XXV

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Martina.

Comienzo a limpiar el desorden que deje por mis ataques de locura mientras trato de improvisar algo.

—Mamá, ¿por qué te fuiste? ¿Por qué te dejaste llevar por esa gente? ¡No me parece justo! .- hablo sola

Recuerdos de mi mamá se me vienen a la mente mientras escapábamos de la policía. Mi mamá tenia guardado el dinero en las caletas de la finca.

—Tengo que ir por el dinero de la caleta.- susurro

Tomo mi móvil y marco el número de Pizzi.

—Dígame para que soy bueno, Martinita.

—Necesito hablar con usted.

—Ando por aquí por el barrio, voy para su casa.

—Acá nos vemos, pues.

           Llamada finalizada

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Luego de unos minutos Pizzi llega  a la entrada de la casa aún acompañado por Carolina.

—Suéltela .- habla directo

—Tengo una condición más, Pizzi. Y la más importante.

—La escuchó .- rasca su mentón

—Necesito que fusile a Keyla y a su familia.

—¿A la familia de Alice? Keyla, ¿es la que cayó a la cárcel por dárselas de mula por culpa de su mamá?

—Si, esa misma idiota. No tiene que pensar nada, Pizzi. ¿Usted no me está diciendo qué hay millones y millones de dólares en juego? ¿Entonces que dice? .- pregunto coqueta

—No me puedo comprometer con cosas que no puedo cumplir.

—¿Ah no? .- preguntó sonriente

—Ese es su problema, son sus enemigos. No los míos. A mi no me han echo nada.

—Pero a mi si .- hablo molesta — Usted quiere ser mi socio, ¿cierto? Entre los socios nos apoyamos. O si no, no hay negocio.

—Escúcheme Martina.

—¡No tengo nada que escucharle! Vea, es muy sencillo lo que yo le quiero decir .- arregló el cuello de su camisa —mi nada me cuesta, levantar el imperio de mi mamá. No los necesito a ustedes .- sonrío

—Pizzi, hagámosle .- habla Carolina de atrás —No vamos a perder una oportunidad por esa gente que no significa nada.

—Martinita, déjeme pensarlo hasta mañana y arreglamos.

—Ojalá no sea muy tarde, en manos de ustedes queda .- levantó mis manos y me alejo de ellos.

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Clarisse.

—Hoy es el día, Lis. .-hablo observando como la guardiana abre la celda

Cumplimos las veinticuatro horas en el calabozo y por fin puedo salir.
Todo este tiempo me dio cabeza para planear algo en contra de Maura. A mi nadie me pasa a llevar mucho menos la gorda esta.

—Fuera señoritas .- habla la guardiana

—Nos vemos en el patio .- le susurró a Lis al oído

—¿Que? ¿Quieren quedarte otro día aquí? ¡Afuera, dije!

Miro a la guardiana con odio y sigo caminando hasta el patio.

Lis toma otro camino hacia el patio y al llegar asiente con su cabeza. Eso me da a entender que logro encontrar un arma blanca.

" MALA CHICA"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora