos tomando unas copas, como siempre. Y también como siempre, Vanesa no quita las manos de la cintura de Alba ni un solo momento.

- Me pone enferma – comento con María, apretando mi mandíbula.

- Si te sirve de consuelo a mí tampoco me cae nada bien Vanesa.

- No entiendo qué es lo que ve en ella.

- ¿Crees que le gusta?

- Es obvio, no paran de tontear.

- Bueno, que Alba estuviera pillada o conociendo a alguien era un riego que asumiste.

- Lo sé, si ni siquiera es eso. Lo que me molesta es que pase de mí de esa forma.

- Habla con ella – suelta como si fuera lo más obvio del mundo.

- Ni de coña.

- No seas orgullosa Nataluka.

- ¿Y me lo dices tú? – pregunto con una expresión burlona.

- ¡No estamos hablando de mí! – me pega en el hombro – vamos con todos anda – después de rodar los ojos me resigno y la sigo hasta la mesa en la que están los demás.

Veo cómo, según me acerco, Vanesa coge la cintura de Alba y la sienta sobre ella. La sangre me hierve y la respiración se me acelera, pero noto la mano de María en mi puño cerrado y me tranquilizo. La noche avanza, el alcohol hace efecto, Alba sigue ignorándome y Vanesa toqueteándola. Hasta que ya no puedo más.

- ¿A ti qué coño te pasa? – grito dirigiéndome a Alba.

Ella me mira con el ceño fruncido, aparentemente sin entender nada y Vanesa suelta una risa prepotente que no me hace ninguna gracia, pero decido pasar de ella.

- Natalia, ¿Qué dices?

- Que qué te pasa conmigo

- Menuda ridícula – oigo gruñir a Vanesa detrás de Alba y me acerco más.

- ¿Qué me has llamado?

- Ridícula – vuelve a soltar con chulería. Yo me acerco violentamente y Alba se interpone colocando una mano en mi abdomen para frenarme.

- A ver, tranquilízate. Si quieres hablar vamos fuera, pero no montes un espectáculo.

Niego con la cabeza con rabia pero decido hacer caso a Alba y salir del bar, dejando a Vanesa allí con su habitual cara de prepotencia y todos los demás observando la escena. Nada más salir saco el paquete de tabaco y de él un cigarro que me enciendo con impaciencia, echando la primera bocanada de humo con parte de la rabia que tengo contenida.

- La próxima vez dime que quieres hablar – dice Alba algo alterada.

- No me habría puesto así si Vanesa no me hubiera insultado.

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