Capítulo 24

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Alba

- Es como si os doy un pico a cualquiera de los dos. No significó nada, simplemente me emocionó la noticia y me salió hacerlo. No entiendo que tiene de malo.

Les explico a Dave y Marina mientras desayunamos en la terraza de la cafetería del hotel en el que nos alojamos. Me encanta aprovechar el buen tiempo que hace por aquí para desayunar al aire libre, aunque esta vez no esté resultando todo lo relajante que me gustaría.

- Vale, está claro que para ti no significa nada ¿pero para ella? –pregunta Dave.

- ¿Qué? ¿te piensas que Vanesa siente algo por mí?

- Que pierde el culo por ti está claro.

- Solo quiere sexo. Vanesa es un alma libre, no se enamora.

- No, si a mí la que me preocupa es Natalia – esta vez es mi hermana la que interviene.

- Que pesadita estás con el tema de Natalia e.

- Su cara al ver el pico fue un poema.

- Pues no tendría que importarle. Firmó un contrato en el que quedaba claro que entre ella y yo no puede haber nada.

- Bueno, prácticamente le obligaste a firmarlo – matiza Dave.

- Tenía la opción de no hacerlo y quedarse en Madrid – contesto fulminándole con la mirada – y dejadme en paz ya, os recuerdo que Natalia no es ninguna santa. Me engañó en la cara durante meses, no sé porque simpatizáis tanto con ella.

La conversación acaba ahí, ya que ninguno de los dos se atreve a rebatirme. Al acabar de desayunar decido ir sola a dar un paseo y despejar un poco la mente. Tras andar unos veinte minutos, mis pasos me llevan hasta una pequeña cala en la que parece no haber nadie. Sólo puedo oír el canto de los pájaros y el sonido de una guitarra. Decido acercarme y meterme en la arena. Al avanzar por ésta comienzo a escuchar una más que conocida voz acompañando los acordes de la guitarra. Sonrío y avanzo hasta verla sentada, en bikini con la espalda apoyada en una grande roca mientras acaricia su guitarra. Dios, no puede estar más guapa.





Estaba cantando con los ojos cerrados y al abrirlos se encuentra conmigo. Me hace gracia la manera en la que se pone nerviosa y aparta rápidamente la guitarra, abriendo los ojos más de lo normal. Me habría reído si no fuera por lo hipnotizada que me tiene con lo que acaba de cantar.

- Te queda muy bien esa canción – sonrío de medio lado y me acerco - ¿puedo? – pido permiso señalando su toalla y ella enseguida se aparta para dejarme hueco.

- Sí, claro.

- ¿Qué haces aquí?

- Podría preguntarte lo mismo – me encojo de hombros.

- Me apetecía estar sola y he acabado aquí.

- Pues ya no estás sola.

- Bueno, no me desagrada del todo tu presencia – suelta media risa.

- Vaya, eso ha sido casi casi no borde. Felicidades, vas avanzando.

- Idiota – rio dando un pequeño golpe en su hombro - ¿y tú qué?

- También quería estar sola, despejarme un poco – su expresión se vuelve seria mientras mira al frente. Parece pensativa.

- ¿Estás bien? – asiente sin dejar de mirar el mar y cojo su barbilla para que me mire.

Nuestra canción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora