Natalia
- ¿No te gusta follar duro o qué? – me pregunta María con una sonrisa pícara antes de pasarme el porro.
Después de momento con Alba en la playa decidí ir corriendo a la habitación que comparto con María. Para mi suerte no le había dado tiempo a prepararse para bajar a comer con los demás, ya que prácticamente acababa de levantarse. Nada más verme alzó las cejas y me preguntó - ¿Peta y birra? – a lo que asentí sin titubear. Supe que me ayudaría a evadirme. Nos sentamos con dos sillas de plástico en el balcón.
- No es eso idiota – ruedo los ojos y doy una calada que me llena los pulmones y consigue que empiece a evadirme – claro que me gusta.
- ¿Entonces? Has echado un polvazo en la playa con la chica a la que quieres, no sé de qué te quejas.
- Me dio la sensación de que no era un simple juego sexual ¿sabes? – frunce el ceño.
- ¿Cómo si quisiera hacerte daño de verdad?
- Exactamente – doy otra calada y es el turno de María – es que tenías que haber visto su mirada, me daba hasta miedo.
- Pero... ¿no te forzó ni nada no?
- ¡Cómo me va a forzar María! – alza los brazos.
- Por si acaso.
- Es solo que no me sentí bien – bajo la mirada y juego con mi camiseta entre mis dedos – no lo sé. Igual es una paranoia mía, pero parecía como si solo tuviera rabia, como si no sintiera absolutamente nada más que rabia.
- Puede que todavía te guarde rencor.
- Me dijo que no, y la creo.
- ¿Entonces?
- Creo que ha intentado convencerse a sí misma de que no iba a pasar nada entre nosotras y le cabrea no ser capaz de evitarlo.
- Ojala tuviera un ego la mitad de grande que el tuyo hermana – ríe María aturdida por el efecto de la marihuana, y yo me contagio.
- No joder, no es que yo sea irresistible ni nada de eso – cojo el porro y le doy otra – pero Alba y yo tenemos algo que... - me quedo un instante buscando las palabras adecuadas mientras muerdo mi labio inferior.
- Que sí, que os ponéis cachondas perdidas y no podéis evitar acabar follando como animales – las dos reímos con ganas – deja de darme envidia que mi novio está lejos y por estos lares hay mucho cuerpazo.
- Fua... ya te digo Mary, como la camarera de Buenos Aires – siento el impacto del paquete de tabaco de María en mi cara – auuu.
- Hace un minuto me estabas contando la conexión que tienes con Alba y ahora me hablas de la camarera.
- ¿Qué pasa? Solo he dicho que estaba buena, tengo ojos en la cara – me justifico y María alza las cejas.
- La verdad es que estaba buenísima, cabrona – ambas reímos nuevamente y María le da la última calada al porro - ¿Os disteis los números no?
- Sí.
- ¿Y habéis hablado?
- No sabes las fotos que me ha mandado, Mary – abre la boca y se incorpora acercándose a mi silla.
- ¿Qué la camarera te ha mandado fotos guarras? – asiento sin parar de reír – ya me las estás enseñando.
- Alaaa cochina, que son privadas.
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Nuestra canción.
RomanceAlba y Natalia viven y estudian en Madrid. La música hace que se conozcan y tras descubrir el talento de la otra, deciden componer una canción juntas. Esto hará que se unan, construyendo una bonita relación de amistad y puede que algo más. Lo que e...