Capítulo 25

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Natalia

- ¿No te gusta follar duro o qué? – me pregunta María con una sonrisa pícara antes de pasarme el porro.

Después de momento con Alba en la playa decidí ir corriendo a la habitación que comparto con María. Para mi suerte no le había dado tiempo a prepararse para bajar a comer con los demás, ya que prácticamente acababa de levantarse. Nada más verme alzó las cejas y me preguntó - ¿Peta y birra? – a lo que asentí sin titubear. Supe que me ayudaría a evadirme. Nos sentamos con dos sillas de plástico en el balcón.

- No es eso idiota – ruedo los ojos y doy una calada que me llena los pulmones y consigue que empiece a evadirme – claro que me gusta.

- ¿Entonces? Has echado un polvazo en la playa con la chica a la que quieres, no sé de qué te quejas.

- Me dio la sensación de que no era un simple juego sexual ¿sabes? – frunce el ceño.

- ¿Cómo si quisiera hacerte daño de verdad?

- Exactamente – doy otra calada y es el turno de María – es que tenías que haber visto su mirada, me daba hasta miedo.

- Pero... ¿no te forzó ni nada no?

- ¡Cómo me va a forzar María! – alza los brazos.

- Por si acaso.

- Es solo que no me sentí bien – bajo la mirada y juego con mi camiseta entre mis dedos – no lo sé. Igual es una paranoia mía, pero parecía como si solo tuviera rabia, como si no sintiera absolutamente nada más que rabia.

- Puede que todavía te guarde rencor.

- Me dijo que no, y la creo.

- ¿Entonces?

- Creo que ha intentado convencerse a sí misma de que no iba a pasar nada entre nosotras y le cabrea no ser capaz de evitarlo.

- Ojala tuviera un ego la mitad de grande que el tuyo hermana – ríe María aturdida por el efecto de la marihuana, y yo me contagio.

- No joder, no es que yo sea irresistible ni nada de eso – cojo el porro y le doy otra – pero Alba y yo tenemos algo que... - me quedo un instante buscando las palabras adecuadas mientras muerdo mi labio inferior.

- Que sí, que os ponéis cachondas perdidas y no podéis evitar acabar follando como animales – las dos reímos con ganas – deja de darme envidia que mi novio está lejos y por estos lares hay mucho cuerpazo.

- Fua... ya te digo Mary, como la camarera de Buenos Aires – siento el impacto del paquete de tabaco de María en mi cara – auuu.

- Hace un minuto me estabas contando la conexión que tienes con Alba y ahora me hablas de la camarera.

- ¿Qué pasa? Solo he dicho que estaba buena, tengo ojos en la cara – me justifico y María alza las cejas.

- La verdad es que estaba buenísima, cabrona – ambas reímos nuevamente y María le da la última calada al porro - ¿Os disteis los números no?

- Sí.

- ¿Y habéis hablado?

- No sabes las fotos que me ha mandado, Mary – abre la boca y se incorpora acercándose a mi silla.

- ¿Qué la camarera te ha mandado fotos guarras? – asiento sin parar de reír – ya me las estás enseñando.

- Alaaa cochina, que son privadas.

Nuestra canción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora