Capítulo 32

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NATALIA

Abro poco a poco los ojos debido a que un ruido me despertado. Miro a mi alrededor y descubro que estoy en el salón de mi casa, anoche debí quedarme dormida en el sofá. Tengo un dolor de cabeza insoportable, por motivo de los numerosos botellines de cerveza y el cenicero lleno de colillas que hay encima de la mesa. Suspiro y me incorporo lentamente, llevándome una mano a la cabeza, para masajearla y así intentar, aunque sin éxito, que el dolor se alivie. Siento como si algo se moviera en mi estómago, y poco después me da una pequeña arcada, que afortunadamente no llega a más. El plato de la cena está también sucio en la mesa, lo que me recuerda que tampoco limpié la cocina después de cocinar. Me maldigo y me dirijo al baño con intención de darme una buena ducha que consiga despejarme un poco antes de poner en orden todo este desastre, pero mis intenciones se ven interrumpidas por el mismo sonido que me ha despertado. Esta vez lo reconozco, se trata del timbre de mi casa. Ruedo los ojos y, con torpeza, me dirijo hacia la puerta. Por el camino me pregunto si mi mareo se debe a la resaca o a que aún sigo borracha.

Llego hasta la puerta y al abrirla, me quedo totalmente inmóvil, incapaz de reaccionar, incapaz de asimilar que tengo a Alba justo delante de mí. Ella también parece estar en shock. No decimos nada, solo nos miramos. Su boca está entreabierta y sus ojos parecen más grandes de lo normal, no puedo evitar pensar en lo preciosa que está.

- Hola – rompe el silencio con voz tímida.

- ¿Qué haces aquí?

- Quería... hablar contigo de algo – confiesa después de tragar saliva

Mi estómago vuelve a las andadas, y esta vez la cosa no se queda en una simple arcada. Llevo mi mano derecha a mi boca y con la otra, hago un gesto indicando a Alba que espere. Salgo corriendo al baño y en cuanto llego, vomito. El sonido de unos pasos acercándose me confirma que, tal y como sospechaba, la rubia no iba a esperar en la puerta. Al notar que se acerca, cierro la puerta del baño con rapidez.

- ¿Estás bien? – pregunta ella desde fuera

- Si, si... ahora salgo – contesto con dificultad, debido a una nueva arcada

Oigo un suspiro y seguido, sus pasos alejándose. Al terminar de vomitar me lavo los dientes y me desnudo para darme una ducha, durante la cual me da tiempo a plantearme el motivo por el cual Alba está aquí, qué querrá decirme. Tiene que tratarse de algo importante si ha decidido hacer un viaje tan largo sin haber finalizado la gira. Llego a la conclusión de que será por algún asunto de la discográfica. Es mejor pensar eso. Salgo con una toalla y voy a la habitación para vestirme. Cuando estoy lista, aunque no emocionalmente, vuelvo al salón, que está irreconocible comparado con como lo dejé. Oigo el grifo de la cocina y al acercarme, veo a Alba fregando.

- ¿Qué haces? – me acerco y cojo el plato que tiene en la mano - deja eso anda

- No me cuesta nada – vuelve a quitármelo

- Que no hace falta, que ya friego yo luego – agarro el plato de nuevo, pero esta vez ella ejerce fuerza para no soltarlo - ¡que me des el puto plato Alba! – grito.

Ella me mira con los ojos abiertos y retira su mano del plato con lentitud.

- Perdón yo... solo quería ayudarte – suspiro y cierro los ojos por un momento

- No, perdóname tú. No tenía que haberte chillado

Se crea un insoportable silencio que decido cortar lo antes posible

- ¿Puedes decirme cuanto antes lo que tengas que decirme e irte?... Por favor

Su expresión al oírme me hace preguntarme si estoy siendo demasiado dura, pero realmente necesito que esto se acabe cuando antes. Si escapé fue porque me dolía verla, asique verla encima en mi casa me resulta insoportable. Como respuesta a mi pregunta, la rubia baja la cabeza y asiente. Volvemos al salón y nos sentamos en el sofá. El silencio vuelve. Levanto las cejas, expresando que estoy esperando a que empiece a hablar.

Nuestra canción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora