Capítulo 12

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Alba

Han pasado un par de semanas desde noche vieja y todavía me da terror cada vez que recuerdo lo que pasó. Me costó días recuperarme, me dolía todo el cuerpo y no tenía ganas de nada, pero poco a poco he ido recuperando energía. Intenté mantener distancias con Natalia después de que ignorara la pregunta que le hice, y también porque había pegado a mi mejor amigo sin razón, pero ella siguió tratándome con la misma ternura de siempre. Se preocupaba cada día por saber si me encontraba bien y no pude evitar volver a estar con ella como si nada, a pesar de que Joan insista en que Natalia no me conviene. Según él no debería fiarme de ella. Dice que hay algo que no le huele bien y yo creo que son celos porque le confesé que siento algo por ella.

En estos días nos hemos visto bastante, ya que, a parte de los viernes de concierto en el Grafit, hemos aprovechado para componer nuestra canción. Ya la tenemos terminada y dentro de poco vamos a grabar. Estoy tan emocionada... Cada momento que hemos compartido ha sido mejor que el anterior y estamos increíblemente bien, mejor que nunca. Cuanto más descubro su personalidad más me gusta. Nos costaba concentrarnos en la canción, ya que nos distraíamos con bromas, piques tontos y alguna que otra conversación más seria. Entre acorde y acorde conseguí que me cantara alguna canción más compuesta por ella. Y joder, todas son preciosas. Además, ella insistió en que le enseñara mis cuadros y cuando los vio me dijo que eran increíbles. Me alegro muchísimo de que le guste lo que hago.

Ahora estoy en su casa, ya que ha empezado a darme clases de guitarra. Mientras repaso una partitura, le pido que busque dentro de mi carpeta unos apuntes que tengo de la clase anterior. Ella lo hace pero me percato de que está tardando más de la cuenta. Cuando la miro la descubro cotilleando todo lo que tengo en la carpeta.

- ¿Qué haces cotilla? – sin dudar, me levanto y me abalanzo sobre ella para quitarle mis cosas, pero ella eleva un papel en su mano – dame eso – le exijo, y ella se ríe.

- No

- ¿Qué es?

- Adivina

- Nat joe, que son mis cosas privadas– me quejo como una niña pequeña y ella sonríe mirándome con ternura.

- Soy yo – entonces caigo en que tengo en la carpeta varios dibujos rápidos en los que la protagonista es ella y me pongo roja al instante.

- ¡Dámelo ya!

- No, déjame verlo bien.

- Nooo, que es horrible.

- ¿Pero qué dices? – consigue esquivarme y apartarse a una esquina del salón para poder ver el dibujo - es increíble – dice mientras lo observa.

- Es un boceto – respondo avergonzada, realmente creo que no está ni de lejos al nivel de mis dibujos.

- Joder, pues como será el que hagas enserio.

- Pues por lista no te lo voy a hacer – replico.

Y me acerco hasta donde está ella para intentar arrebatarle el dibujo de la mano, pero alza su brazo y como mide 2 metros no consigo alcanzarlo, asique empiezo a dar saltitos en un intento desesperado de quitárselo y le da un ataque de risa, mientras me llama enana y cosas similares repetidas veces. Aprovecho que la risa le ha hecho perder fuerza para abalanzarme sobre ella y tirarla en el sofá, en el que queda tumbada y yo encima de ella. Las dos nos reímos sin parar.

- Dámelo cabrona.

- Quítamelo

Lo pone detrás de su espalda, dejándolo atrapado entre su cuerpo y el sofá. Yo intento meter la mano pero no puedo. No sé cómo, pero cada vez estamos más cerca, y los movimientos que hacemos, yo para intentar coger el dibujo y ella para evitarlo, hacen que nuestros cuerpos se rocen continuamente. Haciéndola cosquillas, consigo meter la mano detrás de su espalda pero ella la aprieta contra el sofá dejándome atrapada, lo que hace que nuestras caras queden prácticamente pegadas. La excesiva cercanía me obliga a mirar sus labios. Me quedo petrificada haciéndolo y ninguna de las dos reaccionamos durante unos segundos. Me muero de ganas por comérmela.

Nuestra canción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora